Sociedad
¿Qué ver en el pueblo fundado en el siglo XI por un Conde español?
Entre todos sus monumentos destacan el castillo de los Condestables o de los Velasco levantado durante los siglos XIV y XV, junto al río Trueba y la iglesia renacentista de Santa Cecilia.
Son muchos los rincones y pueblos de la geografía burgalesa que esconden tesoros por descubrir. Uno de ellos es Espinosa de los Monteros, fundado en el siglo XI por el Conde Sancho Gracía, pero antes este asentamiento ya tenía mucha historia que contar. Y es que los primeros que se asentaron en estos terrenos fueron primitivos pobladores cántabros de la Península, posiblemente los Cántabros, remontándose su antiguedad al año 800 A.C. Recibió el nombre de Velliga y estaba situada en torno al término de San Martín, extendiéndose en dirección al Monte Edilla. Ocupaba un lugar idóneo para construir, fortalecido por la naturaleza montañosa, por el río Trueba y con posibilidades para albergar en buenas condiciones una gran población.
La conquista que los romanos hicieron de la Península Ibérica, encontró fuerte resistencia en el pueblo cántabro que presentó batalla durante tres siglos. Bajo las murallas de Velliga tuvo lugar una delas últimas batallas que se libraron entre ambos pueblos y la dificultad para vencer fue tan grande, que el mismo emperador Octavio César Augusto tuvo que dirigir en persona las operaciones para la conquista del norte de Hispania. Desde Sasamón con el ejercito de tierra y con la Armada hostigando desde el Cantábrico intentaron acorralar toda Cantabría.
La derrota fué absoluta para los cántabros. Velliga, como muchas otras poblaciones fue tomada y destruida pasando a ser de dominación romana. Durante su estancia, los romanos construyeron sobre las ruinas de Velliga una fortaleza bien amurallada, a la que denominaron Barrutha o Barrustha (lugar todo cercado). La invasión visigoda desemboca, en tiempos del rey Atanagildo (año 554), en una terrible batalla con el ejército romano, con derrota de estos últimos, y posterior destrucción de todo vstigio de construcciones de la etapa romana.
Entre los años 600 y 700 los nuevos pobladores godos fueron creando pequeñas aldeas: Santotis, Nestedo, San Miguel, Villaverde; Santiago, Santuyán, San Pedro de Tasugueras y San Juan. A todas juntas se les llamó Val de Espina, y más adelante Val de Espinosa, por los muchos espinos que había en la zona.
La llegada de los árabes a la Penísula Ibérica, también afectó a esta zona. En Val Espinosa, los musulmanes son atacados pero, gracias a la ayuda que reciben de los árabes residentes en Medina de Pomar, renuevan fuerzas y plantan cara dificultando especialmente la victoria. Fue tal el arrojo de los primitivos Espinosiegos, que tras la victoria sobre los árabes, tomaron por armas un escudo de oro y en él un espino verde con majuelas coloradas y tronco pardillo, que añadieron al castillo que antes tenían.
En pleno periodo de reconquista, tiempos del Conde Sancho García (año 1006), sucede el hecho de mayor trascendencia para esta villa, cuyo acontecer, mezcla leyenda y hecho histórico: “El Conde Don Sancho residía al principiar el siglo XI en la Villa de San Esteban (Burgos) mientras que el Rey árabe Mahomad Almohadio tenía sus huestes en la Villa de Gormaz, frontera de aquella. El caballeroso Conde castellano invitó a una partida de casa al rey árabe, obsequiándole este a su vez con varios festejos, lo cual proporcionó ocasión al rey Mahomad para conocer y tratar a la madre del Rey castellano, Doña Aba, estableciéndose entre ambos en breve espacio de tiempo simpatía y afecto que derivó en violentísima pasión. Más como el mayor obstáculo pasra la consagración de estos atrevidos e incorrectos amores fuese la oposición completa del Monarca castellano, cegados por la violencia de la pasión, concertaron el crimianl propósito de hacer desaparecer violentamente al Conde Castellano. Los medios que se habían de poner en práctica para la ejecución de tan criminal hecho, consistían en preparar un activo veneno, el cual había de hacérsele beber al Conde por la misma Doña Aba. Esta, avisaría a su amado, el sarraceno, luego de haberse consumado el complot, arrojando una gran cantidad de paja al río Duero, señal que aprovecharían los sarracenos para caer por sorpresa sobre los cristianos y apoderarse de la villa de San Esteban y de los demás castillos del Condado, con los cuales se alzaría la propia Condesa Doña Aba. Estos inicuos preparativos, observados por una camarera, Cobigera, que se decía entonces, de la Condesa Doña Aba, hubieron de ser trasmitidos por aquella a su esposo, que era escudero y mayordomo del Conde y éste hubo de ser avisado por su mayordomo llamado Sancho Espinosa Peláez, del peligro que le amenazaba. Prevenido pues el Conde Don Sancho, no experimentó sorpresa de ninguna clase cuando, ya caída la tarde y al regreso de una cacería, fatigado, sudoroso y sediento, su propia madre, Doña Aba, le ofreció un refresco con objeto de que mitigara su sed; y cual no fue el asombro de la Condesa, el terror que embargaría su ánimo y el espanto que se pintaría en su rostro, cuando el Conde Don Sancho, invitó a su madre a que bebiese primeramente del refresco; después se lo ordenó ante sus negativas y últimamente la obligó a que lo bebiese so pena de atravesarla con su espada; ante cuyos mandatos y amenazas, Doña Aba, apuró el brebaje mortal que destinaba su hijo, y quedó muerta en el acto como herida por un rayo. Don Sancho ordenó que arrojasen al río una gran cantidad de paja, y Mahomad, al ver la señal, creyendo muerto al Conde, salió con sus huestes seguro de derrotar a los cristianos. El Conde les acometió por sorpresa antes de llegar a San Esteban y en la batalla, no se separó de su lado ni un solo instante su escudero y mayordomo Sancho, convirtiéndose sin descanso, en escudo de la persona de su amo y señor. Y este es el momento crítico en que se crea el Cuerpo de Monteros de Espinosa, pues agradecido el Conde Don Sancho al nobilísimo proceder de su escudero y mayordomo a quien debía no ya la vida, sino la integridad del Condado, entregó de allí en adelante la guarda de su persona a tan leal vasallo y a las personas de su misma sangre. Habida consideración a que dicho mayordomo era natural de la Villa de Espinosa, entonces en ruínas por haberla casi destruído en totalidad y en reciente fecha el Califa Abdherramán, instituyó para él, sus parientes y descendientes suyos, cinco oficios de Montero, dándoles el nombre de Monteros por haberse concertado y originado el hecho en un monte, y de Espinosa por ser todos naturales de esta villa (…)”, según publicó Rufino de Pered Merino, en su libro "Los Monteros de Espinosa".
Según fuentes municipales, este acontecimiento histórico marcará en adelante la historia de la Villa desde el momento en el que el Rey Alfonso VI (hacia 1084) comienza la restauración encargándola a los caballeros navarrosMartín Ruiz de Berrueza y su hermano, hasta la desaparición del último título de Montero de la Casa Real en 1931.
Y en esos casi nueve siglos, estapas de olvido histórico, se dan continuas intervenciones para otorgar concesiones y privilegios a un municipio tan querida por la realeza de España, como la concesión de un Mercado Semanal a realizar los martes de cada semana, otorgado en el año 1501, o fue el lugar donde se confeccionaron las lonas para las velas de las naves que formaban la Armada Invencible (año 1588).
Y aquí, en el año 1808 se produjo uno de las mayores derrotas del ejército español frente al francés en la Guerra de la Independencia, con protagonismo especial del general Acebedo, atropellado por las tropas en frenética huida, y auxiliado en sus últimos momentos por un, entonces, desconocido Sargento Riego, quien con el devenir de los años se convertiría en el General protagonista de Pronunciamiento contra el absolutismo de Fernando VII en 1820.
A comienzos del siglo XX Espinosa vive de la agricultura, la ganadería, de una pequeña industria y de un turismo notable y en crecimiento, además de un comercio en desarrollo. Posee el mayor número de monumentos catalogados de la provincia después de la capital, muchos de los cuales se encuentran en proceso de restauración y puesta en valor.
En la actualidad también forma parte de la red de "Pueblos Mágicos" de España, que contribuye así a revalorizar a un conjunto de poblaciones del país que están en el conocimiento colectivo, pero no siempre tienen la promoción y divulgación que merecen, y que busca ofrecer al visitante pueblos que reúnan una serie de requisitos que los haga especiales, inolvidables, Mágicos. Para ello nuestro Equipo valora distintos aspectos que en conjunto ofrezcan un destino turístico atractivo y singular. Son Diez Razones para ser Mágico: La calidad y el entorno urbano, Museos y centros de interpretación, monumentos históricos, monumentos religiosos, rutas y senderos, fiestas tradicionales, espacios y miradores, Espacios Naturales, gastronomía tradicional, y productos locales.
El pueblo burgalés muestra su carácter montañés; y es conocido por el rico patrimonio arquitectónico de sus monumentos, entre los que destacan el Castillo de los Velasco o de los Condestables levantado durante los siglos XIV y XV. Se trata de un ejemplo de Torre medieval defensiva formada por dos cuerpos rectangulares unidos: una esbelta torre y una construcción secundaria, que en su día cumplió las funciones de caballeriza.
Al piso noble del alargado torreón, construido con sillarejo y mampostería, se accede a través de un patín protegido con almenas y saeteras. Encima de la escalera se descubren dos pequeñas ventanas enrejadas, y sobre ellas los escudos de la familia propietaria del Castillo: los Velasco. En las cuatro fachadas, a media altura, podemos observar uno de los rasgos más llamativos del edificio: la fila de largos mechinales, orificios donde se anclaban las vigas de madera que formaban una galería que recorría el perímetro de la torre, y la doble hilera de canes para sujetar el armazón y el techo.
Iglesia de Santa Cecilia: Es un edificio renacentista, del siglo XVI, de planta de salón, que presenta tres naves de igual altura, con bellas bóvedas estrelladas y un magnífico ábside, cubierto por una bóveda avenerada. Otras dos iglesias destacan en la localidad. La de santa María de Berrueza, reconstruida en el siglo XVIII y presidida por un gran baldaquino barroco y la de San Nicolás, con su impresionante retablo tardo-gótico de fray Alonso de Zamora. Se trata de un templo de tres naves, planta de salón, muros de piedra de sillería, de aparejo regular y cubierta de bóveda de crucería estrellada, de nervios combados y recuerdos góticos. La estructura se apea sobre gruesos muros, cuatro pilares y seis pilastras de las que arranca la tupida red de nervios que ornamenta la cubierta. El ábside, componente muy señalado y significando en el conjunto del templo, tiene la particularidad de presentar planta cuadrada en el arranque para luego desarrollarse en un polígono de cinco lados. Destaca la cubierta avenerada, de estilo renacentista, que remata el conjunto, y está apoyada sobre dos pechinas para conseguir la forma pentagonal en su parte superior.
Ayuntamiento: Edificio construido en sillar a finales del siglo XIX. Notable y moderno con fachada a los dos lados. En la cara principal, un soportal con arquería de cinco arcos que descansan sobre pilares clásicos. Su pórtico interior, ancho y extenso, encierra diez vanos adintelados sencillos. Sobre las columnas se eleva el piso superior con cinco balcones iguales, distribuidos a lo largo de la fachada de forma simétrica. Son adintelados, con repisa simple sobre ellos, y se unan por una larga balconada con balaustrada de hierro forjado. El borde inferior del alero del tejado lleva cornisa con moldura sencilla y lisa.
Palacio de los Cuevas Velasco: En la edificación hay que considerar dos partes fundamentales: el Palacio y la Capilla. El Palacio está construido en mampostería, presentando elementos de sillería en un amplio friso inferior, esquinas y remates de los vanos, todos adintelados. Consta de tres pisos, marcados por líneas de imposta de sillar. El acceso a la casa, por la parte de la fachada principal, se realiza por un arco de medio punto entre pilastras. Sobre él varios vanos, destacando un balcón con balaustrada, rodeado por dos escudos de los Velasco. En la fachada por la que se accede a la Capilla, destaca un curioso mirador en marquetería, bien trabajado, apreciándose también magníficas vidrieras y trabajos de herrería. En cuanto a la Capilla, se trata de una construcción de carácter clasicista, con arco de medio punto, con una simple moldura de tres fajas, imbuida entre dos pilastras sin decoración. Sobre el entablamento con molduras lisas, aparece una hornacina en la que se aloja una escultura del apóstol Santiago con traje de peregrino. En cada esquina del tejado aparecen pináculos en forma de pirámide, motivos que se repiten en la parte superior de la chimenea. Toda la propiedad queda circundada por un doble recinto, el primero de ellos almenado y con chaflanes con ventanas blasonadas por el escudo de los Velasco; y el segundo con verjas y remates piramidales con bolas. La construcción se inició en el año 1623, siguiendo el mandato del Rey Felipe IV que cedió el Palacio a Don Pedro de Velasco Bracamonte, que fue el encargado de la educación y custodia del hijo bastardo del mencionado Rey, Don Juan. Este palacio fue casa y estudio del escultor Quintín de la Torre.
La villa burgalesa también cuenta con numerosas festividades, entre las que resaltan: spinosa de los Monteros celebra cada martes el mercado semanal, cita obligada para todos los habitantes de la zona. También se celebran concurridas y animadas fiestas a lo largo del año, entre las que resaltan:
MARTES DE CARNAVAL:
Es el más importante del Norte de Burgos. A él asisten numerosos visitantes de la comarca de Las Merindades y de las provincias limítrofes. En esta celebración destaca el colorido desfile de disfrces nocturno y el tradicional entierro de la sardina.
SEMANA SANTA:
Es un período de intensa actividad litúrgica en la Villa en el que se realizan procesiones que parten de las diversas iglesias, siendo acompañadas por la Cofradía del Santo Cristo. Entre los diversos pasos cabe destacar un Cristo de madera policromada del siglo XVIII y una talla del escultor Quintín-Torres, el cuál fue vecino de la Villa.
JORNADAS MEDIEVALES:
Tienen lugar el último fin de semana de Julio. Se caracterizan por el mercado medieval y por la representación teatral “De Espinosa, los Monteros”, obra que reproduce el nacimiento de los Monteros de Espinosa, actual compañía de la Guardia Real.
FIESTAS EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE BERRUEZA.
Se celebra el día 15 de agosto. Se caracteriza por la tradicional elección de damas y reina, verbenas, concursos y la Feria del Ordeño, celebrada bianualmente.
FIESTAS EN HONOR A LA NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA.
Se celebran el día 8 de Septiembre y constituyen las fiestas patronales de la Villa. Comienzan el día anterior, en el que tiene lugar el tradicional pregón y chupinazo. En esta celebración de varios días, destacan la ofrenda floral, el tradicional desfile de carrozas, fuegos artificiales, concursos gastronómicos, espectáculos populares, verbenas con toros de fuego y diversas actividades.
DÍA DEL MONTERO:
Se celebra alternativamente, años pares en la villa espinosiega y los impares en la capital española.
FIESTA DE SANTA CECILIA:
El día 22 de noviembre se celebra el día de Santa Cecilia, patrona de Espinosa.
Los visitantes a esta zona burgalesa también pueden disfrurtar de una variada y completa despensa. Y es que la gastronomía espinosiega conserva todo el sabor de antaño y sus productos gozan de reconocida fama a nivel nacional. Como derivados de la leche, destacan productos como la mantequilla, elaborada a partir de los mismos métodos naturales de fabricación famosos desde el siglo XVII, la leche y una amplia gama de quesos y yogures.
En la villa también destacan los productos derivados del cerdo, como son los embutidos y morcillas; y, los derivados del pato criado en libertad, como el Foei Gras, paté y confitados. Se puede degustar una buena carne de ternera de leche y de vaca, carne de excelente calidad, extraordinaria madurez, sabor y terneza.
Los turistas también pueden disfrutar de unas deliciosas conservas de filetes de anchoas en aceite de oliva, boquerones, bonito y mermelada artesana. Otro de los productos artesanos elaborados en Espinosa de los Monteros es la miel de brezo de las montañas pasiegas. Y para acabar, nada mejor que degustar un muestrario de dulces espinosiegos compuesto de italianas, cocadas, tostones, quesadas, mantecadas y sobaos pasiegos hechos artesanalmente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar