
Sociedad
San José Prisco asegura que la Iglesia es un “signo luminoso” de la esperanza cristiana en un mundo “herido” y “desconfiado”
El sacerdote operario diocesano señala que Dios no siempre responde a las expectativas humanas de "manera clara o inmediata" durante el Sermón de las Siete Palabras de Valladolid

El sacerdote operario diocesano vallisoletano José San José Prisco aseguró hoy que en un mundo “herido” y “desconfiado”, la Iglesia que sana en lugar de condenar y que abraza en vez de rechazar, se convierte en un “signo luminoso” de la esperanza cristiana. No en vano, recordó que la Iglesia acoge a “todos”, especialmente a los más heridos por el pecado, la pobreza, la soledad, el fracaso y las dudas.
San José Prisco, que fue el encargado de leer el Sermón de las Siete Palabras el Viernes Santo en la Plaza Mayor de Valladolid, subrayó que el silencio de Dios es un “misterio profundo”, ya que no siempre responde a las expectativas humanas de “manera clara o inmediata”. “Muchos por esto se apartan de él. Pero para los creyentes es una invitación a vivir desde una fe más profunda y confiada, que no depende de las sensaciones o consolaciones emocionales, sino de la certeza de que Dios sigue presente, incluso cuando no lo percibimos”, aseveró.
San José Prisco fue el encargado de pronunciar este Viernes Santo el Sermón de las Siete Palabras, acto que pudo celebrarse bajo un cielo nublado, en la Plaza Mayor -ubicación habitual- después de que el año pasado fuera en el interior de la Catedral de Valladolid por la lluvia, y que presenció el arzobispo de Valladolid, Luis Arguello; el alcalde de la ciudad, Jesús Julio Carnero, y el presidente de la Diputación Provincial, Conrado Íscar, entre otras autoridades militares, académicas, eclesiásticas y civiles. De esta manera, el sacerdote diocesano tomó el testigo de esta encomienda del predicador del año pasado, el vicario general de la Archidiócesis de Valladolid, Jesús Fernández Lubiano.

Ante una Plaza Mayor abarrotada que quiso estar presente en un acto tan emblemático de la Semana Santa vallisoletana, que se celebra desde 1943, donde se reúnen cofradías, fieles y autoridades para reflexionar sobre las últimas siete palabras de Cristo en la Cruz, el experto para el Sínodo sobre la Sinodalidad aseguró que Jesucristo no niega la culpa de la humanidad sino que la asume y la cancela en sí mismo. “El perdón de Dios es un acto de indulgencia y redención. La justicia humana puede condenar y castigar el pecado, pero solo Dios puede cancelarlo realmente, ofreciendo la posibilidad de conversión”, destacó.
A primera hora de día, a las 8.30, cuando aún está presente la emoción por las procesiones del Jueves Santo y la madrugada, el hermano cofrade a caballo Álvaro Gimeno había recogido en el Palacio Arzobispal, de manos del arzobispo Luis Argüello, el pergamino del Pregón que fue leído en 13 localizaciones de la ciudad, donde anima a los fieles a acudir al mediodía a la Plaza Mayor para escuchar las últimas palabras de Jesús en la cruz.
El Pregón de San Jose Prico recordó, según recogió la Agencia Ical, que en una sociedad donde, a menudo, se etiqueta a las personas por sus errores, Dios “nunca” de ofrecer una nueva oportunidad. “Su misericordia es infinita y no pecado que él no pueda perdonar si hay verdadero arrepentimiento. Dios nunca tira la toalla, siempre da la posibilidad de redención”, declaró.

Hizo referencia también al sacrificio de Jesús en la cruz, que recuerda que Dios actúa a través del amor, tocando corazones y haciendo nacer la vida. “La esperanza parece extinguirse a los ojos del mundo, pero para los creyentes se convierte en el punto de partida de una vida transformada”, señaló.
La resurrección de Cristo
A modo de epílogo, reconoció que la muerte parece ser el final “absoluto” pero para la fe cristiana es el inicio de la vida nueva. En ese sentido, precisó que en la resurrección de Cristo, la muerte es vencida y transformada en el umbral de la gloria. “Cristo, al resucitar derrota a la muerte no solo como realidad biológica sino como consecuencia última del pecado. La Pasión no es el final, sino que el camino que conduce a la gloria”, reiteró. Y es que el pregonero declaró que Jesús revela en la cruz la esperanza “más grande”, que la muerte no tiene la última palabra, que el pecado no es más fuerte que la misericordia y que, en el momento de mayor oscuridad, Dios obra la redención, informa Ical.
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