Tradiciones

Tridentes, cencerros y orejas de liebre para recibir el año nuevo en Zamora

Los Carochos, El Zangarrón o Los Carucheros protagonizan las mascaradas del 1 de enero en la provincia

Hasta once personajes, cada uno de ellos tiene una indumentaria y utensilios propios , participan en Los Carochos de Ríofrío de Aliste
Hasta once personajes, cada uno de ellos tiene una indumentaria y utensilios propios , participan en Los Carochos de Ríofrío de AlisteJ. L. LealIcal

Con la llegada del invierno las mascaradas cobran protagonismo, sobre todo ahora en el inicio del nuevo año, y en los pueblos más pequeños de la Comunidad, especialmente en las provincias de Zamora, Soria, León, Palencia, Burgos y Ávila, que es donde se encuentran las mascaradas más antiguas de cuantas se conocen en la Península Ibérica, por cuanto en tierras lusas son también habituales.

Se suelen celebrar entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera y se trata de carnavales atávicos están poblados de personajes a caballo entre lo animal y lo humano. Estas festividades son de origen prerromano o céltico y se adaptaron bien a la cultura romana, dispuesta a adoptar costumbres, dioses y fiestas. Además, encarnan un rito en el que el portador del personaje pasa de la juventud a la madurez adulta.

Este miércoles 1 de enero ha sido el turno de El Zangarrón ha recibido el año nuevo en Montamarta (Zamora) con un tridente para golpear a los vecinos, un cinturón de cencerros para que se le oiga en sus carreras por el pueblo, un estrafalario traje y una careta negra de corcho con orejas de liebre.

Ese municipio zamorano de medio millar de habitantes ha cumplido un año más con la tradición de que uno de los jóvenes del pueblo encarne esa mascarada que tiene la singularidad de volver a repetirse el 6 de enero, Día de los Reyes Magos.

El encargado de dar vida a ese personaje de rasgos demoniacos ha sido en esta ocasión Pablo Casas, al que dentro de cinco días relevará Saúl Turiño, dos de los siete quintos de este año.

El ritual se ha iniciado antes de la salida del sol, cuando ha comenzado a vestirse al Zangarrón, con un pantalón hecho cosiendo dos toallas, en una pierna amarilla y en la otra marrón, colores que cambian por rojo y amarillo en Día de Reyes.

El Zangarrón ha completado su peculiar vestimenta con una blusa hecha con una colcha de cama, un cinturón del que cuelgan tres cencerros, guantes negros para protegerse del frío y una tenebrosa careta negra coronada por dos orejas de liebre, cintas de colores a modo de pelo y una piel de animal a modo de manto que le llega a la espalda.

Con esa pinta, ha recorrido las calles de la localidad para acudir casa por casa para pedir el aguinaldo y amenazar con un tridente a los vecinos, a los que además ha perseguido en carreras por las calles.

El momento principal de la escenificación de esta mascarada se ha producido al mediodía a las afueras del casco urbano, en la ermita del Castillo.

Allí, el Zangarrón ha trazado un círculo con su tridente a la entrada, ha permanecido fuera de la ermita durante la misa y, al finalizar el oficio religioso, ha entrado con su careta levantada para tomar con su tridente dos panes ofrecidos en el altar, que luego ha repartido a las puertas del templo.

Posteriormente, el Zangarrón y los vecinos han regresado al casco urbano, donde se han sucedido las persecuciones de este peculiar personaje enmascarado intentando dar alcance y reclamar la propina a los habitantes de este pueblo de la comarca de Tierra del Pan que es zona de paso del camino jacobeo de la Vía de la Plata.

Al igual que en Montamarta, las mascaradas se han celebrado en otras localidades como en Riofrío de Aliste con los Carochos, en Sarracín de Aliste con los Diablos, en Sesnández de Tábara con los Carucheros y en Abejera con los Cencerrones.

Los Carochos, es una de las más ancestrales que se mantienen hoy, declarada de Interés Turístico Regional, y en la que participan nada más y nada menos que hasta once personajes, en donde cada uno de ellos tiene una indumentaria y utensilios propios (máscaras, tenazas, polainas, cencerros, capa, corcho…) y que, divididos en tres grupos, irrumpen en el espacio público al mediodía.