Educación

Las universidades impulsan la formación e investigación para "aliarse" con la inteligencia artificial que "ha venido para quedarse"

Los rectores de los centros de educación superior de Castilla y León reconocen los riesgos de una tecnología que "exige la supervisión humana" pero consideran que "hay que aprovecharla como una oportunidad"

De izquierda a derecha, los rectores de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, David García López; de la Universidad Pontifica de Salamanca, Mirian Cortés; de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos; de la Universidad Católica de Ávila, María del Rosario Sáez; y de la Universidad de Valladolid, Antonio Largo en Universia 2023 en Valencia
De izquierda a derecha, los rectores de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, David García López; de la Universidad Pontifica de Salamanca, Mirian Cortés; de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos; de la Universidad Católica de Ávila, María del Rosario Sáez; y de la Universidad de Valladolid, Antonio Largo en Universia 2023 en ValenciaCarlos S.Ical

Las universidades públicas y privadas de la comunidad autónoma de Castilla y León comienzan a impulsar programas de formación del profesorado en Inteligencia Artificial, y amplían sus instrumentos de investigación de la misma, para aprovechar esta revolución tecnológica como “una oportunidad de progreso” porque, pese a los riesgos que los propios rectores reconocen, la IA “está aquí, ha venido para quedarse y no tiene sentido resistirse”.

Esa fue la principal reflexión extraída durante el V Encuentro Internacional de Rectores de Universia 2023, organizado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia por el Banco Santander, por parte de los rectores de Castilla y León que, en declaraciones recogidas por Ical, llaman a “aliarse” con la IA.

Tal es el caso de la Universidad de Valladolid, cuyo rector, Antonio Largo, reconoce que están generando sus propias “estructuras de inteligencia artificial” para “aprovechar todo el potencial que tiene” tanto en lo relativo a la formación de los estudiantes, para que “salgan mejor preparados”, como en la investigación de los departamentos de ingeniería de la propia universidad, “trabajando de forma colaborativa”.

Un trabajo que también debe servir para “tapar los riesgos que tenga de la mejor manera posible”, en ese “lado oscuro” de la IA que Largo reconoce pero ante el que señala que las universidades han vivido “revoluciones educativas de todo tipo” a lo largo de la historia y que, por ello, lo importante es “hacer un buen uso de ella” para salir “reforzados y mucho más fuertes” como sucedió ante otros “cambios en los paradigmas educativos”.

En la misma línea se expresa el rector de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos, que reconoce que desde la institución educativa superior burgalesa están “preocupados y ocupados” en la adaptación a esta nueva tecnología que aunque tiene “riesgos”, es “un reto y una oportunidad” que obliga a “formar al profesorado” para adaptarse a “una nueva revolución comparable a la aparición de internet” y en la que la UBU se encuentra inmersa ya con la subvención recibida para potenciar su cátedra en Inteligencia Artificial, que servirá, según su rector, para “establecer una hoja de ruta”.

Por su parte, la Universidad de Salamanca incorporará la Inteligencia Artificial en la formación transversal de titulados y profesionales en su próximo plan estratégico. Así lo explicó a Ical su rector, Ricardo Rivero, que hizo un llamamiento a “regular” esta tecnología desde Europa porque “exige la supervisión humana para que no produzca resultados negativos”, pero también la consideró “una gran oportunidad de progreso” que “realza el papel de la universidad” como entidad formadora y cuyo “pensamiento crítico y analítico” puede servir para “supervisar esas aplicaciones”.

En la Universidad de León, como avanza su vicerrectora de Actividad Académica, Nuria González, también se encuentran ya inmersos en la formación de sus profesores a través de cursos y grupos de investigación en IA para “aliarse” con una herramienta que obligará a “adaptar la docencia y las exigencias de la evaluación”, ya que las universidades ya no pueden “pedir trabajos ni nada que el chat GPT pueda ofrecer a los alumnos”.

Cambiar la forma de evaluación

También las universidades privadas de la Comunidad trabajan en la adaptación a la inteligencia artificial. Tal es el caso de la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid, donde su rector, David García López, apunta en declaraciones recogidas por Ical que trabajan en “varios grupos” para “testear” lo que ven como “un gran reto” que “no se puede prohibir ni parar, como cualquier revolución”, por lo que llama a “aprovechar las oportunidades” realizando las modificaciones necesarias para “abordar de otra manera el proceso por el que un alumno adquiere sus competencias y la evaluación de las mismas”.

Abundó en este aspecto la rectora de la Universidad Católica de Ávila, María del Rosario Sáez, que ante la realidad del chat GPT que “están aprovechando algunos alumnos para hacer trampas y engañar” debido a los “demasiados trabajos” exigidos por los profesores, hizo una reflexión sobre la necesidad de “cambiar la evaluación”, planteando incluso la posibilidad de “volver a los exámenes orales con tribunal para saber si hay conocimiento personal o no”.

Acceso a la financiación “igual para pública y privada”

Coincidente con sus compañeros, la rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca, Mirian Cortés, apuntó que la Inteligencia Artificial hace a las universidades “replantearse el modo de enseñar y evaluar”, obligando a los profesores a “estar en evolución” ante una realidad por la que “no hay que lamentarse sino lidiar con ella” para ofrecer a los estudiantes “la mejor formación.

En todo caso, y para poder realizar este proceso de adaptación, Cortés recordó el “problema” por el que “a las universidades privadas se nos exigen los mismos requisitos que a las públicas, pero no se nos dan los mismos medios”, en relación a la imposibilidad de acudir a convocatorias de fondos públicos. Y es que “investigadores son todos” y, según Cortés, “nadie sabe si va a ser una institución pública o privada la que descubra la herramienta de la próxima revolución tecnológica o el remedio contra el cáncer”.