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Samuel Beckett y todas sus catástrofes

La Sala Beckett celebra el 30 aniversario de la muerte del dramaturgo con un nuevo montaje de «Esperant a Godot» y un completo ciclo dedicado a su heterogénea figura

El joven Beckett despliega un lenguaje riquísimo y exuberante
El joven Beckett despliega un lenguaje riquísimo y exuberantelarazon

Cuando Samuel Beckett conoció que había ganado el Nóbel, lo primero que dijo fue, «¡zanahorias!». La historia es totalmente cierta, en el sentido en que todas las historias son ciertas si se cuentan. Si no se cuentan, no son historias, son zanahorias. Y a Beckett le encantaban. Su mujer, Suzanne, lo oyó alto y claro. Un tejedor de alfombras y un mozo de cuadras también lo oyeron. Estaban en Túnez y allí todos tenían los oídos muy largos.

En ese preciso momento, Suzanne supo que aquel honor sería una catástrofe, y no porque el Nóbel no regalase zanahorias, sino porque el premio era una dádiva para caballos, un ejercicio de convertir la literatura en una feria y Beckett odiaba a las ferias. O al menos nunca había dicho que las amara, lo que es exactamente lo mismo. «No», dijo Suzanne.

La historia acabó con un trueno y Beckett encerrado en un monasterio, sin teléfono ni contacto con nadie, salvo con su mujer, que lo oía todo. Beckett no necesitaba que le escuchara nadie más.

En este 2019 se cumplen 50 años de la concesión del Premio Nóbel al genial escritor irlandés, uno de los padres del teatro del absurdo, autor, entre otros, de «Esperando a Godot», «Malone muere» o «Final de partida». 50 años después de la catástrofe, Beckett sigue siendo uno de los pocos autores imprescindibles del siglo XX, tanto, que se podría prescindir del siglo XX sin problemas si se conservase a Beckett.

El dramaturgo murió hace 30 años, en 1989, y se han comenzado a realizar múltiples homenajes en todo el mundo por la efeméride. Por alguna razón es mejor celebrar su muerte que el Premio Nobel, lo que demuestra lo catastrófico que fue para él la concesión de este galardón. Pero, ¿hay que celebrar que se murió? «Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre», decía el dramaturgo y escritor. «Reivindicamos la figura de Beckett por su espíritu permanentemente investigador de nuevas formas de teatralidad», decía Toni Casares, director de la Sala Beckett, y no, no era lo mismo.

Barcelona no es Túnez, pero y qué. La Sala Beckett ha arrancado un ciclo para celebrar la figura del artista que le da nombre, ese Samuel Beckett que sabía que las palabras son las únicas que conforman realidades y, por tanto, siempre hay que hablar a mordiscos o te conforman otros. «La palabra es todo lo que tenemos», decía mirándose los bolsillos y no encontrando ni un euro. El poeta murió el 22 de diciembre, el día de la lotería. Y no le tocó.

La Sala Beckett se inauguró, precisamente, hace 30 años. La policía lo investigó, y no, la Sala Beckett no le mató. Y eso sí es para celebrarlo. De esta forma, el teatro ha organizado un completo ciclo que incluye obras de teatro, lecturas dramatizadas, conferencias y un largo listado de actividades como Toni Casares discutiendo con un dátil. No, eso no, ni por Beckett. «Atravesar o ser atravesado por Beckett puede ser agotador», dice el director teatral Ferran Utzet y tiene toda la razón del mundo.

El ciclo empezó el 7 de noviembre con el espectáculo «Words and music» basado en la única obra radiofónica que escribió Beckett y finalizará el 12 de enero con el último taller de «Catástrofes», laboratorio de ideas entorno al autor irlandés.

Aunque el plato fuerte del ciclo será una nueva adaptación de su gran obra, «Esperant a Godot», que dirigirá Ferran Utzet con Nao Albert y Pol López como Estragón y Vladimir. Del 27 de noviembre al 4 de enero podremos recuperar esta cumbre del teatro del absurdo que aún hoy resuena como un trueno. «Es una obra perfecta para celebrar los 30 años de la muerte de Beckett que no es precisamente fácil, ya que se trata de una propuesta que da pie a múltiples lecturas, pero que ofrece una riqueza de material extraordinaria y es un auténtico reto», comenta Utzet.

Un poco de todo

Otro de los puntos fuertes serán las cuatro piezas breves de «Beckett’s ladies», con Sergi Belbela dirigiendo a actrices como Silvia Bel, Rosa Renom o Miriam Iscla que se realizarán por diferentes espacios del teatro. Y el 21 de noviembre Sanchis Sinisterra nos presentará «Eleutheria», la primera obra de Beckett rescatada en 1995. Además, Aina Clotet y Jordi Orriol recitarán sus poemas; e Ivan Morales, Marc Rosich o Victoria Szpunberg, entre otros dramaturgos, darán su visión del genio. El autor sabía que cuando no hay razón alguna para reír, es cuando hay que reir con más motivo. Así que...