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«Hace ya tiempo que deseaba escribirle»

LA RAZÓN publica dos cartas que una joven Esther Tusquets escribió a la poeta chilena Gabriela Mistral, por entonces ya galardonada con el Premio Nobel

Carta de Esther Tusquets a Gabriela Mistral
Carta de Esther Tusquets a Gabriela MistrallarazonBiblioteca Nacional de Chile

En Lumen se prepara para celebrar sus seis años de actividad editorial. El sello sigue funcionando basándose en buena parte en la labor iniciada por su responsable, es decir, por Esther Tusquets. Su archivo, adquirido hace unos años por la Biblioteca de Catalunya, trasluce su interés por autores como Delibes, Cortázar, Quino o Eco. El fondo todavía se está catalogando y no cabe duda que sirve para explicar una parte de la historia de la literatura en Barcelona. Tusquets fue desde muy joven una entusiasta de los libros. Buena prueba de ello son dos cartas que este diario ha podido localizar en los fondos de la Biblioteca Nacional de Chile. Fueron enviadas a la poeta Gabriela Mistral en 1954. En ese año, Mistral era una de las grandes personalidades internacionales de las letras chilenas, junto con Pablo Neruda. La obtención del Nobel nueve años antes la había convertido en una voz necesaria. Esa necesidad la entendió Esther Tusquets que el 7 de junio de 1954 escribió esta carta:

«Distinguida Sra.:

Hace ya tiempo que deseaba escribirle para manifestarle mi admiración y pedirle un autógrafo, pero no sabía su dirección y además me parecía muy difícil mandar todo el libro. Ahora el encuadernador ha cortado unas hojas asegurándome que cuando vuelvan a mis manos las unirá de nuevo al álbum, y en la editorial me han dado sus señas, puedo pues, por fin, dirigirme a Vd.

Tengo 17 años y estudio Filosofía y Letras, precisamente estos días me estoy examinando de primer curso. Me gustan todas las artes, especialmente la pintura y la literatura. No amo solo sus versos por ser tan maravillosamente bellos, los amo también por la ayuda y el consuelo que he encontrado en ellos; amo su fuerza, su rebeldía, su valor y grandeza. Son un grito contra todo lo falso, contra todo lo mezquino, contra todas las injusticias; tienen el vigor de un grito de combate, y, al mismo tiempo, ¡hay en ellos tanta ternura!

¡Cuántas veces, cuando flaqueó mi voluntad, cuando mi sensibilidad, mecida en una vida demasiado fácil y cómoda, se adormeció, cuando me cercó la indiferencia y me cerré en mi egoísmo, cuando yo también estuve a punto de morir “de una laxitud, de un miedo, de un frío” me arrastraron de nuevo a la vida! Quiero ofecerle a Vd., ¡tan grande como escritora y como mujer!, toda la admiración y gratitud de este ser vacilante y débil que yo soy. Perdone si al pedirle que escriba algo para mí, le causo mucha molestia. ¡Deseo tanto tener unas líneas suyas! Como los cantos del álbum de autógrafos son dorados, le agradeceré escriba en la misma cara y en la misma dirección en que he puesto su nombre, de lo contrario quedaría el canto blanco en la parte exterior. Afectuosos saludos

Esther Tusquets

Mi dirección: Calle Rosellón 285. Barcelona. ESPAÑA»

A Mistral le debieron conmover esas líneas llegadas de una ciudad que ella conocía de primera mano. Le debió traer recuerdos de su estancia en Barcelona. En 1935, en una conversación con la periodista María Luz Morales había mostrado públicamente su admiración por la cultura catalana: «Siempre estimé y quise a Cataluña. Aún leído y mal disfrutado en traducciones, he tenido la más cabal devoción de vuestro Maragall, no sólo poeta grande, sino un alma de meridiano, de las que rigen a su casta toda la vida y después de muertos. Ahora me trabaja el suave hechizo de ese otro espíritu tan clásico y tan substancial que es José Carner, el poeta y conversador. Cataluña es cosa muy tónica y muy seria». Eran los años en los que la escritora era responsable del consulado de su país en Madrid, cargo en el que sería sustituida por Neruda, ansioso de estar en la ciudad en la que vivían sus amigos del 27. Barcelona representaba para Gabriela Mistral una suerte de libertad. Pero su estancia por España no fue del todo buena.

Eso es lo que se desprende de la carta con la que Tusquets responde a Mistral. Es del 28 de junio de 1954.

«Distinguida Sra.: Anteayer recibí su contestación a mi carta. Muchísimas gracias. Tuve una gran alegría. Ignoraba que hubiese vivido en España, colo conozco de Vd. lo que expresan sus poesías, que ya es mucho, desde luego. Siento que le ocurriese aquí algo desagradable y deba limitar Vd. su afecto a Cataluña y Vascongadas.

He publicado un libro de versos y le mandé un ejemplar [se refiere a “Balbuceos”, aparecido en 1954]. Le ruego lo acepte como pequeña muestra de la admiración que siento por Vd. Sé que no valen gran cosa, todos tienden a la belleza y ninguno la alcanza ni posee, en este sentido cada uno de mis versos es un fracaso. Me encanta viajar, sería estupendo encontrarme un día con Vd. En espera de ese día, le envío mis más afectuosos saludos».