El desafío independentista

Contracrónica: El Parlament, escenario de campaña

La imagen de la jornada fue ver a Quim Torra y a Roger Torrent en la puerta recibiendo y despidiendo a los presos un día después de la “batalla” independentista

«A este paso nos tendremos que quedar a dormir aquí». Esta fue una de las frases más repetidas el lunes en la sala de prensa del Parlament. Malos presagios para empezar la semana: en plena tormenta independentista, las pausas dramáticas de Torra no auguraban otra cosa que no fuera pasar por las urnas y la agenda del martes obligaba a estar antes de las ocho en el Parlament. Al final, la sangre no llegó al río, el vicepresidente del Parlament, Josep Costa (JxCat) deseó todo lo malo y peor a Esquerra –«Os dimos a escoger entre conflicto y deshonor. Habéis escogido deshonor y también tendréis conflicto», escribió en Twitter parafraseando a Churchill antes de la Segunda Guerra Mundial– y todos a casa a dormir.

Ayer, el día amaneció ventoso y con los presos en la cámara antes de la hora del café. De nuevo, la primera imagen de la jornada fue reveladora: Torra y Torrent, codo con codo en la puerta de la cámara tras la pelea por el escaño, saludando a los dirigentes independentistas con Oriol Junqueras a la cabeza. Y sí: el líder de Esquerra se abrazó con el president, aunque fue un poco más efusivo con Torrent. Cosas de partido (o de diputados).

Entonces, los cinco –el propio Junqueras, Romeva, Rull Turull y Forn (Dolors Bassa llegó antes)– subieron por la escalera noble de la cámara entre «flashes», gritos de «libertad», aplausos y guiños hasta llegar a una sala custodiada por los Mossos. Allí permanecieron toda la jornada, esperando a que el compañero acabara de declarar en la comisión de investigación del 155 para que el siguiente saliera al estrado.

En una especie de coreografía Olímpica, cuando un ex consejero tenía que pasar por el Salón de los Candelabros, los periodistas, fotógrafos, curiosos, trabajadores de la cámara y dirigentes se arremolinaban en los extremos creando un «paseíllo» electoral. «Creo que estoy en el sitio equivocado», decía Natàlia Sànchez, de la CUP, ante una reportera subida en un candelabro «a lo paparazzi». En las comparecencias, cada preso hizo de sí mismo: Junqueras se (auto)reivindicó – «El señor Rivera, el presidente del Gobierno y la vicepresidenta de la época ya no están... y yo sí»–, Turull leyó la cartilla a JxCat y en especial a ERC; Romeva llegó a citar incluso un «graffiti» de la cárcel de Estremera con una frase de Nelson Mandela sobre la «libertad»; Forn fue el más autocrítico; Rull, el más técnico; y Bassa, la más personal. En definitiva, un plató de campaña con Puigdemont tomando nota desde Waterloo.