Cataluña
Un estudio asegura que el cierre de colegios no es efectivo
Según los expertos del University College London, no ayuda en virus de transmisión alta como el COVID-19 sino se clausura absolutamente toda la actividad
En la actualidad, los colegios de más de 100 países permanecen cerrados y la tesis general es afirmar que el desconfinamiento por el coronavirus tendrá que hacerse a la inversa de lo que se empezó, es decir, los colegios, que fueron los primeros en cerrar, serán los últimos en abrir. Esto hace que la posibilidad de que vuelvan abrir este curso sea muy remota y que centros de educación superior como universidades hayan anunciado hace semanas que no habrá más clases presenciales hasta septiembre.
Sin embargo, empiezan a surgir voces en contra de estas medidas severas asegurando que no se ha establecido ningún estudio que revele la contingencia positiva de mantener los colegios cerrados si el confinamiento no es absoluto y la actividad se limita a la reservada a las profesiones de primera necesidad.
La University College London acaba de publicar el resultado de 16 estudios sobre los efectos del cierre de las escuelas durante la pandemia y la conclusión es que “no hay evidencia que apoye el cierre completo de los colegios a nivel nacional para combatir el COVID-19, o al menos las pruebas son muy débiles”. Sobre todo, dicen, si se comparan “con el daño que el cierre sí provoca en los alumnos y el sector”.
EL estudio se publicó el 6 de abril en el periódico “The lancet child & adolescent health” y pide a las autoridades que empiecen a pensar en “otras formas de distanciamiento social en colegios que sean menos disruptivas con el correcto funcionamiento de las escuelas”. Entre las propuestas están organizar días diversos para que los niños vayan al menos unos días a escuelas, sólo mantener el personal esencial, y cuadrar un horario que limite la masificación en patios o zonas de comida.
Según los estudios que ya se habían realizado con otras epidemias de gripe, se estima que el cierre de colegios es una buena solución si el índice de transmisión es bajo, pero afecta a los niños en mayor número que a los adultos, como ocurriría con la gripe, pero si la transmisión es amplia y no afecta a los niños, no sirve de nada si no se complemente con el absoluto cierre de toda actividad
En el caso del SARS-CoV-2 parece demostrado que se contagia entre una y cuatro veces más que la gripe estacional y que es menos severa en niños. Aunque no está claro el papel que juegan los niños en la transmisión de la enfermedad, podría ser que fueran incluso menos contagiosos a través de la tos o el estornudo ya que en la mayoría de los casos suelen ser asintomáticos. “Los datos recogidos en la epidemia de SARS en China, HOng Kong y SIngapur sugieren que el cierre de escuelas no contribuyó en nada al control de la enfermedad”, aseguran los investigadores
Sin embargo, los estudios del COVID-19 en China confirmaron que sólo “un paquete de medidas de distanciamiento social” eran efectivas, pero en ninguno de estos casos se estudió el parámetro específico de los colegios. Sölo en uno de estos estudios sí había referencia directa al cierre de escuelas separada del resto de intervenciones de urgencia. Bajo estas estimaciones, el artículo de la revista médica “The Lancelet” aseguraba que el cierre de las escuelas en un país como el INglaterra reducirían las posibles muertes asociadas al contagio entre un 2 y 4 por ciento, una respuesta mucho más baja si se aislaban clases que se confirmasen estar infectadas.
El artículo asegura que se necesitan muchos más datos para determinar el papel que juegan el cierre de escuelas en pandemias de fácil transmisión como el coronavirus ya que es imprescindible pensar en cómo los estudiantes pueden “regresar con seguridad a recibir una educación y sus padres a volverse a incorporar a sus trabajos”. Además, también se necesita comprender mejor el papel que juegan los niños como transmisiores asintomáticos de la enfermedad.
Según la UNESCO, el cierre de escuelas está afectando actualmente al 91 por ciento de estudiantes, lo que equivale a cerca de 1.6 billones de niños y jóvenes adultos. En total, Naciones Unidas asegura que 188 países han implementado esta medida.
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