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Elon Musk: “Hablaremos telepáticamente en cinco o diez años”

El magnate sigue despertando todo tipo de dudas. ¿Es un visionario o un ser errático? ¿Es NIkola Tesla o el tío Gilito? Su reacción al coronavirus ha abierto todo tipo de suspicacias

FILE PHOTO: Tesla Inc CEO Elon Musk speaks at an opening ceremony for Tesla China-made Model Y program in Shanghai
Elon Musk , el CEO de Tesla, en la presentación de uno de sus coches en ShangaiAly SongReuters

¿Quién es Elon Musk? En una película de James Bond, sería algo así como el magnate con un plan secreto para dominar al mundo. En una película de superhéroes, sería una especie de científico loco que ha probado en sí mismo uno de sus inventos y se ha convertido en una criatura poderosa pero horrible. En un biopic, sería un personaje excéntrico tipo Howard Hughes o Nikola Tesla, con una vida interior llena de ideas que a veces nadie sabía interpretar bien desde el exterior. Su vida es exactamente eso, una película a la que todo el mundo está atento, pero la realidad es mucho más compleja.

Este emprendedor, físico, inventor y gran adorador al culto de la personalidad nació en Sudáfrica y sus aptitudes y deseos de acabar con los combustibles fósiles pronto le llevaron a renovar toda la industria automovilística con sus coches eléctricos Tesla, los primeros eficientes y económicos. Después sus ideas incluyeron su proyecto de automoción sin conductor y maravillas dignas de la ciencia ficción como colonizar Marte con un millón de personas. SIn embargo, en las últimas semanas, con la explosión del coronavirus, aquel hombre que parecía un visionario innovador y arriesgado se ha ido pareciendo más a un magnate errático y de doble cara.

Por un lado, acaba de abrir su fábrica de coches Tesla en Fremont, California, desafiando las prohibiciones por el confinamiento del estado, uno de los más afectados por el coronavirus en Estados Unidos. Para él, este tipo de medidas sanitarias son “fascistas” y ha preponderado su libertad de hacer lo que quiere a cualquier recomendación médica. “Si han de detener a alguien que me detengan a mí”, ha dicho.

Musk ha hecho campaña en las redes sobre la poca importancia que en realidad tiene el coronavirus. “El pánico por el coronavirus es estúpido”, escribió en su twitter el 6 de marzo. Cuando las autoridades locales le dijeron que no podía abrir la fábrica amenazó con marcharse a Texas, donde sí lo permitían. “Acabaréis con la última fábrica de coches que hay en California”, dijo.

Por otro lado, sigue trabajando en su proyecto “Space X”, en principio una red de transporte aeroespacial, pero cada vez más una especie de agencia de viajes aeroespaciales para llevar a millonarios al espacio y a la luna. Esta semana anunciaba su gran novedad, el rodaje de una película con Tom Cruise en el espacio a través de la NASA y su estación espacial. Todavía no hay historia ni estudio detrás, pero sí la determinación de Musk y del siempre inquieto Cruise, apasionado de las misiones imposibles, como Musk.

La gran sorpresa llegó hace una semana cuando aseguró que “en cinco o diez años hablaremos sin necesidad de palabras, en una lenguaje telepático". Otra de las empresas de Musk es Neuralink, que actualmente trabaja en implantes cerebrales con una interfaz conectado directamente a zonas específicas del cerebro para poder tratar diferentes lesiones y traumas. Musk calcula que dentro de un año ya se podrían realizar intervenciones con pacientes aplicándoles esta técnica. “En realidad, ya somos un poco cyborgs con nuestra dependencia del móvil”, aseguró.

Así que no es extraño que hable de que en cinco o diez años no necesitemos hablar para comunicarnos. Durante una entrevista con el cómico Joe Rogen aseguró que esta comunicación mental y telepática ahorrará mucho tiempo que ahora perdemos en la traslación de nuestras ideas en palabras. “Nuestro cerebro pierde mucho esfuerzo compactando conceptos complejos en palabras. El proceso en que tu dices esas palabras y el receptor las interpreta y comprende está lleno de interferencias en las que el significado original se pierde. A veces hasta puede que simplemente no escuches bien lo que te han dicho. Y una comunicación con patrones lingüísticos es difícil y poco útil", aseguró el magnate.

Tal vez por eso ha decidido bautizar a su hija X Æ A-12. El visionario sudafricano y su mujer, la cantante de pop electrónico Grimes, tuvieron una hija hace dos semanas y la presentaron con este nombre, impronunciable, pero que responde a símbolos con ideas asociadas. La x es la incógnita, porque aseguran que no quieren determinar con el nombre cómo será. La Æ es una variante élfica de las letras AI, y A-12 es el modelo de avión en la que la pareja vuela a todas partes. Llamar a alguien Marta no necesita una explicación de un párrafo, así que a nivel comunicativo es más efectivo que X Æ A-12, pero como en un futuro no necesitaremos hablar para comunicarnos, será más fácil llamar a la pobre niña.

Porque las excentricidades de Musk no se acaban allí. Hace unas semanas también anunciaba que ya no quería ser propietario de ninguna casa. Con un patrimonio de 38.000 millones, ponía a la venta por 100 millones de dólares cinco propiedades repartidas por todo el mundo. “La gente me recrimina ‘Oye millionario, tienes demasiadas cosas’. bueno pues ya no tengo. ¿Y ahora qué?" dijo Musk. ¿Genio malvado, inventor loco o visionario que va a salvar a la humanidad? Todo dependerá de quién acabe por escribir la historia.