Coronavirus
ERC: “Cada vez que llama Calvo, la negociación falla”
Los republicanos reclaman una interlocución directa entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès y recriminan que la información llega “desviada” con la vicepresidenta
El grupo negociador llevaba tres reuniones. Adriana Lastra, José Luís Ábalos y Salvador Illa por el Partido Socialista. Gabriel Rufián, Marta Vilalta y Salvador Jové, por Esquerra Republicana. En medio, docenas de llamadas y de mensajes, que se acentuaron el fin de semana. Tal y como pedían los republicanos, el lunes el presidente Pedro Sánchez llama a Pere Aragonés. El líder de ERC veía así cumplida su petición de que el Gobierno lo considerara el máximo interlocutor por parte de los republicanos, también envueltos en luchas internas y con una carrera electoral en ciernes en la que el vicepresidente del Gobierno catalán se ve como candidato.
En la conversación, Aragonés expone las exigencias de ERC a Sánchez. Cuatro relacionadas con el covid19: mando compartido en la desescalada, el fin del mando único como les gusta decir en ERC, modificar la Ley General de Sanidad para no tener que aplicar de nuevo el estado de alarma en caso de rebrote, ayudas a los padres y madres que no pueden acudir al trabajo por el cuidado de sus hijos, y liberar el superávit de los ayuntamientos. Incluso Aragonés y Sánchez tocan un tema espinoso: el estado de alarma durará 15 días.
La conversación fue fluida incluso cuando Aragonés planteó «el desconfinamiento» de la Mesa de Negociación de Cataluña. Ambos coincidieron que se debería reactivar una vez finalizado el estado de alarma. Parecía que el camino estaba libre de obstáculos. De hecho, fuentes republicanas insistían en que «el acuerdo es difícil, pero hay espacio para el optimismo».
Por la mañana, la ejecutiva se mantenía en el no, algo que parecía protocolario antes de cerrar la negociación. Antes de despedirse, Sánchez comunicó a Aragonés que Ciudadanos se avenía también a alcanzar un acuerdo y que el presidente del Gobierno la aceptaría. Aragonés no puso objeciones siempre y cuando sus planteamientos fueran aceptados.
El martes los negociadores seguían conversando para dar forma a los contenidos. A mediodía –los republicanos insisten en concretar en las 15 horas– el acuerdo casi era un hecho. Sin embargo, las cosas se torcieron cuando a las 15.27, el Gobierno anuncia un acuerdo con Ciudadanos. Los naranjas emiten casi al unísono un comunicado en el que se jactaban de que gracias a su acuerdo «no se va a producir ninguna mesa de negociación con ERC ni con los separatistas», cuestión que el gobierno negó en la rueda de prensa de la ministra portavoz, María Jesús Montero.
La tensión aumentó porque desde los sectores de ERC más reacios al acuerdo con el PSOE se puso el grito en el cielo. La situación no mejoró con la llamada de la vicepresidenta Carmen Calvo a Pere Aragonés tras la rueda de prensa. Los republicanos están escamados con Calvo, y de hecho habían pedido al PSOE que ella no interviniera. Literalmente afirman «cada vez que llama, la negociación falla».
«Carmen Calvo no es la interlocutora más adecuada», dijeron a LA RAZÓN el pasado sábado. Estas mismas fuentes no entienden por qué Calvo asumió este papel «cuando había funcionado la comunicación entre Sánchez y Pere». Y lanzan un aviso a navegantes: «los interlocutores son Sánchez y Aragonés, ERC no seguirá por esta vía», la de Calvo. Según la versión del entorno republicano, la llamada no se atenía a lo hablado el día antes entre Sánchez y Aragonés. Lo resumían en una palabra muy catalana, la información que trasladaba Carmen Calvo estaba «esviaxada», desviada. La vicepresidenta, en este sentido, ya protagonizó la polémica en torno al «relator» que dinamitó el diálogo entre el Gobierno y la Generalitat hace poco más de un año tras el encuentro en Pedralbes (Barcelona) y abocó a España a elecciones generales.
A medida que avanzaba la tarde, los republicanos se iban enrocando y culpando a la vicepresidenta. En La Moncloa insinuaban que «ERC debe decidir si quiere el acuerdo», dando a entender que sus planteamientos eran aceptados y que la prórroga del estado de alarma no se planteaba como una dicotomía: O Ciudadanos o ERC. «Se trata de aprobar una prórroga del estado de alarma, no estamos hablando ni del futuro del Gobierno ni de los presupuestos», apuntaban fuentes socialistas.
Los periodistas insistíamos a última hora de la noche para saber la intención de voto de ERC. En ese momento, Aragonés suspendía alguna entrevista a la mañana siguiente. A las 22.15, el partido de Oriol Junqueras emitió un duro comunicado en el que dejaba claro al Gobierno y al PSOE que ellos debían elegir: o la derecha o ERC.
Tras la tensión de las últimas horas, las aguas vuelven a su cauce, pero la confianza entre ambas formaciones ha quedado muy resentida. ERC hace política en Madrid mirando de reojo a las elecciones catalanas y muy especialmente a su adversario más directo, Junts per Catalunya.
La mesa de diálogo también queda en el aire, tras el desencuentro de ayer, pero ya empieza a correr una pregunta «¿alguien piensa que se convocará la mesa en julio si el Supremo inhabilita a Torra y Cataluña está en periodo electoral?».
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