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Salud

Las infecciones causan cada año la muerte de 2,2 millones de niños menores de cinco años

Una autopsia desarrollada por el ISGlobal de Barcelona permite determinar de qué mueren niños y bebés nacidos sin vida en países de renta baja y prevenir la mortalidad infantil

Unos niños pasean por un barrio de Mathura, India, uno de los países con tasas más altas de mortalidad infantil
Unos niños pasean por un barrio de Mathura, India, uno de los países con tasas más altas de mortalidad infantilCharu Chaturvevedi

Cada año fallecen 5,4 millones de niños menores de cinco años en el mundo.Y nacen sin vida 2,5 millones de bebés, sobre todo en África subsahariana y en Ásia meridional. ¿Cuál o cuáles son las causas de esta elevada mortalidad?Esta es la pregunta que se hizo el pediatraQuique Bassat, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona, (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”. “Conocer en detalle todos los factores implicados en el fallecimiento de niños y niñas es esencial para estimar la carga de enfermedad, rastrear el progreso global y desarrollar políticas eficientes, rentables y , sobre todo, basadas en la evidencia para combatir la mortalidad infantil”, argumenta. Partiendo de esta reflexión, el doctor Bassat, desde el ISGlbal, junto a la Universidad Emory de Atlanta y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se implicó en el proyecto internacional CHAMPS, la red de vigilancia de salud infantil más grande del mundo. Quería saber qué hay detrás de las altas cifras de mortalidad en países de renta baja de África Subsahariana y Ásia meridional. El resultado de su investigación acaba de publicarse en la revista “Lancet Global Health” y concluye que más de la mitad de las muertes infantiles podrían estar relacionadas con infecciones.

Esta investigación constata científicamente su experiencia como pediatra en un hospital rural de Mozambique. “Cada día me llegaban niños con neumonía y cada día se me moría uno”, recuerda.

Para llevar a cabo el estudio, se realizaron 933 autopsias mínimamente invasivas a niños fallecidos menores de cinco años y a bebés nacidos sin vida, en cinco distritos de Bangladesh, Mali, Kenia, Mozambique y Sudáfrica. La autopsia mínimamente invasiva ha demostrado ser un aliado contra la mortalidad infantil. Se trata de una técnica desarrollada hace unos años por ISGlobal que no requiere personal ni equipo altamente especializado. Permite determinar la causa de la muerte con gran precisión a través del análisis de muestras adquiridas “post mortem”.

En estas regiones, la causa de la muerte suele determinarse con entrevistas de autopsia verbal y, ocasionalmente, a través de certificados de defunción poco precisos. Las autopsias diagnósticas completas son más precisas, pero tienen una baja aceptación cultural y religiosa, pues pueden retrasar el entierro y alterar la fisionomía- , y además requieren contar con personal calificado y recursos específicos. En este contexto, las autopsias mínimamente invasivas son una alternativa eficaz y tiene más aceptación social.

Bassat, que comparte la principal autoría de este estudio, destaca de su investigación la descripción de la cadena completa de sucesos que causan un fallecimiento. “En lugar de centrarnos en una sola causa de muerte, a menudo no específica, hemos descrito con detalle todos los escalones y procesos patológicos que desde la causa subyacente conducen a la muerte”, explica.

De esta manera, en el 63% de los casos descritos, su equipo identificó dos o más condicionantes que condujeron a la muerte en esta cadena de causas. Y en el 54% de los casos, una de estas causas era una infección. Uno de los hallazgos claves es el peso de la bacteria “klebsiella pneumoniae” en la mortalidad infantil. “Sorprendentemente, hemos encontrado esta bacteria que no suele aparecer en las listas habituales de causa de muerte infantil, en un número considerable de casos de neumonía, sepsis y meningitis”, comparte el investigador. “Esta información podría impulsar el desarrollo de nuevas herramientas y estategias para la prevención o el tratamiento de este patógeno”, dice.

Hay otros patógenos con un papel importante en el empeoramiento de la salud de los niños fallecidos. Son la Eschericcia coli, que en sistemas inmunitarios debilitados causan diarreas, incluso insuficiencia renal y muerte. Los citomegalovirus, relacionados con los virus que causan la varicela y la mononucleosis infecciosa. Y la acinobacter baumannii, que causa infecciones respiratorias, aunque también puede provocar meningitis. En los tres casos, una buena higiene puede evitar infecciones que en lugares como el África subsahariana y en niños debilitados pueden ser letales.

Bassat defiende que los estudios de la red CHAMPS marcarán un antes y un después porque proporcionan una información crucial para el diseño e implantación de intervenciones sanitarias que pueden salvar vidas. De su experiencia como pediatra en Mozambique dice que “lo más duro era tener la certeza de que veía enfermedades como la neumonía -que cada día mata a 2.000 niños-, es prevenible, fácil de indentificar y curable”. Con la intención de prevenir estas muertes, antes de que estallara la crisis del coronavirus en occidente, Barcelona acogió el I Foro Global sobre Neumonía Infantil en el CosmoCaixa. Bassat llamó a actuar para evitar que 10 millones de niños mueran de neumonía en los próximos años. ¿Cómo? Investigando, mejorando la prevención, acertando con el diagnóstico y prescribiendo tratamientos adecuados. Con vacunas, antibióticos asequibles -menos de 50 céntimos- y tratamientos de oxígeno sí se puede.