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Milli Vanilli: ¿el mayor fraude de la música moderna?

Fueron capturados cantando en “playback” en un concierto tras vender millones de discos

En la imagen, Rob Pilatus y Fab Morvan
En la imagen, Rob Pilatus y Fab MorvanLa Razón

Sin duda, la historia de la música popular está plagada de anécdotas divertidas y escabrosas, escándalos, estafas, episodios violentos...pero con seguridad en pocas ocasiones ha sobrevolado tanto el concepto de fraude como en el caso que nos ocupa, los “conciertos” de Milli Vanilli.

Además del éxito masivo que obtuvieron en su momento, finales de los 80 y con hits como “Girl you know it’s true” y “Baby don’t forget my number”, gracias a su engaño casi todo el mundo conoce ahora a Milli Vanilli. Era el ridículo nombre para un dúo alemán que la gente asocia a la no menos grotesca imagen de Rob Pilatus y Fab Morvan. Todo empezó en 1987.

Frank Farian estaba en una discoteca alemana y escuchó un tema que le gustó, llamado “Girl you know it’s true”. de repente, se le ocurrió una idea que ya había tenido diez años antes, y con gran éxito. Farian fue el “creador” de Boney M, uno de los emblemas de música disco de finales de los años 70, junto a Donna Summer y Village People.

El principal problema de Boney M era que su cantante e imagen visible Bobby Farrell...no cantaba en los temas. Lo hacía un vocalista con un físico menos agraciado, y con escasa presencia escénica. Farian diseñó el plan, y de esta manera, Farrell sólo debía bailar, sonreír y seducir en las actuaciones. Todo sería en playback. El éxito fue masivo, con bombazos como “Rasputin”, “Daddy cool” e incluso el memorable tema dedicado a un villano, “El Lute”. Sin embargo, Farrell decidió que quería cantar, y aquí terminó Boney M.

Volviendo a 1987, Farian quería repetir esta fórmula. Necesitaba un sonido actual, y lo encontró en el citado tema. Se informó y supo que el grupo se llamaba Nurmax, pero su imagen no le convenció. Tenían más de 40 años y lo que quería era algo más juvenil, enfocado al público adolescente.

Por fin lo encontró. Dos bailarines alemanes que se llamaban Rob Pilatus y Fab Morvan. Actuaban en clubes nocturnos de Munich, y cuando Frian los vio no dudó. Tenía el tema, el sonido y la imagen, con ese estilo tan peculiar para bailar. “No teníamos casi ni para comer y queríamos triunfar. Queríamos ser estrellas. De pronto, vino un tipo y nos dio una oportunidad. La agarramos” contó Rob Pilatus unos años después. Las voces de Rob y Fab no le convencieron, pero daba lo mismo porque ese no era el objetivo.

 

Con Nurmax convencidos, ya que cobrarían por simplemente no destapar el engaño, empezó la operación Milli Vanilli. Dos chicos negros muy agraciados, una música a medio camino entre el rap más suave, el pop, disco y ritmos muy de la época. Nada podía fallar. Y no falló.

“Girl you kEl tema se disparó y llegó al tope del ranking en tres países europeos. El siguiente paso tenía que ser la conquista del principal mercado. La discográfica Arista se encargaría de ello, y les mandó varios compositores a Fab y Rob.

En Estados Unidos, el éxito fue inmediato. Gustaron sus sombreros y aspecto estrafalario, sus bails, y sus temas. Consiguieron rápidamente dos números 1 más, “Baby don’t forget my number” e “I’m gonna miss you”, y nadie se percataba del engaño. Vendieron, solo en este país, siete millones de copias de su disco “All or nothing”, que tenía el pedante subtítulo de “The First Album” (idea “tomada” de Modern Talking). La revista Rolling Stone eligió a Milli Vanilli como el peor grupo del año, pero el dúo se convirtió en un fenómeno.

 

Sin embargo, comenzó a suceder algo extraño, pero en ese momento nadie se dio cuenta. En las entrevistas, ambos mostraban que su uso del inglés era muy limitado. Que su pronunciación era forzada, metálica y deficiente. Pero nadie pareció enterarse de que en sus temas rapeaban con una fluidez envidiable. En vivo sus interpretaciones eran de una enorme precisión; en las partes instrumentales (o maquinales: casi todo eran máquinas de ritmos) metían gritos y comentarios al público. El último momento de gloria llegó en 1990, cuando ganaron los American Music Awards.

Las entrevistas en un inglés balbuceado, el playback fallido en Connecticut y hasta una denuncia de que Rob y Fab no eran los cantantes sucedieron antes de los Grammy. A la Academia no pareció importarle que todo indicaba que se trataba de un producto de diseño con el único fin de vender. El agravante es que los otros candidatos a Artistas Revelación ese año eran Soul to Soul, Neneh Cherry y las Indigo Girls.

Nueve meses después de la ceremonia, llegó el bochorno. Fue en un concierto en Connecticut. En plena interpretación de “Girl you know it’s true”, el mecanismo falló y el estribillo sonó hasta catorce veces. Los “músicos” y las “coristas” seguían a lo suyo, haciendo ver que iban acorde con lo que sonaba, aunque Rob y Fab estaban desconcertados y sin saber que hacer. Las 18.000 personas del público empezaron a sorprenderse, pero finalmente captaron lo sucedido y hubo abucheo.

Al poco rato, Rob abandonó el escenario y corriendo hacia los camerinos. La cinta se había trabado y parecía que su gran secreto sería revelado. Increíblemente, Fab convenció a Pilatus y ambos siguieron con el show, con el público bailando e insultando. Pero esa noche pasó a la historia porque todo quedó destapado.

Por extraño que parezca, en un primer momento Milli Vanilli siguió vendiendo igual. En total colocaron cinco singles entre los cinco primeros en Estados Unidos. También consiguieron premios, como los American Music Awards y el Grammy al mejor artista nuevo. Unos meses después, todo se derrumbó, y pasaron a ser un sinónimo de fraude. Pero ese no era el último capítulo.

Fue un escándalo de enormes dimensiones, que sin embargo sólo,pareció afectar a Morva y Pilatus, que sufrieron una fuerte dilapidación.

Antes, a finales de 1989, un par de meses antes de los Grammy, y mientras Milli Vanilli era el grupo del momento, Charles Shaw realizó una denuncia: él era la voz principal en las grabaciones. Shaw veía cómo su voz estaba en un producto que vendía por decenas de millones de dólares y él no veía ni un centavo y no obtenía ni siquiera reconocimiento artístico. Sólo había cobrado 6 mil dólares por poner su voz en el tema.

Siguiendo con una trama de cine negro, grabó un disco y salió a hablar en los medios. Supuso que los ecos del escándalo lo harían conocido y le asegurarían la venta de una cantidad digna de unidades y hasta podría conseguir algunos shows. Farian se movió con velocidad. Llegó a un acuerdo y le pagó 150 mil dólares por su silencio. En realidad, el arreglo incluía que Shaw hablara con los medios y dijera que sólo se había tratado de una broma.

En noviembre de 1990 todo explotó. La discográfica clamaba por un segundo disco. Mientras Farian buscaba temas, Rob y Fab se plantaron. Exigieron cantar en las grabaciones, que fuera su voz la que apareciera en sus temas. Ninguno de los dos cantaba mal; grabaciones posteriores lo demostraron.

Farian no hizo ni caso y les remitió al acuerdo. Ante la Prensa, recordó incluso casos más o menos parecidos, como The Monkees y Village People. “No veo el problema. Dos graban las voces mientras que otros dos dan la cara y bailan. Todo el mundo lo hace de alguna manera. ¿O ustedes piensan que Janet Jackson y Madonna con esas complejas coreografías cantan todo el tiempo sobre el escenario?” intentó justificar.

Encegado, Farian siguió creyendo que Fab y Rob eran unos peleles, por lo que no se sentía presionado. Estaba convencido de que las voces originales y sus canciones podrían repetir el boom del primer disco.

Pilatus y Morvan también ofrecieron explicaciones. Dijeron que habían recibido un adelanto de 20 mil dólares y que cuando exigieron cantar les pidieron que los devuelvan, pero ellos ya no tenían el dinero. Que a partir de ese momento quedaron atrapados, y aseguraron que de mostrarían a todo el mundo que ellos eran capaces de cantar. Y se pusieron a cantar y a rapear delante de los cientos de periodistas. Sólo pedían una nueva oportunidad. Una oportunidad que nunca más tuvieron.

La Academia de Música revocó por primera vez en su historia una distinción y exigió que devolvieran su premio Grammy.

La discográfica, Arista, debió enfrentar demandas colectivas de consumidores que habían comprado el disco o que habían concurrido a sus conciertos. El primer arreglo le otorgaba a cada comprador del disco 4 dólares. Pero esos escasos dólares eran un crédito para comprar algún álbum de otro artista de la discográfica. Luego, se decidió que se debía devolver el dinero gastados en los discos y en los recitales.

Pilatus y Morvan continuaron, con el nombre de Rob y Fab, pero su disco vendió...2 mil copias. Por su parte, el insaciable Farian creó The Real Milli Vanilli, pero el fracaso fue igual de sonoro. Pilatus y Morgan protagonizaron el comercial de chicles Carefree. Se burlaban de ellos mismos. Hacían un playback fallido de una ópera. Ese fue el mayor provecho que lograron sacar después de la caída.

Tras el fiasco de Rob and Fab, Morvan estableció su residencia en Los Ángeles y se dedicó a presentar programas de radio y eventos públicos. Por el contrario, Pilatus protagonizó diversos delitos de vandalismo, consumo de drogas y asalto por los que incluso fue encarcelado varios meses en 1996.

Este episodio motivó que Morvan retomara su amistad con Pilatus y llegara a pagarle un semestre en una clínica de desintoxicación. Pilatus regresó sin dinero a Alemania para afrontar la rehabilitación con ayuda de su familia y de Farian. El productor había hecho las paces con Rob y Fab y pensaba recuperar Milli Vanilli con un nuevo álbum, “Back and in Attack”, en el que ellos serían los intérpretes originales. Sin embargo, el 2 de abril de 1998, Rob Pilatus fue hallado muerto en un hotel de Frankfurt por sobredosis.

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