Salud

Robert Güerri: «Si se toman medidas, pero la gente sigue viéndose, hay que ir un confinamiento más duro»

Entrevista con el jefe de sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas y coordinador de hospitalización y COVID-19 del Hospital del Mar de Barcelona. Invita a “autoconfinarse” este fin de semana: «Es crucial frenar la transmisión para evitar que el sistema sanitario se vuelva a colapsar»

"Hay que entender que nos piden autoconfinarnos, que es una situación excepcional y hay que hacer un esfuerzo. Si vivimos como si no pasara nada, tenemos un problema porque facilitaremos que el virus circule y los recursos hospitalarios no son infinitos» Robert Güerri/ Coordinador de la Unidad Covid-19 del Hospital del Mar
"Hay que entender que nos piden autoconfinarnos, que es una situación excepcional y hay que hacer un esfuerzo. Si vivimos como si no pasara nada, tenemos un problema porque facilitaremos que el virus circule y los recursos hospitalarios no son infinitos»Robert Güerri/ Jefe de Sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas y coordinador de hospitalización Covid-19 del Hospital del MarHospital del Mar

Hace un año, el doctor Robert Güerri, jefe de sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas y coordinador de hospitalización convencional y Covid-19 del Hospital del Mar (Barcelona), estaba centrado en mejorar la vida de los enfermos de sida. Además de atenderlos en su consulta, participaba en varios proyectos de investigación. El que le robaba más tiempo era sobre la inflamación asociada a las infecciones virales crónicas. Acaba de recibir un premio que lo valora como uno de los investigadores menores de 40 años más destacados en la investigación del VIH. Pero la noticia ha pasado desapercibida. Ahora, todo gira alrededor de la COVID-19. También la vida del doctor Güerri. Cuando el nuevo coronavirus, un ser tan diminuto que en el grosor de un pelo caben mil especímenes en fila india, empujó a millones de personas a encerrarse en su casa, él recorrió el camino contrario. Como tenía experiencia en la planta de enfermedades infecciosas y en Urgencias, el director médico del Hospital del Mar le llamó para coordinar junto a otros profesionales la respuesta a la COVID-19. Y desde entonces no ha parado.

-¿Cómo ha cambiado su vida desde marzo?

-Era adjunto de la planta de enfermedades infecciosas y estaba en varios proyectos de investigación. En enero, estaba en la Universidad de California, con la que colaboro como investigador, y de repente les llegó un millón de dólares para analizar la secuencia genética del nuevo virus que en aquel entonces afectaba a China. Fue el primer aviso de que este virus podía traer problemas.

-¿Sigue colaborando con la Universidad de California?

- Cada semana tengo videoconferencia con ellos. Antes hablábamos de VIH, ahora han cambiado su línea de investigación para centrarse en el coronavirus y como en el Hospital del Mar tenemos muchos pacientes, colaboramos con ellos.

-¿Por qué Europa se ha convertido en esta segunda ola en el epicentro de la pandemia?

-Por cómo vivimos. Si mezclamos una densidad de población alta, un clima que beneficia la transmisión del virus y una sociedad a la que le gusta interactuar y es menos disciplinada que la asiática, tenemos una situación que favorece la transmisión.

-Y en Cataluña, ¿qué hemos hecho extra para plantarnos en noviembre con los hospitales haciendo piruetas para evitar el colapso?

-Tanto en Cataluña como en España, la reacción política y sanitaria ha sido tardía. Una de las cosas que hemos aprendido es que la respuesta ha de ser precoz, porque si das ventaja a este virus, te pasa por encima. La respuesta ha sido lenta y la actitud de los ciudadanos no ha ayudado.

-Pero las restricciones de las últimas semanas han servido para bajar la velocidad de transmisión.

-Probablemente, falten medidas para frenar la transmisión en la comunidad y que la gente interiorice tres normas que no han cambiado desde marzo: distancia, higiene y mascarilla. A diferencia de la primera ola, ahora viene el invierno: temperaturas más frías, menos radiaciones ultravioletas en el ambiente –que es una situación en la que el virus se transmite bien–, y más tiempo en espacios interiores. Es crucial frenar la transmisión para evitar que el sistema sanitario se vuelva a colapsar.

-¿Medidas como el cierre de los municipios los fines de semana son un parche?

-A toro pasado es fácil decir las cosas. Hay que tener claro que el virus se transmite por contacto individual estrecho. Si como ciudadanos no somos conscientes de que este es un problema que afecta a todos y que hemos de cambiar nuestra forma de vida durante un tiempo, tenemos un problema. Porque por muchas decisiones políticas que se tomen, si no hay conciencia individual, no iremos a ninguna parte.

-¿No se ha entendido el mensaje de los confinamientos parciales de quedarse en casa?

-Puedes pensar que no pasa nada si dos personas se encuentran y hablan un rato, pero el problema es que si esto lo multiplicas por un millón de contactos, por pura estadística habrá contagios.

-¿Cómo os sentís los médicos cuando salís de trabajar y veis la playa llena?

-Entiendo que son muchos meses con restricciones y que no hay instrucciones claras. Por un lado, los entiendo y por otro, siento rabia contenida porque llevamos siete meses haciendo un esfuerzo titánico y nos quedan como mínimo seis meses más. Que vaya todo mejor depende de todos, pero la gente no lo está entendiendo. Esto es una carrera de fondo, pero si al salir a la calle, te encuentras grupos de gente, el futuro que veo es bastante negro.

-¿Estamos abocados a un confinamiento total?

-Lo que nos piden durante quince días es autoconfinarnos. Mi familia y yo no salimos de casa este fin de semana porque había mucha gente en la calle. Si vivimos este momento como si no pasara nada, facilitaremos que el virus circule. Llegar a un confinamiento domiciliario es la última estación, pero si se toman medidas, la gente sigue viéndose y el virus sigue circulando, hay que ir a un confinamiento más contundente. Y cuanto antes, mejor.

-¿Cómo se ha preparado el Hospital del Mar para encarar la segunda ola?

-Hace semanas que hemos activado el plan de contingencia en el que contemplamos cinco escenarios para diferentes fases. Estamos en la tercera. Tenemos los servicios de Enfermedades Infecciosas y Medicina Interna casi al 100% atendiendo a pacientes covid. Neumología, Críticos, Reanimación y Urgencias también volcados en estos pacientes. Y se está intentando preservar al máximo la atención de otras patologías. Pero puede llegar un momento en que esto no sea posible. Tenemos la impresión de que quien no ha perdido a alguien o ha tenido a una persona cercana grave no es consciente de lo virulento que puede ser este virus. La COVID-19 es una enfermedad grave, si no se atiende de forma adecuada. Y ahora, vamos hacia la saturación.

-¿Podemos evitarlo?

-No hay que perder de vista el ciclo biológico del virus: uno se infecta y luego presenta síntomas entre los primeros 7 y 15 días, por lo tanto, el efecto de las medidas, se ven 15 días después. Pero las formas graves se complican entre 7 y 10 días después de debutar la infección. Desde que se toman las medidas, tienes 25 días por delante de inestabilidad.

-¿Cuántos pacientes covid tienen en la UCI?

-Si no se hubiera activado el plan de contingencia la UCI estaría al 60%. Pero hemos incrementado camas y esto nos ha permitido atender a todos los enfermos

-¿El perfil de los pacientes es distinto al de la primera ola?

-En la primera ola se concentraron muchos pacientes, muy graves, en un corto periodo de tiempo. Y esto supera cualquier previsión. En este momento, con los tratamientos que tenemos, logramos que la enfermedad evolucione más despacio. Cuando un paciente empeora, la gravedad es similar, pero conocemos mejor la enfermedad y en bastantes casos evitamos que algunos pacientes evolucionen a formas graves.

-¿Cómo se trata un paciente con covid?

-Los primeros días de la infección ponemos antivirales. Si el enfermo no mejora, antiinflamatorios. Pero para poder hacer esto es importante estar a pie de cama e identificar bien al paciente. El médico sabe ver en qué momento está el enfermo y cómo puede evolucionar.

-¿Este manejo incide en que la mortalidad haya bajado tres veces desde marzo?

-Ha bajado en todos los perfiles de edad. La media de edad de ingresados en la UCI en la primera ola era de 70 años, en verano bajó a los 55 años, pero lo que ocurre en intensivos es un espejo de lo que hay en planta y ahora la media de edad vuelve a subir.

-En marzo, uno de los retos en la UCI era tener los respiradores, ¿ahora cual es el reto?

-No dejar de atender otras patologías. Uno de los daños colaterales graves es que haya gente con enfermedades crónicas y no tan crónicas a las que se altera su tratamiento o que no se diagnostique a tiempo, un cáncer u otra enfermedad. Por ahora, atendemos a todos.