Opinión

Los nombres de las fiestas

El espacio acoge este año 170 paradas
El espacio acoge este año 170 paradasDavid ZorrakinoEuropa Press

Disfrutamos la semana pasada del puente que algunos, los menos, llaman de la Constitución, y otros, la mayoría, de la Purísima o de la Inmaculada. El primer nombre hace referencia a la Ley fundamental actualmente vigente, ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, y el segundo, al dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María decretado por la Iglesia católica en 1854; de ahí que todas las Concha, hipocorístico de Concepción, como Pepe de José o Charo de Rosario, celebren su onomástica ese día.

Y estamos ahora en el tiempo de Adviento, que comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad y da nombre a los golosos calendarios infantiles característicos de estas fechas. Viene luego el día de los Santos Inocentes, en conmemoración de la matanza de los niños ordenada por Herodes, y terminan las fiestas y las vacaciones escolares con la Epifanía o adoración de los Reyes Magos (a los que algunos, por lo que parece, de buena gana retirarían del belén, y tal vez, si en sus manos estuviera, también del calendario).

Por febrero arriba, tras el carnaval, con el Miércoles de Ceniza empieza la Cuaresma, cuarenta días de penitencia que sirven de preparación para la Pascua de Resurrección (o Pascua Florida) que clausura la Semana Santa iniciada el Domingo de Ramos. Unos cincuenta días después llega la Pascua de Pentecostés (o Pascua Granada), que antecede en diez días a la fiesta del Corpus, circunscrita ya desde hace un tiempo al calendario litúrgico.

Son, la mayor parte, nombres tomados de episodios y personajes bíblicos, y lo mismo ocurre con los de otras festividades que adornan y amenizan el calendario laboral. Nombres y festividades que ilustran sobre cuáles son las raíces de nuestra cultura. También las de nuestra historia, que, por más que a algunos no les guste, no se puede cambiar, y convendría que tampoco olvidar, ni desdeñar.