Hollywood
¿Quién llora a Lana Clarkson, la actriz asesinada por Phil Spector?
Fue protagonista de películas de serie B y apareció en series de televisión como “El Equipo A” o “El coche fantástico”
El Hollywood Forever Cementery es uno de los cementerios más antiguos de la ciudad de Los Ángeles. Es allí donde se encuentran las tumbas de algunos de los grandes iconos de la gran pantalla, desde Rodolfo Valentino a Tyrone Power pasando por Judy Garland, Mickey Rooney o Maila Nurmi, más conocida como Vampira. Es allí, en la capilla columbario en la zona sur, en el segundo piso donde se encuentran depositadas las cenizas de una actriz desaparecida demasiado pronto. Su carrera estaba despegando cuando en su camino se cruzó un productor llamado Phil Spector. Se llamaba Lana Clarkson y en 2003 la encontraron asesinada en casa de Spector.
Lana era una actriz de películas de serie B y había logrado el aplauso del público liderando “La Reina de Barbaria”. No había tenido la suerte de trabajar en superproducciones con un papel protagonista, pero sí que había logrado hacerse un hueco en películas como “El precio del poder” o “Amazonas en la luna”, además de apariciones en series de televisión como “El coche fantástico”, “Vacaciones en el mar” o “El Equipo A”. Uno de sus últimos trabajos en la gran pantalla fue interpretar a Jayne Mansfield en una “tv-movie” sobre James Dean.
En 2003, Lana Clarkson, de 40 años, vivía en una modesta casa en Venice, Los Ángeles, junto a un canal que quería simular los de la ciudad homónima italiana. Con un alquiler elevadísimo, la actriz tenía que aceptar todo tipo de trabajos para llegar a fin de mes, aunque estos no estuvieran relacionados con sus aspiraciones para convertirse en una estrella de Hollywood. Por eso, mientras esperaba que su agente la promoviera para alguna película trabajaba como camarera en House of Blues, un célebre local de música en directo y copas en la ciudad californiana. Fue allí donde Lana conoció una noche a Phil Spector.
En un primer momento, Lana no reconoció al productor y hasta llegó a pensar que era una mujer por su pelo. Por eso, en un primer momento, no le permitió pasar al área reservada y donde se pueden tomar copas más allá de la hora fijada por el establecimiento. “Trátalo como si fuera oro”, le dijeron desde gerencia a la camarera. Empezaron a hablar y a beber juntos, pidiendo Spector una de las botellas más caras de champán guardadas en House of Blues, además de seguir con el bourbon. A eso de las dos y media de la madrugada, cuando el local bajaba la persiana, Lana se fue con Spector. El chófer del productor, Adriano de Souza, los esperaba en la salida preparados para llevarlos hasta la ostentosa casa de Spector en el barrio de Alhambra. La mansión, comprada en 1988, se llama Pyrenes Castle y está rodeada de viviendas modestas.
Lo que pasó después ha entrado en el terreno de la especulación y el sensacionalismo, en ocasiones cargando las tintas en las teorías más absurdas. Lo que está claro es que hacia las cinco de la mañana, Adriano de Souza escuchó algo parecido a varios disparos, al igual que un vecino cercano a la mansión. El productor le dijo a su chófer: “Creo que he matado a alguien”. Sí, la había matado. De Souza vio a su jefe salir por la puerta de atrás con un revólver en la mano.
Cuando la policía entró en la casa encontraron el cadáver de Lana tumbado sobre una silla. La boca estaba ensangrentada y había perdido varios dientes que quedaron esparcidos por la habitación. Vestida de negro, sobre su hombro derecho todavía colgaba su bolso.
Cuando Phil Spector fue detenido, no quiso sacarse las manos de los bolsillos por lo que acabó recibiendo una descarga de una pistola Teaser de la policía. “No quise dispararle. Fue un accidente”, alegó en su defensa. En una entrevista con la revista “Esquire”, Spector aseguró que “ella besó la pistola”.
Los detectives que entraron en la residencia descubrieron que Spector guarda un importante arsenal, pero la que había sido empleada en el asesinato de Lana Clarkson era la única que no estaba registrada. La policía se llevó del escenario del crimen restos de dientes y uñas de la víctima, además de una funda ensangrentada y nueve armas.
Spector buscó ayuda legal y contrató en un primer momento a Robert Shapiro, que logró librar de la cárcel a O.J. Simpson. Pero tras él vendrían dos equipos más de abogados que intentaron demostrar que Lana jugaba a suicidarse en la casa de su cliente. Finalmente fue condenado a 19 años de prisión por homicidio en segundo grado. Murió en la cárcel víctima del coronavirus. Por su parte, Lana Clarkson murió asesinada, víctima de un demente que ya había amenazado con una pistola a varias mujeres como si se tratara de un juego, como si la violencia de género fuera un juego para alguien que se sentía por encima del bien y del mal. A Lana Clarkson se la sigue llorando. A Phil Spector será difícil que alguien lo llore.
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