Salud
Vall d’Hebron desarrolla una calculadora para predecir complicaciones en fetos con retraso en el crecimiento
Se trata de una fórmula basada en unos marcadores placentarios que permite pronosticar de forma precisa los posibles problemas durante el embarazo y si el parto será prematuro
Durante la gestación, el retraso en el crecimiento del feto no es en sí un hecho determinante, pero sí que es posible que éste sea la manifestación de un problema mucho más grave que puede derivar en un nacimiento prematuro, con todos los riesgos y secuelas que ello puede acarrear, así como en otra serie de complicaciones antes, durante y después del parto que podrían incluso provocar la muerte del feto.
“Cuando el feto no alcanza su potencial de crecimiento y su peso está por debajo de lo que consideramos normal, es decir por debajo del percentil 10, es cuando decimos que se produce un retraso en el crecimiento”, explica el doctor Manel Mendoza, facultativo especialista del Servicio de Obstetricia, responsable de la Unidad de Insuficiencia Placentaria de Vall d’Hebron, quien al respecto señala que “su principal causa y la más importante, puesto que condiciona el pronóstico de ese feto, es que la placenta de la madre no funciona como debería y, por lo tanto, al feto no le llegan los nutrientes necesarios para crecer adecuadamente”.
En cualquier caso, el retraso en el crecimiento “es la primera causa de muerte fetal inesperada o espontánea y aumenta de forma significativa el riesgo de sufrimiento del feto, de manera que incrementa las posibilidades de tener que practicar cesáreas de urgencias antes de que el embarazo llegue a término y, por lo tanto, es pues también la primera causa de parto prematuro provocado y la prematuridad puede provocar secuelas a corto y largo plazo”, indica el doctor Mendoza
Este retraso en el crecimiento se diagnostica entre el segundo y el tercer trimestre de embarazo, porque es cuando resulta más evidente que la placenta no puede nutrir adecuadamente al feto, que por lo tanto no va creciendo como debiera, y cuanto más precoz es el diagnóstico más difícil es llevar a cabo un pronóstico sobre las posibles secuelas o complicaciones a las que tendrá que hacer frente ese feto antes, durante y después del parto. “Cuando el retraso del crecimiento es precoz, es decir que lo diagnosticamos antes de las 32 semanas de gestación, es muy complicado conocer el pronóstico de este feto, puesto que aún queda mucho embarazo por delante y durante todo ese tiempo la situación puede ir variando”, explica el doctor Mendoza, quien al respecto señala que, por ello, “hasta ahora nos era muy difícil poder informar a los padres acerca del pronóstico”.
Fórmulas para pronosticar
En este contexto, desde la Unidad de Insuficiencia Placentaria del Servicio de Obstetricia de Vall d’Hebron pusieron en marcha un estudio con el fin de recoger datos para poder desarrollar una calculadora que, desde el mismo momento del diagnóstico del retraso de crecimiento precoz, permitiera a los doctores conocer el riesgo de complicaciones que tendrá ese feto, tanto durante el embarazo, como durante el parto y después del nacimiento. “El objetivo era el de poder ofrecer a los padres un pronóstico personalizado, una explicación sobre lo que les pasará, para así permitirles entender mejor el diagnóstico y la evolución de la gestación, lo cual contribuye a reducir su incertidumbre y estrés”, comenta el doctor Mendoza.
Durante el estudio, que consistió en el seguimiento de 173 gestantes con fetos que presentaban retraso en el crecimiento precoz, se tuvieron en cuenta datos relativos a las características propias de las madres, a la posible existencia de alteraciones en las ecografías, a la semana de gestación en la que se diagnosticó el retraso de crecimiento del feto, así como también se valoraron factores relacionados con el mal funcionamiento de la placenta, conocidos como sFlt1/P1GF. “Con toda esta información, se analizó la relación entre los diferentes tipos de datos y el riesgo de complicaciones y elaboramos varias fórmulas para poder predecir ese riesgo de forma personalizada y vimos que esos marcadores de la placenta son los que permiten llevar a cabo una predicción más precisa”, destaca el doctor, quien sin embargo quiere dejar claro que “si bien éstos por sí solos dan una información muy ajustada acerca de las posibles complicaciones, no pueden usarse aún para tomar decisiones como, por ejemplo, cuándo provocar el parto, ya que para ello antes es necesaria una validación con otras cohortes”.
Además, puesto que no todos los centros tienen a su disposición esos marcadores, los investigadores desarrollaron también una segunda fórmula alternativa, que prescinde de los factores placentarios y solo tiene en cuenta los otros datos. Ésta también permite hacer una predicción sobre posibles complicaciones, aunque con una menor precisión. En cualquier caso, estas fórmulas son una herramienta eficaz a la hora de poder recabar más información sobre la evolución del embarazo y del feto para compartirla con los progenitores y contribuir así a mitigar su estrés y angustia ante la incertidumbre acerca del futuro de su bebé.
La información da tranquilidad
“Cuando te dan el diagnóstico es un shock. Tienes muchas dudas sobre cómo irá el embarazo y eso produce estrés. Nunca estás preparada para afrontar dificultades en el embarazo, por eso el poder disponer de la máxima información posible da más tranquilidad y te permite ser más consciente de la situación”, comenta acerca de la utilidad de la calculadora Odei Etxearte, a quien en el segundo trimestre de gestación le diagnosticaron un retraso en el crecimiento del feto debido a un incorrecto funcionamiento de la placenta por presión en las arterias uterinas aumentadas.
Así pues, Odei y su pareja tuvieron la oportunidad de saber desde el mismo momento del diagnóstico que “podía llegar el momento en el que, durante el embarazo, la sangre no llegara al feto o bien que ella sufriera preclamsia”, razón por la cual la gestante empezó a realizar un estricto control diario de su presión y del movimiento del feto en su barriga. Además, también gracias a la calculadora, el doctor pudo predecir que “había muchas posibilidades que el bebé naciera prematuro, entre la semana 30 y la 34, aunque finalmente pudo aguantar hasta la semana 37”, explica Odei, a quien le indujeron el parto el pasado mes de agosto.
El bebé, pues, finalmente no nació prematuro, pero sí con un bajo peso, concretamente 2,150 kilos, y tuvo que permanecer 18 días en la UCI “porque tenía caídas de azúcar debido a su inmadurez y también por su bajo peso”, recuerda la madre, quien sin embargo asegura que “a día de hoy el niño está perfecto, sin ningún tipo de secuela y con un peso en la media”
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