Opinión
«Panem et circenses»
De entre la infinidad de estrategias políticas que han seguido los diferentes gobernantes mundiales a lo largo de la historia, ninguna ha recibido mayor aceptación y acogida que la que Juvenal, el afamado poeta satírico, acuñó en la antigua Roma bajo la expresión «panem et circenses». El enunciado de la maniobra es de lo más simplón: mantén a la masa, a la población, contenta con alguna golosina –con pan y con juegos, en aquel entonces– y no se preocuparán por aquello que no te interesa que les preocupe. Es un poco como lo de ponerle una zanahoria delante al burro para que haga girar la noria: el animal sólo ve la apetecible hortaliza, olvidándose de todo lo demás. Juvenal, que mordaz lo era un rato, tildaba así de cabestros a sus conciudadanos.
Como la fórmula funciona como un reloj suizo, pues todos tiran de ella. Y, claro, aquí no vamos a ser menos. Pero no sólo el gobierno actual –que por supuesto–, sino que lo hicieron igualmente todos los anteriores y lo harán también los que lleguen después. Porque los cabestros de Juvenal, los borregos, siempre estamos ahí, en cualquier tiempo, conformando el gran rebaño, dócil y manso, dispuesto a ser contentado y, digamos, conducido.
Indultar a los políticos condenados era una medida controvertida que enfureció a buena parte de los españoles. Los antecedentes inmediatos, con el selfie de Sánchez con Biden vendido como cumbre bilateral, tampoco ayudaban a dejar en buen lugar al Gobierno. Urgía, pues, encontrar un buen contrapeso, una buena zanahoria. Era el momento de dar «panem et circenses». El fin de la obligación de llevar mascarilla en lugares abiertos, junto con la previa del partido, el fin del estado de alarma, era maná caído del cielo. La noticia generaba ilusión y permitía entrever una visión soñada por todos: el fin del suplicio y de las restricciones. La vuelta a la normalidad. La liberación ansiada. ¿Quién iba ahora a acordarse de Biden y de los indultos? ¿Los jóvenes, demasiado ocupados en decidir a qué fiesta iban a acudir? ¿Los asfixiados comerciantes, haciendo ya sus nuevos números de la esperanza?
Ahora, a pagar la fiesta: repuntes, cambio de tendencia, marcha atrás y amenaza de quinta ola. Miedo y remordimientos. Temor a que el paso adelante dado no suponga tener que dar pronto cinco atrás. El pan y el circo duran… hasta que se acaban. Pero tranquilos, siempre habrá más. Siempre lo ha habido a lo largo de los siglos. Y siempre ha funcionado. Porque contentar al rebaño, en el fondo, es bastante fácil.
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