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Sucesos

Una tentativa de suicidio cada día

El Telèfon de Prevenció del Suïcidi atiende 3.653 consultadas relacionadas con el tema en su primer año de servicio

Una trabajadora del Teléfono de la Esperanza Europa Press

El Telèfon de Prevenció del Suïcidi ha atendido 3.653 casos directamente relacionados con el suicidio en su primer año de servicio, según ha explicado la directora de la Fundació Ajuda i Esperança, Esperança Esteve, en su comparecencia ante la Comissió de Drets Socials del Parlament.

El servicio, impulsado en un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona en agosto de 2020, ha recibido más de 6.000 llamadas, de las cuales 3.653 directamente relacionadas con el suicidio y el resto de usuarios que presentaban situaciones de crisis.

En 100 ocasiones, se trataba de llamadas con “suicidio inminente”, para las que se ha activado el teléfono del 061 --43 casos--, y la directora de la fundación ha especificado que aún no tienen la cifra para saber a cuántas personas han podido salvar con la activación del teléfono 061.

Son datos recogidos por la entidad en el primer año desde la puesta en marcha del teléfono, y que suman a los del Telèfon de l’Esperança, que lleva la misma entidad desde hace 53 años y que había llegado a recibir una llamada de ideación suicida cada tres días.

Ha detallado que, en el teléfono de prevención del suicidio se rompe la confidencialidad --característica particular del Telèfon de l’Esperança promovido por la misma entidad-- porque “el objetivo es salvar vidas”, en un servicio que a principios de 2022 empezará a atender en inglés y árabe y con el objetivo de incorporar más idiomas para garantizar el acceso a toda la ciudadanía.

MÁS IDIOMAS Y PÚBLICO JOVEN

La directora de Ajuda i Esperança ha insistido en que el teléfono, pese a ser fruto de un convenio con el consistorio barcelonés, recibe llamadas de todo el territorio catalán e incluso de fuera de Cataluña, por lo que ha pedido a las administraciones un sistema integrador de todos los recursos públicos y de la actividad del tejido asociativo.

Esteve también ha avanzado que próximamente pondrán en marcha una línea de WhatsApp para trabajar la comunicación con los jóvenes: “Es la población más frágil ya que, por una parte, tienen un marco de referencia diferente respecto a la muerte y, por otra, se les hace mucho más difícil lidiar con ciertos problemas”, ha detallado la directora.

En cuanto al Telèfon de l’Esperança, ha recordado que atendió 55.000 llamadas en 2020, de las cuales el 63% eran mujeres y las categorías más frecuentes de los problemas expresados estaban relacionados con toda la variabilidad de la salud mental expresada y en ningún caso diagnosticada, ha clarificado, y también la soledad: “La soledad tiene rostro de mujer”, ha zanjado Esperança Esteve.

Desde la dirección de la entidad, ha reivindicado el modelo mixto de los teléfonos porque, por una parte, tienen a los voluntarios que ofrecen una “escucha sin prisas y sin juicios”, y por otra parte, un sistema de derechos público, al que son canalizados mediante las llamadas, para que los usuarios puedan ser bien atendidos.

En este momento, el Telèfon de l’Esperança, que lleva 53 años en activo, recibe 153 llamadas diarias, cuenta con unos 300 voluntarios y tres líneas telefónicas de atención.

Durante el confinamiento, las tentativas de suicidio entre los adolescentes, cayeron, probablemente porque éste supuso un paréntesis en la vida de todos, que se puso en pausa, y los chicos dejaron temporalmente de estar expuestos a la situación estresante que les generaba malestar, sin embargo, tras el verano, cuando regresamos a la rutina, a la realidad, se produjo un repunte significativo.

“Nosotros, desde octubre de 2020, hemos cuadruplicado el número de casos que atendemos por esta problemática”, confirma Fran Villar, coordinador del Programa de Atención a la Consulta Suicida en el Hospital Sant Joan de Déu, quien al respecto comenta que “tras el verano, volvieron las exigencias, pero sin embargo los chicos no tenían opción de disfrutar de actividades de descarga como es el deporte o el ocio”. Y es que no hay que olvidar que, aunque con la perspectiva de los años la adolescencia se recuerde como una época maravillosa, éste es un periodo vital “repleto de cambios, algunos muy duros, lo que te puede hacer tener muchas inseguridades, es una época en la que todo se vive con mucha intensidad y hay personas que no tienen las herramientas para gestionar esa situación emocional”, señala Cecilia Borrás, madre de un chico que se quitó la vida y presidenta de la asociación ‘Després del suicidi’.

Ese es, precisamente, uno de los posibles factores de protección que el entorno puede ofrecer a un adolescente con ideación de suicidio. “Cuando un chico transmite su malestar, no hay que subestimarlo porque creamos que no tiene razones materiales para sentirse así, sino que hay que empoderarlo en su dolor y estar siempre abiertos al diálogo, darles un espacio de escucha”, relata Borrás. En la misma línea, Villar señala que “es clave validar el dolor de ese adolescente que transmite o da señales de su malestar, hay que reconocerlo y admitir que éste puede existir” . “Es fatal decirle a un chico que lo está pasando mal que está perdiendo los mejores años de su vida, cuando para él son los peores”, comenta el doctor, quien, asimismo, pone de relieve que “cuando alguien nos da a conocer su voluntad de quitarse la vida, hay que tomárselo siempre en serio, no podemos ignorarlo por considerar que es una forma de llamar la atención”.

En realidad, es una alerta, una petición la ayuda y esa señal de alerta puede producirse de forma verbal, pero también a través de cambios significativos en su conducta o en su rendimiento académico, así como en los hábitos de sueño, ... en definitiva, “la persona deja de ser ella misma y ante estos cambios, siempre tendemos a pensar que son cosas de la edad, pero en realidad ese es el momento de preguntar, de abrir una puerta al diálogo”.

En este sentido, Villar recuerda que antes del suicidio siempre hay una preaviso, ya sea a través de señales como mediante la verbalización de la intención y recuerda que “cuando ya se verbaliza la intención de quitarse la vida hace ya mucho tiempo que esa persona lleva dando vueltas a la idea del suicidio”. De hecho, hay estudios que demuestran que entre el momento en el que un adolescente empieza a pensar en la muerte y la tentativa real pasa de un media un año.

Es por ello que es clave aprovechar esa ventana de oportunidad para actuar y por ello “hay que hacer un esfuerzo por empatizar " con el adolescente que da muestras de su intención de quitarse la vida, pese a que, frecuentemente, “nos cuesta más creer que lo que está diciendo es lo que realmente piensa cuando se trata de un adolescente que cuando es un adulto”, tal y como indica Villar, para a continuación puntualizar, sin embargo, que “pese a que hay que tomárselo en serio, hay que hacerlo con contención, sin ponerse nervioso a la hora de reconocer ese dolor”, porque con esa actitud solo se transmite un mayor desasosiego y preocupación.