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Las “fake news” poéticas de J. V. Foix

Reeditado “Allò que no diu La Vanguardia”, un libro con noticias, telegramas y hechos imaginados por el poeta de Sarrià

J. V. Foix
J. V. FoixLa Razón

Mucho antes que las redes nos invadieran con noticias falsas, con manipulaciones de todo tipo, hubo quien creyó que se podía crear una nueva realidad a partir de la poesía. Eso es lo que pensó un gran poeta llamado J. V. Foix y eso es lo que hizo evidente en un libro estupendo que acaba de ser recuperado por la fundación que lleva su nombre y Edicions 62. Se trata de «Allò que no diu La Vanguardia», un pequeño gran volumen en el que quien fuera impulsor de algunas publicaciones de vanguardia, como la mítica revista «L’Amic de les Arts», trató de mostrar otra verdad que no siempre es la que explican los periódicos.

En los años sesenta, mientras pasaba los veranos en el Port de la Selva, Foix empezó a trabajar en un proyecto tan ingenioso como divertido. Era una suerte de noticiero poético que tenía como principales lectores a los amigos del autor de «Sol, i de dol» o «KRTU». Eso es lo que podemos encontrar en la sección de este libro que lleva por título «Noves de darrera hora», escrita entre 1966 y1969. Allí nos topamos con titulares tan deliciosos como «Un museu amb tres vèrtebres fracturades ha d’ésser hospitalizat sense triga» o «Mentre els jurats taciturns no responen al telèfon uns infants són salvats de les aigües del llac per una casa en foc, a deu passos de la nit».

El reportero poético Foix también nos aporta noticies sorprendentes por él creadas y que en no pocas ocasiones tienen lo mejor de la creatividad del gran poeta de Sarrià. Es el caso de autovehículo decrépito que, como si se tratara de una historia de Stephen King, «refà automàticament la carcassa, ataca un banc a Sevilla, sobrevola un zoo municipal gallejant i cilíndric, fa benzina en un airós assortidor del Maresme, i declara a un jutge instructor que no sap res de les nits metafòriques de Na Maria Boí, la cabelluda i documentada motorista postuniversitària maquilla de verd com el sidecar dún cobrador de banca». En otra de estas notas se nos dice que «una casa pairal del Ripollès, silenciosa i amb guants rústecs, s’evadeix, camí de la muntanya, i amb un crit de revolta nega als infants el dret a dir paraulotes que la neociència i la novopedagogia d’avui aproven, embadocades. –Pleguem, clama sorruda, els para-sols, que les parets són altes. I segueix, vigorosa, l’escalada, amb corda doble i per quatre hores».

Pero todo esto se refiere, como se ha dicho, a la década de los sesenta. Viajemos más atrás en el tiempo, hasta el 1 de octubre de 1922, cuando el diario «La Publicidad» pasó a llamarse «La Publicitat», el último capítulo en la catalanización de sus páginas. Fue también en ese momento cuando el periódico sumó a J. V. Foix como uno de sus principales colaboradres, algo que estuvo haciendo hasta el estallido de la Guerra Civil. Su cometido era el encargarse de la sección de cultura, tal y como nos recuerda Jordi Cornudella en el iluminador prólogo de esta edición de «Allò que no diu La Vanguardia». Anticipa el periodismo cultural que muchos conocemos hoy y que expone en la página de «Les Lletres» dentro de «La Publicitat». Es allí donde tiene un apartado titulado «Meridians» y que el poeta firma con el seudónimo de Focius. Es aquí donde fue incorporando algunas anotaciones y que iban precedidas del título «Telegrames» y que aparecieron entre 1929 y 1931. El primero de ellos está fechado en Melbourne el 16 de enero de 1930 y en él podemos leer: «durant la passada vaga d’estudiants universitaris els vaguistes van adoptar la barba “llonga i espessa” com a distintiu. La vaga ha acabat però els estudiants han decidit de seguir amb la cara peluda. La cosa singular és que el jovent no universitari s’ha encomanat la pelifília i s’ha deixat créixer la barba. Actualment, tot baró, jove o madur que s’estima rumbeja cofoi el pèl i les cares rasurades són un distintiu de femelleta o de faldilletes. Més d’una noia ha renyit amb el promès o amb l’amic per haver resistit la passa. Diuen que en molts d’altres indrets d’Amèrica la barba té partidaris, i que la facècia dels estudiants pot capgirar l’estètica moderna de la faç masculina a tot el món».

Pero no era esta la única sección que mantuvo Foix en «La Publicitat». Durante un mes de 1932, entre el 10 de febrero y el 10 de marzo, el poeta se ocupo de otra, aunque de manera anónima. Son interesantes por la capacidad del autor para fabular, para combinar realidad con ficción hasta llevarlo a su propio imaginario personal. En ellas encontramos referencias a nombres como Sebastià Sánchez-Juan, Joan Miró, Salvador Dalí, Josep Carner o Just Cabot, entre otros. Memorable es, por ejemplo, el texto que dedica a la infancia de Joan Estelric que compartió Foix en el barrio de Sarrià. Por cierto que el mismísimo Foix aparece como personaje dentro de estos breves y deliciosos textos.

El libro incluye la recuperación de algunos textos dispersos, además de la corrección de signos de puntuación y algunas erratas que no habían sido tenidas en cuenta hasta la fecha. Todo ello nos permite disfrutar de un Foix distinto, de unas «fake news» que son las que nos gustaría encontrar si el poeta hoy tuviera redes sociales. Afortunadamente tenemos «Allò que no diu La Vanguardia» como regalo literario.