Arte

Freud: «Si los españoles son así no me extraña que tengan una guerra civil»

La exposición recién inaugurada en Viena aporta nueva información del encuentro entre el padre del psicoanálisis y Dalí

GRAF6974. VIENA (AUSTRIA), 27/01/2022.- La obra de Dalí "Acaemia neocubista" forma parte de la exposición "Dali-Freud: una obsesión" inaugurada en Viena. EFE/Marina Sera
GRAF6974. VIENA (AUSTRIA), 27/01/2022.- La obra de Dalí "Acaemia neocubista" forma parte de la exposición "Dali-Freud: una obsesión" inaugurada en Viena. EFE/Marina SeraMarina SeraAgencia EFE

Desde esta semana el Museo Belvedere de Viena se adentra en la complejísima obsesión de Salvador Dalí hacia la figura y la obra de Sigmund Freud. Una de las grandes virtudes de la muestra, que sigue la estela de la que ya se dedicó al mismo tema –aunque en aquel momento con menos obras y documentos– en 2018 en la casa-museo del padre del psicoanálisis en Londres, es la incorporación de numerosos datos que nos permiten conocer algunos detalles nuevos de uno de los encuentros más explosivos, desde el punto de vista artístico, del siglo XX.

Vayamos a los datos y estos nos llevan hasta Stefan Zweig, el escritor que se encargó de organizar la mítica reunión. Fue Dalí quien le pidió si podría convencer a Freud para poder conocer a quien consideraba uno de sus héroes. Zweig escribió de 1938 al ya anciano y enfermo psicoanalista, ya instalado en Londres huyendo del nazismo: «Para mí, Salvador Dalí (tan oscuras como puedan ser algunas de sus cosas) es el único genio pictórico de la época y el único que sobrevivirá, un fanático de su convicción y uno de los más fieles y agradecidos alumnos que tiene entre los artistas». Zweig indicaba que se acercaría a verlo junto con Dalí, su esposa y musa Gala y Edward James, por aquel entonces generoso mecenas del ampurdanés y propietario del cuadro que querían mostrar a Freud: «Cisnes reflejando elefantes». Por otro lado, el autor de «El mundo de ayer» hablaba de la posibilidad de que Dalí le hiciera un retrato.

James comentaría tiempo después a Christopher Sykes cómo había sido la breve entrevista en la que «Salvador se veía tan emocionado que sus ojos ardían». Mientras Dalí dibujaba al padre del psicoanálisis, Freud le dijo a James: «Este chico parece un fanático. No me parece raro que estén teniendo una guerra civil en España si son así».

Por su parte, el propio protagonista de esta historia, rememoraría a la periodista Paloma Chamorro que aquello fue, en realidad, un enfrentamiento debido a la pasividad de Freud ante las pretensiones del artista. Dalí quería que Freud leyera su método paranoico-critico, pero el viejo profesor estaba más atento en el cuadro que habían llevado a la reunión. «Al final di un puñetazo y le dije: “Quiero que lea esto esta noche”. Entonces Freud se quedó un poco asombrado y dijo a Stefan Zweig que “nunca he visto un prototipo de español más claramente. Es un fanático”».

En realidad, lo que Freud le dijo el día después del encuentro a Zweig en carta fue que «realmente debo agradecerle por la presentación a los invitados que me trajo ayer. Porque hasta entonces me inclinaba a considerar a los surrealistas, quienes parece que me han elegido como su santo patrón, como absolutos (digamos 95 por ciento, como el alcohol) excéntricos. Sin embargo, ese joven español, con sus ojos cándidos fanáticos y su indiscutible dominio técnico, me ha hecho reconsiderar mi opinión. Sería en efecto muy interesante para investigar analíticamente cómo una imagen como esta llegó a ser pintada. Desde el punto de vista crítico aún podría sostenerse que la noción de arte desafía expansión, siempre y cuando la proporción cuantitativa de material inconsciente y tratamiento preconsciente no permanece dentro de los límites definidos. En cualquier caso se trata de graves problemas psicológicos».

Pese a todo, a Dalí le quedó la impresión de que todo aquello había sido un fracaso. Tal vez no sea bueno conocer a aquellos que admiramos