Prevención

Zarandear al bebé es el tipo de violencia física que más muertes y secuelas causa

El número de casos de síndrome del bebé zarandeado va en aumento este año, por lo que Vall d’Hebron ha puesto en marcha un programa de prevención dirigido a informar a los padres y cuidadores acerca de las posibles consecuencias que esta conducta puede tener sobre la salud del bebé

El lloro intenso y prolongado del bebé es el principal desencadenante de la actitud descontrolada de padres y cuidadores que puede producir síndrome del bebé sacudido
El lloro intenso y prolongado del bebé es el principal desencadenante de la actitud descontrolada de padres y cuidadores que puede producir síndrome del bebé sacudidolarazon

Los padres de un recién nacido pueden enfrentarse a diario a situaciones muy estresantes relacionadas con la propia crianza del bebé, muchas veces asociadas a episodios reiterados de lloros fuertes o prolongados en el tiempo, algo que se produce frecuentemente cuando el bebé sufre cólicos, y ello puede, en ocasiones, desembocar en una pérdida de control por parte de los progenitores.

Ese es precisamente el desencadenante principal de lo que se conoce como síndrome del bebé zarandeado, que es una de las formas del Traumatismo Craneal Abusivo, término con el que se define a toda lesión que tiene lugar en el cráneo del bebé de forma no accidental. “Algunos padres o cuidadores acaban zarandeando al bebé sin intención de hacerle daño, solo para que pare de llorar, porque han perdido los nervios”, explica la doctora Anna Fàbregas, adjunta del Servicio de Pediatría y coordinadora del equipo EMMA-Unidad de Atención a las Violencias en la Infancia y la Adolescencia, quien al respecto señala que, pese a esa falta de intencionalidad, “no somos conscientes del daño que pueden hacer esos zarandeos al bebé”.

Los rápidos movimientos de aceleración y desaceleración que producen esas zarandeos en la cabeza del bebé favorecen que, debido al gran tamaño de la cabeza en proporción al resto del cuerpo y la débil musculatura del cuello de estas criaturas, tenga lugar un traumatismo craneal. Además, tal y como comenta César Ruiz, jefe de la Sección de Neonatología del Hospital Infantil Vall d ‘Hebron, “cuando se zarandea a un bebé, hay un deslizamiento de las membranas que cubren el cerebro con el propio cerebro y eso produce la ruptura de los pequeños capilares de la zona provocando una hemorragia y que no llegue la sangre suficiente a esa parte del cerebro. Es un efecto de cizallamiento”,

En cuanto a los síntomas del síndrome del bebé zarandeado, el doctor Ruiz señala que “su gravedad es proporcional a la fuerza usada y al número de veces que se lleva a cabo esta práctica” y los más habituales son “la hemorragia cerebral en forma de hematomas subdurales, es decir que se localizan entre el cráneo y el cerebro, comprimiendo a éste último y produciendo al bebé desde convulsiones, hasta apneas e, incluso, parada respiratoria y la muerte; hemorragias retinianas, que comportan riesgo de pérdida total de visión, y fracturas en las costillas”, comenta la doctora Fàbregas para a continuación indicar que, cuando estos síntomas no son perceptibles, “habitualmente lo que vemos es a un bebé más irritable, que come mal, en ocasiones tiene vómitos y su perímetro craneal ha crecido”.

“Las consecuencias del traumatismo craneal abusivo no son inmediatas, sino que se produce un sangrado lento y los síntomas pueden no verse hasta semanas después del episodio”. En cualquier caso, hay que tener claro que “se trata de pacientes muy complejos, de manera que es importante que éstos sean asistidos en hospitales con recursos para atenderlos de forma integral, en toda su complejidad, con neurocirujanos pediátricos, radiólogos, oftalmólogos pediátricos...”, pone de relieve el doctor Ruiz.

Para que se produzcan estas lesiones, “el zarandeo se ha de hacer por fuerzas de alto impacto y de forma repetida y de hecho, más de una vez hemos visto en las pruebas por imagen que en el cráneo de ese bebé había hematomas de diferentes colores, lo que quiere decir que éstos se han producido en distintos momentos”, explica la doctora, quien además apunta que “cuanto más pequeño es el bebé, más riesgo hay de que el zarandeo produzca un traumatismo craneal, que tiene lugar principalmente entre los críos menores de seis meses, especialmente si son prematuros”.

Secuelas e incluso muerte

En cualquier caso, lo preocupante es que uno de cada cuatro niños que sufre Traumatismo Craneal Abusivo en el mundo muere y, tal y como pone de relieve la doctora Fàbregas, de los que sobreviven, dos de cada tres se quedan con secuelas, ya sea ceguera, problemas de audición, alteraciones neurológicas, retraso cognitivo...”. Y es que, aunque zarandear a un bebé no es la violencia física más frecuente que se ejerce sobre esta población, lo cierto es que es la causa de más muertes y más secuelas.

Si a eso añadimos que, en lo que llevamos de año, en el Hospital Vall d’Hebron, ya se ha atendido a cinco críos con síndrome del bebé zarandeado, cuando el año pasado solo fue uno, en 2020 tan solo se registraron dos casos y la media es de dos o tres casos anuales, parece necesario advertir a la población acerca de los riegos de esta conducta. De hecho, en los últimos once años se han contabilizado un total de 27 casos -sin contar los cinco de 2022-, de los cuales dos murieron, la mitad sufrió secuelas neurológicas y en torno al 50% tuvo que ingresar en la UCI. Una de las posibles causas de ese previsible importante aumento de casos este año, en el que en el mes de junio ya se ha duplicado la media, es la pandemia, que actuaría como factor de riesgo por su carácter estresor.

“Es importante alertar a la población de lo peligroso que es zarandear al bebé”, constata la doctora Fàbregas y, en otro orden de cosas, tampoco está de más recordar que, tal y como apunta Giuliana Ríos, trabajadora social sanitaria del equipo EMMA, “de los cinco casos que hemos atendido en lo que llevamos de año, en dos se ha optado por separar al bebé de sus padres”. Por todo ello, desde el Servicio de Neonatología y el equipo EMMA-Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia de Vall d’Hebron se ha puesto en marcha un programa de prevención del traumatismo craneal abusivo con el que se pretende complementar la acción impulsada en este sentido hace un par de años por el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, que elaboró el tríptico informativo,¡Auxilio! No para de llorar, para distribuirlo en los hospitales y Centros de Atención Primaria, el cual incluye consejos para cuidar a un bebé.

“Creemos que lo que tenemos que hacer ahora es explicar en qué consiste el síndrome del bebé zarandeado y sus posibles consecuencias”, comenta Fàbregas, motivo por el cual todos los padres y cuidadores de niños que nacen en Vall d’Hebron son informados verbalmente por los profesionales de enfermería, en la misma habitación en la que se encuentran ingresados, acerca de los riesgos que comporta esta práctica.Además, estas recomendaciones también están contempladas por escrito en el informe de alta que reciben los progenitores antes de abandonar en hospital.

El perfil característico

A la hora de establecer esos consejos orientados a prevenir el síndrome del bebé zarandeado, es importante definir el perfil tipo del protagonista y escenario en el que esos zarandeos se producen. Esos episodios suelen tener lugar como reacción al lloro inconsolable del bebé e influyen de forma desatacada algunos factores de riesgo como las expectativas no realistas sobre el desarrollo de la bebé que se han creado los padres o cuidadores, el estrés que éstos sufren, las situaciones familiares de vulnerabilidad, un contexto de violencia machista, consumo de alcohol o de otras sustancias, unos progenitores jóvenes o sin apoyo de la red social. Son los hombres (60%) quienes habitualmente ejercen más este tipo de violencia y ésta se produce con más frecuencia entre los niños (77%) de entro los dos y los ochos meses de vida del bebé.

Sea como fuere, cuando un bebé llora, en primer lugar hay que tratar de resolver las demandas que presenta, de manera que es oportuno comprobar si tiene hambre, sueño o bien es necesario cambiarle el pañal. También es aconsejable cogerle en brazos, acunarle suavemente... pero si ninguna de las estrategias convencionales funciona y el bebé sigue llorando, es conveniente ceder el testigo a otras personas que prueben a calmarlo. En el caso de no tener esta opción porque solo hay una persona que se hace cargo del cuidado del bebé, lo adecuado es, antes de perder los nervios, dejarlo en la cuna hasta recuperar la tranquilidad.