Opinión
Aquellos policías (In Memoriam de Jesús G. Argüelles)
Jesús fue uno de esos policías hijos de una época en la que el concepto de los derechos humanos y el orden público no estaba todavía definido como hoy lo entendemos, esa España de la transición y los años inmediatamente posteriores
Este no es un articulo fácil, porque se remonta a tiempos que no fueron fáciles, ni se refiere a hombres que fueran fáciles, la vida de Jesús como la de muchos de sus compañeros puede explicarse de muchas maneras pero ninguna de forma sencilla.
Jesús fue uno de esos policías hijos de una época en la que el concepto de los derechos humanos y el orden público no estaba todavía definido como hoy lo entendemos, esa España de la transición y los años inmediatamente posteriores en la que todavía quedaban rescoldos de un intento de golpe de estado, y en la que una organización mataba cuando y como quería, con el silencio cómplice de una parte de la población, la cobardía de muchos políticos, y la complicidad pasiva de nuestros países vecinos.
Es muy fácil juzgar hoy desde la perspectiva actual a aquellos hombres y aquellas circunstancias, pero para entenderlos había que haber estado ahí en aquellos momentos.
Vestían uniformes diferentes y también en muchos casos las relaciones entre ellos no fueron sencillas, hay quién dice que entre verdes y azules se llegó en alguna ocasión a poner una pistola encima de la mesa, tómenlo ustedes de forma literal o metafórica como mejor les parezca.
Es cierto que aquellos hombres jugaron al límite, tan cierto que puedo afirmar categóricamente que sin ellos los que mataban hubieran seguido matando, y tengo mis muy serias dudas de que hoy, problemas políticos al margen, disfrutásemos de la estabilidad que tenemos.
Establece un viejo dicho que los tiempos duros crean hombres duros que dan lugar a tiempos fáciles, como todo dicho puede relativizarse, pero Jesús como otros policías, como otros guardia civiles, tuvieron que convertirse en hombres duros, porque aunque no se quiera reconocer el precio de nuestra transición democrática fue una guerra no declarada en la que hubo centenares de muertos, y en la que aquellos que de una u otra manera participamos nos jugábamos la vida, pido perdón por incluirme pero creo que es justo porque también quienes defendíamos a esos policías y a esos guardia civiles nos expusimos a que aquellos que decidían quién debía morir nos considerasen objetivo.
Hoy cuando se reescribe la historia y se convierte a los malos en hombres de paz hay quién piensa que ni Jesús, ni Enrique, ni Ángel, ni los que todavía siguen entre nosotros no merecen otra cosa más que el olvido. Pero ellos nos van dejando, otros disfrutan de su retiro y pocos siguen todavía en activo, pero cada vez que se va uno de ellos se va un pedazo de la historia de España, porque el denominador común es llevarse a la tumba muchas de las cosas que les tocó vivir.
Son otros expertos o presuntos expertos los que analizan, verbalizan, dogmatizan, etc. etc., la mayor parte de las veces sin haberlos conocido. Tampoco en general los que les defendimos somos muy explícitos, porque si ellos no quisieron contar cosas quienes somos nosotros para hacerlo.
Jesús me premió con su amistad, como tengo la Paco, la de Lorenzo, la de Luis, y la de tantos otros independientemente del color del uniforme, a Jesús siempre que le pedí algo me ayudó, el sabia como yo sabía, que cualquier cosa que necesitásemos allí estaríamos como lo se de los otros.
Jesús no fue un hombre fácil ni lo fue su vida, aunque en el trato personal desbordase simpatía. Descanse en paz un gran policía, un valiente, un amigo.
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