Cargando...

Arte

El Dry Martini se convierte en el museo ideal de Javier Mariscal

El local barcelonés presenta en una exposición la obra más reciente del reconocido artista

Javier de las Muelas y Javier Mariscal en Dry Martini Jordi Poch

Fuera prejuicios. Olviden esa cosa tan manida y aburrida de que la pintura solamente puede estar colgado en un elegante salón. Hay que hacer un poco de memoria, sin ir más lejos, en esta misma ciudad de Barcelona. La primera exposición importante de Pablo Picasso no fue en una gran galería sino en un lugar en el que tomar copas, mejor dicho, cervezas que se llama Els 4 Gats. Así que siguiendo esta tradición en la que se combina las bebidas, la noche y el arte, Dry Martini, el famoso local de Javier de las Muelas en Barcelona, abre sus salas a los nuevos trabajos de Javier Mariscal, una exposición con pintura, grabado, escultura y cerámica, incluso alguna página de cómic. Todo ello crea un diálogo insólito entre este espacio y lo que allí se presenta en sus paredes, convirtiendo este establecimiento mítico de la capital catalana en una suerte de galería de arte.

«Siempre he pensado que el bar es un espacio de libertad, un lugar en el que puedes brindar por la vida, por quien sea, por María, por Ángel, por mi hijo que le han dado buenas notas», explica Mariscal en declaraciones a este diario. Dicho esto, no es extraño que el artista vea el Dry Martini como «una catedral en la que hay que entrar al atardecer, con la luz más apagada, con esa luz más filtrada. Con cuatro o cinco copas aquí ya estás en el cielo. Sé de lo que hablo porque he estado varias veces con San Pedro y eso allí es muy nubloso. En el cielo es muy fácil entrar, pero lo que no lo es tanto es salir. Así que lo mejor es venir de noche porque esto es muy nocturno».

Muchas de las piezas se han realizado expresamente para esta exposición, como también comenta Javier de las Muelas a este diario. «Hemos estado trabajando en este proyecto durante un año. Somos amigos desde hace cincuenta años, de cuando abrimos el Gimlet, en el barrio de la Ribera y hemos mantenido una relación de cariño. Él es un creador con una obra que siempre me ha gustado y creía que podía introducirse en todos los espacios del Dry Martini», comentó. Es verdad. Es en todas y cada una de las salas del local donde puede verse el trabajo de Mariscal, incluso más allá porque también se ha encargado de diseñar las chaquetillas de los camareros y de los cocineros, con dibujos personalizados. «Hemos querido que su arte estuviera en todas partes, especialmente aquel que se aplica a lo cotidiano, a los platos, los vasos, las bandejas. Por ejemplo, hemos cambiado el gotero de cristal de los cócteles por un botijo diseñado por él. Es el arte convertido en objetos accesibles y asequibles para todos», matiza Javier de las Muelas.

Entre los cuadros pueden verse a los personajes de Mariscal entre copas, saboreando cócteles, cuadros que en ocasiones rozan lo escultórico, la tercera dimensión gracias a los mismos marcos. «Estos marcos me los ha hecho un gran amigo y me sirven para jugar porque veo la vida cubista. La realidad está hecha en distintos volúmenes y a mi me encanta sobreponer una cosa sobre otra», añade Mariscal.

Quien visite el Dry Martini, además de pedir en la barra o en la mesa una bebida, ya sea Gin Fizz, Margaritas, Negronis o Whisky Sours, por citar unos pocos, también podrá contemplar algunas muestras de la labor que está llevando a cabo Mariscal en el terreno de la cerámica, recordando el trabajo que está realizando en el actualidad con Arturo Mora, responsable del único taller alfarero que en la actualidad se mantiene en activo en Manises siguiendo una tradición familiar que se remonta al siglo XVIII. Sobre esto habla de que «me gusta esa cerámica que se puede servir, que es funcional, la que se usa para hacer ensaladas y a la que añades lechuga, aceite, guisantes o mayonesa. Me gusta que todo esto se mezcle».

Por otro lado, las piezas de lo que hasta septiembre es una suerte de Museo Mariscal de Barcelona, algo que le debe la ciudad a este creador, están en venta con precios que van desde los 100 a los 20.000 euros. ¿No le gustaría a Javier Mariscal que todos estos trabajos se quedaran en las paredes del Dry Martini? «Trabajo las imágenes de mis cuadros, pero cuando luego las encuentro en una casa pasa a ser algo muy guapo. Pasa como las canciones que una vez que están compuestas dejan de ser tuyas. En un principio, es triste porque es de alguna manera como si se te llevaran un hijo, pero también es un privilegio el poder entrar en una intimidad que no es la tuya», aclara brindando junto a sus pinturas.