Lengua catalana

"España no exige el español para trabajar pero Cataluña sí exige el catalán, es absurdo": la reacción de un famoso escritor catalán

Un debate abierto: ¿es discriminación pedir catalán para ciertos empleos en Cataluña o una exigencia lógica?

Dos personas hablando tratando de comprender el catalán
"España no exige el español para trabajar pero Cataluña sí exige el catalán"Public Domain / PexelsPublic Domain / Pexels

En redes y en la calle se repite una polémica: ¿es unaimposiciónaprendercatalán para trabajar en Cataluña?. La respuesta parece evidente si la comparamos con otras realidades. ¿Alguien se imagina a un grupo de inmigrantes en Madrid exigiendo trabajar sin saber español? Nadie lo concibe. Ni en París sin francés, ni en Berlín sin alemán. En cualquier país, saber la lengua oficial es la norma, no una opción.

Sin embargo, en Cataluña el debate estalla cada vez que se plantea la exigencia del catalán para trabajar en atención al público. Algunos lo califican de imposición lingüística e incluso de “discriminación”. Pero, ¿por qué lo que parece lógico en todo el mundo aquí se convierte en polémica?

La raíz del problema: poder político y lengua dominante

La clave está en el marco político. Como explica Vicenç Villatoro en un reciente ensayo, la lengua oficial de Cataluña no la define la sociolingüística, sino el poder político. En España, el castellanoha sido la lengua del poder durante siglos. Aunque el catalán era la lengua familiar de la mayoría, las leyes y las instituciones consolidaron el castellano como la lengua obligatoria. De ahí que, hoy, en Cataluña no sea imprescindible saber catalán para trabajar, incluso en empleos con atención directa al público.

Otro punto que genera confusión es que los derechos lingüísticos son territoriales, no individuales. Si un ciudadano español se traslada a París no puede exigir ser atendido en castellano. Sin embargo, en Cataluña, muchos creen que pedir catalán equivale a “una imposición”. ¿Por qué? Porque se ha instalado la idea de que el catalán es secundario frente al castellano. Un desequilibrio que no ocurre en otros países europeos.

¿Imposición o discriminación inversa?

La paradoja es clara: en otros países, aprender la lengua local es una obligación natural para trabajar. Aquí, la resistencia a hacerlo no es un problema lingüístico, sino político. Y eso coloca al catalán en una posición desigual frente a otras lenguas oficiales.

Lo que en París, Berlín o Madrid sería incuestionable, en Cataluña se convierte en debate. Y muchos se preguntan: ¿de verdad es una discriminación pedir catalán para trabajar? ¿O lo es permitir que una lengua entera sea relegada?