Arte

No es la Pedrera y no es de Gaudí: esta es la joya del modernismo catalán que compite con la Sagrada Familia

Más allá de Barcelona: el modernismo también respira en Terrassa

Masia Freixa
Masia FreixaWikipedia

Cuando se menciona el modernismo catalán, es fácil que los nombres que resuenen sean siempre los mismos: Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner o Josep Puig i Cadafalch. Sus obras, la Sagrada Familia, el Palau de la Música Catalana, la Casa Amatller, son mundialmente conocidas, iconos turísticos de primer orden que atraen a millones de visitantes cada año. Sin embargo, el modernismo catalán no se limita a las calles del Eixample de Barcelona. Existen auténticas maravillas arquitectónicas repartidas por toda Cataluña que merecen el mismo reconocimiento, aunque no siempre lo reciben.

Una de esas joyas escondidas se encuentra en Terrassa, a tan solo media hora de Barcelona. Su nombre es Masia Freixa, un edificio que parece sacado de un sueño, una fusión perfecta entre naturaleza, arte y arquitectura. Su imagen etérea, de color blanco impoluto y líneas curvas, recuerda inevitablemente al estilo de Gaudí, aunque no fue construida por él, sino por otro gran nombre del modernismo: Lluís Muncunill i Parellada.

Un encargo familiar que acabó siendo una obra maestra

La historia de la Masia Freixa se remonta al final del siglo XIX, cuando Terrassa vivía un auge económico gracias a la industria textil. En ese contexto, el empresario Josep Freixa i Argemí, propietario de una antigua fábrica de hilados, encargó al arquitecto Muncunill la transformación de aquel edificio fabril en una residencia familiar que, además de cómoda, fuese un símbolo del nuevo gusto estético de la época.

Entre 1907 y 1914, Muncunill llevó a cabo la reforma integral del edificio y lo convirtió en una obra de arte. Inspirado por los principios del modernismo y por la obra de Gaudí, empleó técnicas como la volta catalana, el uso de arcos parabólicos, el respeto por la luz natural y la búsqueda de formas orgánicas y fluidas. El resultado fue un edificio que parece una escultura habitada, una masía que desafía las convenciones arquitectónicas rurales para convertirse en símbolo cultural.

Un edificio lleno de detalles y simbolismo

La Masia Freixa destaca en todos sus elementos. Su techo ondulante, recubierto por una capa de mortero blanco con diminutos cristales que reflejan la luz solar, le otorga una presencia casi mágica. Los arcos parabólicos, visibles en sus porches, ventanas y puertas, evocan las formas de la naturaleza. La torre octogonal que se eleva en uno de sus ángulos le da una verticalidad inesperada, convirtiéndose en uno de sus elementos más fotografiados.

En el interior, aunque muy reformado, aún se conserva parte del mobiliario original del comedor y el despacho, diseñado por Joaquim Vancells, artista local. Y en su entorno, el jardín romántico concebido por Rafael Benet i Vancells ofrece un paseo apacible entre vegetación, senderos curvos y bancos escondidos, perfecto para disfrutar de la calma del Parc Sant Jordi, donde se encuentra la masía.

De residencia privada a símbolo público de Terrassa

Tras décadas de uso privado, la Masia Freixa pasó a manos públicas en 1959, cuando el Ayuntamiento de Terrassa la adquirió para integrarla en el entorno urbano como parte del Parc de Sant Jordi, creado sobre los antiguos jardines de la residencia. Desde entonces, ha tenido distintos usos: fue sede del Conservatorio Municipal de Música, y en la actualidad alberga la Oficina de Turismo de Terrassa, la del Síndic Municipal de Greuges y la Xarxa de Turisme Industrial de Catalunya.

Este paso de lo privado a lo público permitió que la ciudadanía pudiera redescubrir una de las obras más valiosas de su patrimonio. Gracias a las visitas guiadas organizadas por el consistorio, es posible conocer su historia en profundidad, adentrarse en sus salas y dejarse maravillar por los secretos arquitectónicos que esconde su fachada blanca y sinuosa.

En 2023, fue declarada Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) en la categoría de Monumento Histórico, consolidando su importancia dentro del conjunto del patrimonio catalán.

Una alternativa a los clásicos del turismo modernista

Visitar la Masia Freixa no solo es una experiencia estética, sino también un viaje cultural y emocional. Lejos del bullicio turístico del centro de Barcelona, esta obra permite contemplar con calma la riqueza del modernismo catalán, su integración con la naturaleza, su espiritualidad implícita y su apuesta por una belleza funcional y armónica.

Para quienes buscan alternativas menos conocidas pero igual de impactantes que la Sagrada Familia o la Casa Batlló, esta construcción de Terrassa es una auténtica joya que compite de tú a tú con los grandes nombres del modernismo. En definitiva, un tesoro escondido que merece salir de la sombra de Gaudí.