Opinión
Transpórtame (Transporta’m)
Rodalies se está consolidando, tristemente, como la palabra del año en Cataluña
Rodalies se está consolidando, tristemente, como la palabra del año en Cataluña. Cada día, sin excepción, se produce alguna incidencia: retrasos crónicos, trenes cancelados sin previo aviso, estaciones colapsadas, desvíos imprevistos, averías constantes. A todo ello se suman las huelgas derivadas del desacuerdo por el traspaso de la gestión a la Generalitat. El resultado es un sistema ferroviario colapsado que ha dejado de cumplir su función básica: transportar personas con fiabilidad y dignidad.
Pero lo más indignante no es solo la precariedad del servicio, sino el desprecio absoluto por los usuarios. En los últimos meses se ha hecho evidente una carencia inadmisible: la falta total de información en tiempo real. Usuarios atrapados en andenes sin saber si el tren llegará, si ha sido cancelado, o qué alternativa pueden tomar. Todo esto mientras la información sí existe y está al alcance de cualquiera que sepa buscarla: los datos procedentes de ADIF, la entidad responsable de la infraestructura ferroviaria, son públicos y permiten conocer la posición exacta de los trenes, sus retrasos y el estado de la red.
¿Y Renfe? Nada. Ni sus responsables ni sus aplicaciones ofrecen esta información a los usuarios. Un técnico informático, David Cortés Toledano, lo ha hecho por ellos. Miembro de la plataforma Dignitat a les Vies, ha creado Transporta’m, una aplicación gratuita que utiliza esos datos de ADIF para informar con precisión a los pasajeros. Lo que debería ser una función básica de un servicio público, lo ha hecho, desde casa, un ciudadano harto del abandono institucional.
Transporta’m ya funciona para iOS, Android y en web. Integra datos de Rodalies, Ferrocarrils, Regionales y Tram, ofreciendo incluso rutas alternativas y paradas cercanas mediante geolocalización. ¿Y Renfe? Sigue ignorando las necesidades de los usuarios que pagan los sueldos de una estructura plagada de incompetencia.
A la falta de inversión y una infraestructura obsoleta se suma algo peor: la desidia, la ausencia de profesionalidad y el nulo interés en servir al ciudadano. Lo de Rodalies ya no es un problema técnico: es una vergüenza ética.