Opinión
¿Una vida sin libros?
Casi un tercio de los españoles no lee nunca un libro
El 68 % de los españoles lee en su tiempo libre, según el informe presentado hace escasas fechas por el Gremio de Editores. La cifra induce a primera vista al optimismo, incluso a la celebración. Pero la alegría se muda en ceño adusto si esa misma cifra se mira desde otro lado, porque entonces (como ya advirtiera el poeta Ramón de Campoamor: “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”) el dato no resulta ni mucho menos halagüeño: casi un tercio de los españoles no lee nunca un libro.
Son porcentajes, advierte el informe, similares a los registrados en los últimos años, tras el notable aumento del hábito lector a consecuencia de la pandemia. Entre los factores que propician ese hábito lector, se señala como determinante el nivel educativo, y la educación tiene asimismo mucho que ver con que los dos segmentos de población que más leen sean, por este orden, los niños de entre 6 y 14 años y los jóvenes de entre 14 y 24 años (entendiendo, en ambos casos, que son datos referidos a lecturas que, motivadas o no por obligaciones escolares, ocupan su tiempo libre).
Del informe se desprende también que las mujeres leen más que los hombres (un 68,6 % frente a un 59,3 %), que la lectura en soporte digital se mantiene en torno al 30 % y que son cada vez más las personas que recurren a los audiolibros.
En cuanto a ese tercio de la población que se resiste a abrir un libro, los encuestados lo achacan a la falta de tiempo libre, a que prefieren otros entretenimientos o, directamente, a que no tienen interés ninguno por la lectura.
Pensando en estos últimos, le entran a uno ganas de ir por ahí predicando las bondades de los libros a ver si de alguna manera se les puede convencer.
Que leer, les diría, me ha ayudado a hacer la vida más entretenida y llevadera, que a todos los libros leídos les estoy muy agradecido por los buenísimos ratos que me han hecho pasar, y por lo que me han enseñado, y por la amistad que desinteresadamente me han brindado, siempre atentos y esperándome en las estanterías. Que leyendo vivirán otras vidas y se les ensanchará el mundo. Que cuando necesiten compañía, o consuelo, o ayuda, abran un buen libro, y lo mismo si no saben qué hacer y se aburren, porque la lectura detiene los relojes, o al revés, según se mire, los hace ir tan deprisa que las horas pasan en un santiamén. Eso sin contar con que todos los libros enseñan algo, los buenos por descontado, pero también los malos, que ya dijo Cervantes, y antes Plinio, que no hay libro tan malo que no tenga algo bueno.
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