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Astronomía

¿Qué hay más allá de Orión?

Tal vez la inmortal frase de Blade Runner no tenga sentido, pero precisamente por eso nos habla de lo que significa la ciencia.

Imagen de la película "Blade Runner" donde sale Rutger Hauer en el papel de Roy Batty sujetando una paloma blanca con la mirada perdida.
Fotograma de la película Blade Runner donde aparece Roy Batty momentos antes de morir.larazonBlade Runner

Aquellas palabras eran poco naturales, parecían salidas de una ópera que nada tuviera que ver con el resto del guion. Había algo en ellas que chirriaba y Rutger Hauer se había prometido encontrarlo y eliminarlo. Eso es exactamente lo que estaba haciendo la noche antes del rodaje, podando un texto que no era suyo, sin sospechar que pasaría a la historia por ello:

Son apenas un puñado de letras, pero se han grabado a fuego en la memoria de millones de espectadores. Las palabras redentoras de un moribundo que paladea más que nunca el valor de su propia vida. El trazo que termina de difuminar la frontera entre los replicantes y nosotros, haciéndoles más humanos que los humanos. Son ellas quienes acaban de dar forma a Roy Batty y en cierto modo, las responsables de que Blade Runner siga siendo un icono del cine.

Y, sin embargo, por muy evocadora que pueda ser la cita, nadie la entiende. ¿Qué son la “Puerta de Tannhäuser y los “rayos C”? Es sorprendente que unas líneas tan vacías nos puedan llenar tanto, porque nada de esto existe ni en la realidad ni en la ficción de Philip K. Dick y Ridley Scott. Aunque, lo cierto es que podría haber una pizca de verdad en las palabras del replicante. La constelación de Orión es real, pero ¿qué hay más allá de ella?

La constelación de Orión

Es muy probable que, mirando el cielo nocturno, hayas visto alguna vez un trío de estrellas muy brillantes y perfectamente alineadas. De hecho, son tan llamativas que pueden verse incluso en algunas grandes ciudades, así que, si vives en el hemisferio norte y estás leyendo esto en una noche de invierno, te aconsejo que pauses la lectura y salgas a buscarlas. Este asterismo es el cinturón de Orión y a partir de él es fácil encontrar el resto de la constelación. Si imaginamos que el cinturón es el centro de un reloj de arena solo tendremos que buscar sus dos esquinas superiores, avanzando hacia el norte y otras dos estrellas en dirección sur, formando su base. Sin embargo, es complicado saber a qué se refiere Roy con “más allá de Orión”, porque en cierto modo, Orión solo existe en nuestra mente.

Imagen de cielo profundo de la constelación de Orión.
Imagen de cielo profundo de la constelación de Orión.MouserMouser

Las constelaciones nos han ayudado a orientarnos en la noche y han inspirado historias sobrecogedoras, sin embargo, son tan solo construcciones que hemos creado uniendo estrellas especialmente llamativas, pero que no suelen estar relacionadas de ningún otro modo. De hecho, mientras que algunas de las estrellas de Orión están relativamente cerca de nosotros, como G 99-49 a apenas 17,2 años luz, otros de los objetos que la forman están casi 100 veces más lejos, como la nebulosa M78. Entonces ¿qué significa estar “más allá de Orión”? Podríamos estar años explorando el infinito jardín trasero de cada uno de los objetos astronómicos que componen Orión, pero es posible que la respuesta que buscamos esté oculta en otro lugar, concretamente en la versión original de la dichosa frase.

Sobre el hombro de Orión

Lo que Roy decía en inglés era ligeramente distinto. Las naves que él atacó no estaban en llamas “más allá de Orión” sino “en el hombro de Orión”. Una ligera diferencia que lo cambia todo, porque Orión es la constelación del cazador, un gigante armado y con dos estrellas por hombros. Su hombro izquierdo (a nuestra derecha) corresponde a la gigante azul Bellatrix, la estrella amazona. Tan brillante que su color azulado puede distinguirse incluso a simple vista. Sin embargo, la que a nosotros nos interesa es su hermana del hombro derecho, Betelgeuse.

Betelgeuse es incluso más grande que Bellatrix, una supergigante roja. Su radio equivale (según algunos estudios) a unas 5 veces la distancia entre el Sol y La Tierra. Es tan enorme que si la sustituyéramos por nuestro astro rey engulliría a Júpiter, pero el tamaño no es lo más sorprendente de Betelgeuse. Su historia es extraña porque fue eyectada del lugar donde nació. Es lo que se conoce como una “estrella fugitiva” que cruza el medio interestelar especialmente rápido. De alguna manera recuerda al mismo Roy, porque tanto él como Betelgeuse han pasado su vida huyendo.

Una vida que ha sido corta para una estrella y que promete terminar pronto. Betelgeuse tiene apenas 8,5 millones de años, y los expertos calculan que no faltan más de 100.000 para que muera como una supernova. Algunos cálculos son más conservadores y apuntan a que tal vez sobreviva 1 millón de años más. Cifra que, para una estrella, sigue siendo bastante corta, apenas una centésima parte de lo que vive una como nuestro Sol, algo que nos recuerda las palabras del creador de los replicantes.

Una estrella fugitiva, con una vida fugaz y cuya muerte será tan brillante que competirá con la Luna durante meses, luciendo en pleno día y proyectando sombras en la oscuridad de la noche. Podemos sospechar que el paralelismo entre Betelgeuse y Roy Batty es algo más que pura casualidad, que nombrar “el hombro de Orión” en su monólogo cerraba una analogía casi perfecta, pero sería una especulación forzada. Porque sí, te he traído hasta aquí a través de asterismos y estrellas gigantes para decirte lo que ya sospechabas, que no hay nada más allá de Orión y que una de las frases más bellas del cine tiene todo lo que puedas pedirle menos sentido. Pero lo he hecho por un motivo, para mostrarte como algo puede ser bello por lo que transmite, sin tener que buscarle interpretaciones retorcidas o justificación alguna. Hay cosas que simplemente merecen ser, como esta cita o como la propia ciencia.

El conocimiento por el conocimiento

Vivimos en una sociedad finalista donde parece que cada pequeño detalle ha de ayudarnos a conseguir nuestros fines. Sin embargo, no siempre ha sido así. Otras culturas, como en la Grecia clásica, han valorado el saber al margen de cómo pudiera aplicarse a nuestra vida. Existe un placer en el propio conocimiento, en descubrir algo nuevo como quien explora una selva indómita. Ahora, en cambio, cualquier descubrimiento científico atrae a la más impertinente de las coletillas: ¿Y eso para qué sirve?

Tanto en los artículos científicos como en la prensa, los investigadores se ven forzados a retorcer sus conclusiones para encontrar posibles aplicaciones a sus descubrimientos. Reinterpretaciones que a veces superan a la fantasía de que Betelgeuse simbolice deliberadamente a Roy Batty. Piruetas lógicas que enturbian la belleza que hay tras ellas, el conocimiento por el puro conocimiento. Ver una puesta de Sol es sobrecogedor, pero lo es más cuando entiendes que esa descomunal esfera naranja está manteniendo un pulso constante entre la gravedad que la constriñe y sus reacciones nucleares que luchan por expandirla. Es una segunda capa de maravilla que nada resta a la belleza evidente, sino que la complementa.

La belleza de la ciencia no es fácil de ver, hay que acostumbrarse a ella, igual que a los sabores fuertes. Pero atrapa a quien le da una oportunidad, porque a fin de cuentas, responde a una de nuestras esencias más fundamentales. La ciencia solo intenta encontrar las mismas respuestas que el resto de nosotros: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿cuánto tiempo me queda?

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La ciencia ha de buscar ser objetiva y rigurosa, pero eso no la hace contraria a las letras.
  • Algunos medios auguran que Betelgeuse se convertirá en supernova mucho antes de lo esperado, pero parecen basarse en una mala interpretación de cambios en su brillo que ya han ocurrido otras veces. De hecho, es una llamada estrella variable, esto es: su brillo cambia periódicamente siguiendo unos ciclos. Y es probable que estén coincidiendo los momentos mínimos de varios de estos periodos.

REFERENCIAS (MLA):