Biodiversidad

Las lagunas temporales, fascinantes reductos de vida

En las lagunas que se secan en verano viven organismos que no se encuentran en ningún otro entorno

En primer plano se ve un cartel donde se lee "Laguna del Salobral". Está en un mirador que da a una laguna rodeada de vegetación
La Laguna del Salobral, en Córdoba, es una laguna temporalJuan Pablo OlmoCreative Commons

Si paseas por el campo este verano, quizá te encuentres terrenos secos donde parece que nada sucede. Pero, cuando vuelva el invierno, algunos de ellos podrían estar llenos de agua y de vida. Efectivamente, hay lagunas que tienen un periodo del año en el que se secan de manera recurrente. Se conocen como “lagunas temporales” y España es uno de los países de la Unión Europea donde más se concentran este tipo de lagunas, que son poco profundas. Su particularidad reside en que la vida que albergan está adaptada para ser acuática solo durante una época del año. Precisamente por eso, son muy singulares.

En las lagunas temporales podemos encontrar desde anfibios hasta organismos invertebrados pasando por vegetación acuática. No veremos peces, porque no sobrevivirían al periodo seco. Puesto que los peces son los depredadores principales en otros medios acuáticos, muchas especies, liberadas de la presión de ser comidas, aprovechan las lagunas temporales para reproducirse. Es el caso de las libélulas, las efímeras e incluso algunos escarabajos cuyas larvas viven en el agua pero pasan a preferir un entorno seco cuando son adultos. Muchas de estas especies viven exclusivamente en las lagunas temporales, por eso se restringen a una cierta zona geográfica: son endémicas.

Se usan como escombreras

Sin embargo, las lagunas temporales son particularmente vulnerables, por eso la supervivencia de estas especies no siempre está garantizada. Las lagunas temporales se suelen encontrar en climas áridos y también en el clima mediterráneo y, puesto que desaparecen durante una parte del año, corren más peligro que otro tipo de terrenos de desaparecer. En el periodo seco, no hay ninguna indicación de que ahí hay una laguna, y las actividades humanas hacen que, a veces, no vuelvan a aparecer en invierno. Tanto es así, que “se suelen usar como escombreras, es algo muy común”, denuncia Margarita Florencio, profesora ayudante doctora en el Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid y experta en este tipo de lagunas.

“Como son tan pequeñas, no están catalogadas, y pasan desapercibidas”, continúa Florencio, y añade que la falta de registros hace difícil notificar su desaparición cuando ocurre. Sin embargo, si se pierden estas lagunas, “perdemos biodiversidad única”, enfatiza la investigadora, “por eso son hábitats prioritarios de conservación”. Además, las lagunas son cruciales no solo para la supervivencia de las especies acuáticas que viven en ellas: “En un territorio en el que existe una fuerte aridez, estos puntos de agua son muy importantes para la biodiversidad tanto acuática como terrestre” ya que son una fuente de agua indispensable para todos ellos, explica Florencio.

Regulan el clima

Más allá, las lagunas también juegan un papel relevante para el clima de la zona donde surgen. Como describe Florencio, si se pierden, el territorio se vuelve más seco y se produce una desertización. Puesto que, en el clima mediterráneo, los veranos son cálidos y secos, la desaparición de esas zonas húmedas “puede suponer un importante desequilibrio en el ciclo del agua”, añade Florencio. Incluso son reguladoras del clima, y “se están haciendo muchos estudios sobre cómo las lagunas temporales artificiales cerca de ciudades mejoran el microclima”, expone la investigadora. Por eso subraya que “en el contexto del cambio climático tienen un papel muy importante”.

Por eso es prioritario conservar estas lagunas, destaca Florencio: “si desaparecen totalmente, habría que plantearse recuperar esos sitios únicos, porque si se pierden de forma inminente y para siempre, se colonizan por la vegetación terrestre y ya no tienen posibilidad de recuperación”. Tampoco conviene inundarlas hasta convertirlas en lagunas permanentes, puesto que las especies exclusivas de las lagunas temporales se verían amenazadas.

“Hay que actuar a tiempo”, reclama la investigadora, que destaca además que los beneficios directos de las lagunas temporales se extienden también a las personas. “Dar un paseo por el campo y encontrarte una laguna temporal es algo gratificante. Acercarte y ver que está lleno de vegetación, de invertebrados, de anfibios… en definitiva, de vida supone un paso importante para el bienestar humano”, justifica Florencio.

Cómo conservarlas

Por fortuna, hay acciones que podemos realizar para conservar estas lagunas. Lo más urgente, según Florencio, es catalogarlas. A los esfuerzos institucionales se suman oportunidades para que la ciudadanía pueda contribuir aportando fotografías de las lagunas junto con su ubicación. Es el caso de ClimaRiskinPond, el proyecto que lidera Florencio y que cuenta con un formulario al efecto en su página web. Una vez reconocidas las lagunas, los carteles informativos son una manera eficaz de destacar la presencia de las lagunas e informar sobre la vida que allí reside para contribuir a preservarla.

Además, la investigadora recalca que es importante denunciar ante el Ayuntamiento o la autoridad competente si se producen vertidos o se depositan escombros en las lagunas temporales. El baño recreativo es algo a evitar, ya que puede perjudicar a la fauna que habita la laguna. Según explica Florencio, los productos que utilizamos para el sol contienen tensioactivos que degradan la tensión superficial del agua. Pero eso no impide que podamos “informar, tomar fotos y disfrutar de los sitios”, anima la investigadora, que llama a la ciudadanía a “entender su valor para poder protegerlas frente a las perturbaciones que tienen, que son muchas”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No todas las lagunas temporales se secan todos los veranos ni se inundan todos los inviernos. Algunas lagunas temporales se mantienen inundadas durante algunos veranos, mientras que las más pequeñas no llegan a inundarse todos los años. Estas últimas son las más efímeras y vulnerables puesto que pasan más desapercibidas.

REFERENCIAS (MLA):