Medio ambiente

España no podrá cumplir los objetivos europeos de reciclaje de plástico

Un estudio desmiente las cifras oficiales de reciclaje en España y concluye que se recicla solo el 10,7 % de los envases de plástico. Las soluciones propuestas incluyen legislar para obligar a las empresas a utilizar envases más reciclables.

Botellas de agua comprimidas y empaquetadas, en un campo de hierba
Gran parte de los plásticos reciclables van al vertederoadnovakDominio público

España recicla mucho menos plástico del que indican las cifras oficiales. Es la conclusión de un nuevo estudio publicado en la revista Sustainable Production and Consumption, que añade que será imposible alcanzar el objetivo de reciclar el 55 % de envases en 2025 como impone la Unión Europea (UE).

Según el trabajo, en nuestro país se recoge el 15,3 % de los envases de plástico y se recicla el 10,7 %, cifras muy inferiores a las oficiales publicadas por Ecoembes (la sociedad privada que gestiona los residuos en España) que superan el 48 % en recogida.

Para llegar a estas cifras, el equipo investigador ha inventariado los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los residuos de plástico de envase según su presencia en el contenedor amarillo (de reciclaje) y en el gris (de rechazo).

A partir de estos datos y asumiendo que todo envase acaba convirtiéndose en residuo, se ha calculado el total de envases de plástico puestos en el mercado, según explica Jose F López-Aguilar, primer autor del estudio. López-Aguilar es investigador de Elisava, Facultad de Diseño e Ingeniería de Barcelona (UVic-UCC), y del Centre Català del Plàstic de la Universidad Politécnica de Cataluña Barcelona Tech, y cofundador de la consultora de materiales OiKo.

Faltan datos independientes

Sin embargo, no hay datos independientes sobre la cantidad de envases puestos en el mercado, algo que podría explicar la diferencia entre estas cifras y las oficiales. Enoch Martínez Monteserín, ambientólogo y técnico de consultoría ambiental que no participa en el estudio, mantiene que hacer públicas estas cifras “barrería de un plumazo todas las suspicacias y diferencias de opiniones entre la industria y los sectores preocupados por el medio ambiente (ya sean académicos, ecologistas, políticos, etc.)”.

Javier Peña, Director Científico y General de Elisava y coautor del estudio, corrobora la importancia de la “transparencia y datos reales que permitan tomar conciencia del problema y de la solución”. Es más, según destaca Martínez Monteserín, esta obligación ya existe en otro sector: el de la carne. En ese caso es por motivos de seguridad alimentaria, y para el plástico se deberían tener en cuenta los “motivos ambientales de contaminación, que en última instancia también afectan a la salud humana”, argumenta.

Pero, sobre todo, la obligación de publicar las cifras de envases puestos en el mercado provocaría “cambios importantes” en muchas empresas “para evitar que sus campañas de sostenibilidad se vieran comprometidas”, añade el ambientólogo.

Sin embargo, esta falta de datos no tiene por qué poner en duda la conclusión principal del nuevo trabajo sobre los objetivos de la UE: la cifra de descartes en las plantas de reciclaje sí es “mucho más fiable”, según el ambientólogo, y podría ser suficiente para que sea imposible cumplir la obligación europea, como también se destaca en el estudio. Este medio ha contactado con Ecoembes para conocer su versión, pero no ha obtenido respuesta.

Usos distintos, plásticos distintos

¿Cómo avanzar hacia mayores tasas de reciclado de plástico? Para López-Aguilar, la clave está en el diseño. “Plantear un objetivo de reciclado del 50 % sin tener en cuenta qué materiales y qué diseño tienen los envases de donde proceden esos materiales que se obliga a reciclar es un sinsentido”, denuncia.

De hecho, las mejoras que propone el estudio no requieren una gran innovación tecnológica. El gran problema, constata el equipo investigador, está en el plástico ligero y flexible conocido como film. Constituye casi la mitad de los envases de plástico que se lanzan al mercado, y sin embargo apenas se recicla: en la planta de reciclaje se rechaza aproximadamente el 50 % de este material, y solo se acaba reciclando un 3 % en total.

Pero en el mercado ya hay otros tipos de plástico mucho mejores en este sentido: el de las botellas de agua (tereftalato de polietileno, o PET) y el de las botellas de detergente (polietileno de alta densidad, o HDPE). Su tasa de rechazo es mucho menor y se recicla en torno al 30 % del total. Por eso el equipo investigador propone que se utilice el PET para los envases de alimentos y el HDPE para el resto de envases.

Martínez Monteserín considera positiva esta separación, ya que “permitiría centrarnos primero en el sector no alimentario, que sería mucho más susceptible de realizar la transición sin presentar problemas por ahora insalvables” en torno a la seguridad alimentaria.

Incluso el PET puede que no sea la solución universal para los envases de alimentos. Alberto Vizcaíno López, consultor en sostenibilidad y gestión ambiental que no participa en el estudio, propone: “puestos a sustituir masivamente y cambiar formas de presentar los productos, quizá hay que ir un paso más allá [del PET] y pensar, por ejemplo, en soluciones de vidrio reutilizables y estrategias de logística inversa” que se ocupen del traslado de los envases de vuelta al fabricante o a los puntos de recogida.

Lo cierto es que las empresas, a día de hoy, no dan importancia a la reciclabilidad de sus envases. “Lo más barato es no cambiar”, argumenta Martínez Monteserín, por eso defiende que la ley debería forzar a las empresas a asumir los costes ambientales de los productos que comercializan. Ese sería “un incentivo claro para el mercado, que buscaría soluciones más sostenibles”, justifica Vizcaíno López.

El foco está en la ciudadanía

En este sentido, la ley de residuos que se tramita hoy en el Senado constituye una ocasión perdida, lamenta López-Aguilar. “Estamos observando cómo se vuelve a perder la oportunidad de introducir la metodología del diseño y el conocimiento de las ciencias en el proceso”, denuncia el investigador.

En este contexto, actualmente la responsabilidad recae sobre la ciudadanía. Peña lo ve con buenos ojos y considera que el criterio ciudadano es “básico” para definir “el proceso de circularidad del material”. Martínez Monteserín, por su parte, reconoce que la ciudadanía está aportando soluciones válidas en torno a la sostenibilidad, pero “no porque sean las mejores, sino porque son casi las únicas”.

Desde luego, la ciudadanía sola no acabará con el problema del reciclaje. Como denuncia el ambientólogo, poner ahí el foco da pie a “estrategias de marketing verde poco efectivas”. Y López-Aguilar va incluso más allá: “es injusto sobrecargar de responsabilidad [a] los usuarios finales lo que los legisladores, de manera irresponsable, han dejado de hacer”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Seguro que has oído alguna vez que da igual que separes la basura en casa, porque al final se acaba juntando toda de nuevo. En realidad, los ayuntamientos tienen la obligación legal de recoger la basura de manera selectiva para vidrio, envases, papel y cartón, restos y, en algunas regiones, materia orgánica y llevarla a las plantas de preselección para separarla y reciclar los materiales que se puedan.

REFERENCIAS (MLA):