Zoología
Los murciélagos actúan para engañar a sus predadores
Un nuevo estudio ha grabado el sonido de murciélagos fingiendo ser avispones para disuadir a las lechuzas
La naturaleza es maravillosa, por lo general todos solemos estar de acuerdo en ello, solo que vemos su maravilla en lugares distintos. Los paisajes pueden sobrecogernos y los cachorros son adorables, pero existen una serie de capas que pasan más desapercibidas, pero igualmente bellas por lo entrelazadas que están. Hablamos de la evolución que, por lo general, pensamos de manera muy lineal y aislada, imaginando que cada especie cambia de forma aislada, como mucho, tal vez, bajo la presión de un depredador genérico. Sin embargo, a poco que investiguemos, encontramos que son unas especies las que, directamente, moldean a otras, y no de forma “genérica”, como decíamos, sino que las características de cada una se vuelven absolutamente determinante. Un ejemplo clásico es el de los insectos palo, que han evolucionado hasta volverse casi indistinguibles de las especies vegetales de su entorno, todo ello por la presión de unos predadores incapaces de diferenciarlos. No obstante, los ejemplos más sorprendentes son, tal vez, menos evidentes.
Un nuevo estudio acaba de añadir un caso a la larga lista de especies que evolucionan “bailando” con otras, y en este caso los protagonistas de la historia son tres animales, de los cuales, empezaremos por los murciélagos ratoneros grandes, cuyos extraños chillidos llamaron la atención de los científicos hace ya algunos años. Todo comenzó cuando un grupo de expertos estaban recogiendo ejemplares de murciélagos para un estudio. Para él colocaron una serie de redes de niebla, que vienen a ser entramados de hilos muy finos que interrumpen un trayecto que naturalmente suelen recorrer aves y murciélagos. Confiados, no se percatan de los delgados filamentos que se extienden ante ellos y caen directos en la trampa, enredándose ligeramente, pero lo suficiente como para dejarlos atrapados en ella hasta la llegada de los investigadores. El caso es que, cuando los científicos iban a liberar a los murciélagos para estudiarlos, estos proferían unos chillidos que jamás habían escuchado antes. ¿Había algo especial en ese sonido o era pura contingencia?
Un murciélago confundido
Los investigadores barajaban varias posibles explicaciones. Tal vez se trataba de un grito de auxilio para advertir al resto de sus congéneres y que huyeran a tiempo de un peligro. O tal vez, algunos de los expertos tenían razón, y ese extraño sonido se parecía al zumbido de un insecto porque estaba imitándolo. Concretamente recordaba al ruido de los avispones europeos, que compartían espacio con estos murciélagos. Teniendo esto en cuenta, no parecía imposible que el sonido fuera una especie de arma disuasoria. A fin de cuentas, cualquiera de nosotros huiría si su ensalada comienza a zumbar como una avispa. Es lo que conocemos como mimetismo batesiano.
Si bien un insecto palo confundiéndose con las ramas del entorno está mimetizándose, cuando le añadimos el sufijo “batesiano” queremos decir que no se confunde con el fondo, sino con una entidad especialmente peligrosa. Un ejemplo clásico es la falsa serpiente de coral, que, aunque carece de veneno, imita a la verdadera coral, que sí es venenosa. Hay moscas que han adoptado la forma de avispas y cientos de ejemplos más, pero los mimetismos batesianos sonoros son mucho más infrecuentes y, hasta ahora, no conocíamos el caso de ningún mamífero que imitara a un insecto.
Una lechuza incluso más confusa
Si los investigadores estaban en lo cierto, el angustioso sonido de los murciélagos tendría que ser capaz de ahuyentar a sus principales predadores: las lechuzas comunes. Para ponerlo a prueba, decidieron exponer algunos búhos a distintos sonidos, entre ellos el misterioso chillido, y aunque tuvieron reacciones bastante diferentes a cada ruido, actuaron de manera bastante homogénea ante el falso zumbido de los murciélagos, alejándose tanto como pudieron de la fuente de sonido. La reacción fue tan clara, que los investigadores podían controlar el comportamiento de las lechuzas con sorprendente precisión, reproduciendo los chasquidos con los que se orientan los murciélagos para que las rapaces se acercaran a la fuente de sonido con la esperanza de capturar una presa para, en ese momento, cambiar el audio y espantarlos con la imitación del insecto.
Es más. Tras este experimento, los científicos se preguntaron cómo sonaría realmente la imitación a oídos de una lechuza, porque escuchan frecuencias diferentes a las nuestras. Tras grabarlo y compararlo con el sonido de una avispa audible por estas aves, los investigadores encontraron que la similitud era incluso mayor. Porque al murciélago le importa bien poco que tú lo confundas con una avispa, no quiere imitar a una avispa a la perfección, solo lo suficiente como para que su predador quede confuso.
Esas son las capas de belleza ocultas a simple vista. Capas que la ciencia revela y que también forman parte de lo maravillosa que es realmente la naturaleza.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La evolución no está orientada, no tiene una meta a largo plazo perseguida a través de pequeños pasos, sino que da pequeños pasos y la selección natural hace que triunfen aquellos que ya son más beneficiosos por sí mismos.
REFERENCIAS (MLA):
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