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La Luna tendrá que esperar: la misión Artemis 1 vuelve a aplazar su lanzamiento por una fuga de combustible

La misión está compuesta por la nave espacial Orion y el cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, por sus siglas en inglés).

El cohete SLS, parte de la misión Artemis 1, listo para ser lanzado antes de su cancelación
El cohete SLS, parte de la misión Artemis 1, listo para ser lanzado antes de su cancelaciónCRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICHAgencia EFE

Habría dado comienzo la última gran aventura de la humanidad, pero, una vez más, Artemis 1 ha visto aplazado su lanzamiento. La agencia espacial de Estados Unidos, la NASA, ha anunciado la suspensión del lanzamiento de la misión espacial no tripulada a la Luna Artemis I debido a una fuga de combustible. Es la segunda vez que se cancela el lanzamiento tras registrar problemas en un motor el pasado lunes. Cuando finalmente ocurra, será nuestro primer paso para volver a poner los pies sobre nuestro blanquecino satélite, una vez más, de mano de la NASA. Ha pasado mucho tiempo desde que un ser humano caminó sobre la luna, aunque, tal vez, no tanto como estás pensando. Muchas personas creen que Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los primeros y los últimos en caminar sobre el regolito lunar, pero eso es una verdad a medias. A medias, porque si bien sí fueron los primeros, no fueron los últimos, ni mucho menos. Tras ellos vinieron otras 10 personas que dejaron sus huellas contra el polvoriento suelo de nuestro satélite. El último fue Harrison H. Schmitt en diciembre de 1972, hace casi 50 años. De repente, la famosa pregunta de “¿Si realmente llegamos a la luna en 1969, por qué no hemos vuelto?” pierde el poco sentido que pudiera tener. Claro que volvimos, es más, si tenemos en cuenta las misiones no tripuladas el ridículo se vuelve incluso mayor, porque, al incluirlas, la lista de misiones lunares crece enormemente.

La pregunta, por lo tanto, no es “Por qué no hemos vuelto”, sino, “¿Por qué dejamos de mandar seres humanos?”. Las razones son muchas, pero podríamos resumirlas en que, cuando se decide mandar personas al espacio, hay que sopesar tres grandes puntos: el beneficio extra que puedan proporcionar y que no está al alcance de una misión tripulada, el sobrecoste que implicaría ese beneficio extra y, por supuesto, el riesgo que correrían los tripulantes, que, en cierto modo, también es un coste. Por supuesto, a esto hay que sumar otro apartado sin el cual nada de lo anterior sería discutible: ¿podemos hacerlo? Por ejemplo, sabemos que todavía no podemos enviar astronautas a Europa, la luna de Júpiter, por lo que no tiene sentido plantearse nada más. Pero, volviendo al caso de la Luna, podríamos decir que, una vez pasados los coletazos de la Guerra Fría, los riesgos, costes y beneficios de enviar misiones tripuladas a la Luna se volvieron menos favorables. Ya no hacían falta héroes, o al menos no héroes espaciales y las historias podían permitirse perder fuerza siendo protagonizadas por robots a control remoto. Sabiendo todo esto, una nueva pregunta brota en nuestra mente: “y entonces… ¿para qué volvemos?”.

Artemis es el nuevo Apolo

Apolo 17 volvió a la Tierra el 19 de diciembre de 1972. Casi 50 años después, Artemis 1 parece que recogerá el testigo de aquellas icónicas misiones. Porque, si bien es cierto que a bordo de la nave Orión de esta misión Artemis 1 no habrá humanos, sí llevará tres maniquíes. No es una simple cuestión estética, sino que estos tres muñecos llevarán todo tipo de sensores para detectar las condiciones físicas a las que son sometidos durante el viaje y, así, asegurarse de que Orión es segura para enviar humanos a la Luna, algo que ocurrirá en las futuras misiones Artemis, que tendrán lugar durante los próximos años. Para tener una visión general de las misiones Artemis, debemos saber que esta primera misión no tripulada simplemente sobrevolará la Luna, pero no aterrizará. Lo mismo hará Artemis 2, posiblemente durante 2024, momento en que volverá a sobrevolar nuestro satélite, pero esta vez con humanos a bordo. Finalmente, se espera que Artemis 3 pueda, por fin, volver a poner personas en la Luna, pero, si vamos un poco más allá, descubriremos que parte de este proyecto busca desarrollar una estación espacial que orbite la Luna bajo el nombre de Gateway.

Artemis I
Artemis ITeresa Gallardo

Por supuesto, enviar tecnología es más barato, más seguro y lo poco que todavía no pueden hacer, con suerte, será resuelto en unos años. No obstante, sin tener en cuenta todo esto (y, en realidad, mucho más) no podemos siquiera tratar de responder a esa pregunta de “¿para qué volver a enviar humanos?”, porque cada misión tiene sus propias metas y, en conjunto, podemos ver que reúnen varios objetivos, algunos con gran potencial científico y tecnológico, como la estación espacial Lunar. En cualquier caso, hemos de reconocer que estas misiones Artemis han sido duramente criticadas por haber nacido más como un proyecto político que para satisfacer las necesidades de la exploración espacial. Por supuesto, siempre podemos escudarnos en el valor que tienen estas historias de humanos cabalgando amasijos de metal por el indómito espacio, llaneros cósmicos que empastan bien con los cuentos del lejano Oeste sobre los que se erige Estados Unidos. La soledad de las infinitas praderas americanas es sustituida por la ilimitada negrura del universo y el resto de la historia se escribe sola.

42 días de ida y vuelta

Nos guste más o menos, no podemos negar que es un avance. Podría haber otros más interesantes (o quizá no), pero para hacer posible la misión Artemis 1 ha hecho falta desarrollar nueva tecnología y superar retos que, con toda seguridad, nos ayudarán a abrir puertas muy interesantes en un futuro reciente. Precisamente por eso, conviene recordar en que consiste esta última aventura espacial. En unos días, un cohete SLS despegará de la rampa 39B del Centro Espacial Kennedy, en Florida (Hasta la fecha, el sistema de propulsión más potente del mercado). Aparte de diez pequeños satélites, el cohete propulsará la nave Orión, donde viaja el comandante Campos, Helga y Zohar, los tres maniquíes.

Artemis I
Artemis ITeresa Gallardo

Tras el despegue, la nave deberá estabilizarse en una órbita alrededor de nuestro planeta, en parte, para dejar los satélites que lleva consigo. Una vez conseguido, la misión podrá encaminarse hacia la Luna, que se encuentra a unos 380.000 kilómetros de nuestro planeta, una distancia que tardará 6 días en recorrer. Si todo sigue el plan esperado, Orión orbitará nuestro satélite en sentido contrario a la rotación de la propia Luna, a unos 64 mil kilómetros de la superficie lunar (aunque en sus maniobras llegará a pasar a apenas 100 kilómetros de la superficie) y dará cinco vueltas en torno a ella.

23 días después de abandonar la Tierra, Artemis 1 emprenderá su camino de vuelta a la Tierra y 42 días tras el lanzamiento, ya en octubre, caerá en el océano Pacífico, a unos kilómetros de la costa de California. Los experimentos que lleva la misión son menores y no se espera que cambien nuestra manera de entender la ciencia, pero es que Artemis 1 parece tener otro propósito, después de todo. Es ese primer paso de un viaje de mil millas, el que pondrá en marcha todo para que, en unos años, tengamos, con suerte, nuestra primera estación espacial en torno a otro cuerpo astronómico. Así que, aunque solo sea por eso, por los ecos de la carrera espacial o por los futuros hitos de las generaciones venideras, seguiremos paso a paso los 2 millones de kilómetros que recorrerá Artemis 1.

Que no te la cuelen
Algunas voces sugieren que, si no hemos enviado humanos a la Luna desde 1972 es porque el destino no resulta interesante. Por un lado, que no sea “el destino más interesante” cuando los fondos son limitados y toca priorizar es una cosa, y otra muy diferente es que carezca de interés en términos absolutos. La Luna nos puede contar muchas cosas sobre nuestro pasado y la formación del propio sistema solar. Nos puede hablar sobre los objetos menores del Sistema Solar, como meteoroides, asteroides y cometas y, en un futuro algo más lejano, podría ser un punto clave en la colonización espacial que, para bien o para mal, parece que terminará sucediendo. Porque hemos de recordar que, cuando hablamos de invertir dinero en ciencia y tecnología, hemos de subrayar la palabra “invertir”, porque estamos ante uno de los sectores tecnológicos que más retorno económico proporciona.

REFERENCIAS (MLA):