Astronomía
3I/ATLAS: fragmentación masiva con enigma del objeto interestelar
“¡Houston, tenemos un problema con la hipótesis del cometa natural”, asegura Avi Loeb, experto de Harvard.
Procede de más allá del sistema solar y, sin embargo, está dejando su huella justo en nuestro vecindario cósmico. El cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar identificado tras ʻOumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019), fue detectado este año mientras atravesaba el sistema solar interior en una trayectoria hiperbólica, es decir, una ruta que confirma que no pertenece a nuestra familia de planetas y asteroides. Su paso ha despertado el interés de astrónomos de todo el mundo porque ofrece una oportunidad única para observar de cerca la materia que se formó en torno a otras estrellas, en otros sistemas planetarios, hace miles de millones de años.
En los últimos días, el astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, ha analizado nuevas imágenes del cometa y sugiere que podría estar viviendo su momento más dramático: una fragmentación masiva al acercarse al Sol. Según Loeb, las observaciones obtenidas el 9 de noviembre de 2025 muestran varios chorros de material que se extienden hasta un millón de kilómetros hacia el Sol y unos tres millones en dirección opuesta, lo que indica que parte del núcleo se ha desintegrado, expulsando fragmentos y vapores a enorme velocidad.
El cálculo preliminar del científico sugiere que 3I/ATLAS podría haber perdido hasta un 16 % de su masa durante este proceso. Y aquí aparece la primera gran contradicción. En palabras de Loeb: “¡Houston, tenemos un problema con la hipótesis del cometa natural! La superficie necesaria de 3I/ATLAS para explicar la pérdida de masa inferida a partir de la última imagen posterior al perihelio es al menos 16 veces mayor que el límite superior derivado aquí de su imagen del Hubble del 21 de julio de 2025.” En otras palabras, la cantidad de material desprendido solo puede explicarse si el cometa es mucho mayor de lo estimado o si, en realidad, no se comporta como un cometa natural.
Loeb también compara la intensidad del proceso con la física conocida de los cometas: “Los cohetes químicos se propulsan con una velocidad de escape de 3 a 5 kilómetros por segundo, diez veces mayor que la velocidad máxima de eyección de los volátiles sublimados por la luz solar en las superficies de los cometas naturales.” Si la velocidad de los gases liberados por 3I/ATLAS se aproxima a esas cifras, podría tratarse de un fenómeno más violento o incluso de una composición diferente a la esperada para un cometa convencional.
El científico observa además un comportamiento extremo en la tasa de pérdida de masa: “Cuando se obtuvieron los datos del Webb el 6 de agosto de 2025, 3I/ATLAS perdió solo 150 kilogramos por segundo. La pérdida de masa en el perihelio, derivada anteriormente, es cuatro órdenes de magnitud mayor, aproximadamente 2 millones de kilogramos por segundo. Este es un aumento drástico, que requiere una dependencia de la pérdida de masa con respecto a la distancia al Sol según una ley de potencia con un índice de −10,5, consistente con el rápido aumento de brillo en el perihelio de 3I/ATLAS que se reporta aquí.”
Esta diferencia extrema entre la pérdida de masa antes y después del perihelio no tiene precedentes en cometas conocidos. De confirmarse, implicaría que el núcleo de 3I/ATLAS reacciona al calor solar de forma mucho más sensible que cualquier otro objeto observado, o bien que estamos ante un cuerpo con una estructura radicalmente distinta.
Más allá de los números, la relevancia de este fenómeno es enorme. Si el cuerpo efectivamente se está desintegrando, estamos observando por primera vez cómo un objeto formado alrededor de otra estrella reacciona al calor y las fuerzas del Sol. Es, en cierto modo, un experimento natural sobre la resistencia de los materiales interestelares. Además, su comportamiento, una aceleración no explicada solo por la gravedad y una gran pérdida de masa en pocos días, podría obligar a revisar algunos modelos sobre cómo se comportan estos visitantes.
Por ahora, la interpretación de Loeb es una hipótesis que deberá contrastarse con nuevas observaciones. En los próximos meses, cuando 3I/ATLAS se aleje del Sol y pueda ser observado de nuevo por telescopios terrestres, será posible confirmar si se ha fragmentado por completo o si conserva un núcleo intacto. Sea cual sea el desenlace, este viajero interestelar se ha ganado ya un lugar especial en la historia de la astronomía: el de recordarnos que, incluso entre las estrellas, nada es eterno y todo puede romperse al tocar la luz.