Evolución

Científicos de Arizona descubren qué nos hace únicos a los humanos y no es el lenguaje

Un nuevo estudio apunta que, lo que nos hace realmente únicos, es la “apertura ilimitada” de nuestra cultura

03 Derechos Humanos
Una familia

Todo depende de a qué llamemos “superior”, pero desde luego que, como especie, no estamos más evolucionados o mejor adaptados que una hormiga o un ratón. Somos diferentes, eso sí, pero no mejores y, en cierto modo, podríamos caer en imaginarnos como un mono más, pero eso tampoco es del todo cierto. Somos profundamente extravagantes, hemos llevado nuestras rarezas al extremo, explorando posibilidades que ningún otro animal había contemplado. Así que, ni somos superiores, ni somos otro más, y ahí está el misterio: ¿qué es lo que nos hace humanos? Ahora, un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Arizona cree tener la respuesta.

Su investigación ha sido publicada en la revista científica Nature Human Behaviour y sostiene que las respuestas que hemos barajado hasta ahora son incorrectas o, en el mejor de los casos, incompletas. Sabemos que hay animales con una suerte de gramática, animales que hacen algo parecido a cocinar y, por supuesto, animales con conciencia y que razonan. La clave, para estos expertos, estaba en la cultura, pero no en cualquier cultura. Nuestra especialidad sería lo que han decidido llamar “apertura ilimitada”.

Culturas que suman

En palabras de Thomas Morgan, coautor del estudio y antropólogo evolutivo: “Hace diez años, se aceptaba básicamente que la capacidad de la cultura humana para acumularse y evolucionar era lo que nos hacía especiales, pero nuevos descubrimientos sobre el comportamiento animal están desafiando estas ideas y nos están obligando a replantearnos qué hace únicas a nuestras culturas y a nosotros como especie.” Porque, como decíamos, podemos atribuir cultura a muchos animales si seguimos la mayor parte de definiciones de la palabra.

Por ejemplo: el canto de las ballenas evoluciona con las décadas y los chimpancés llevan miles de años transmitiéndose técnicas para usar rudimentarias herramientas con las que obtener comida. Negar la cultura animal ha sido parte de las consecuencias de nuestro antropocentrismo, pero no las únicas, según Morgan: “Se solía pensar que otras especies simplemente no tenían cultura y ahora sabemos que muchas sí la tienen. Luego se pensó que solo las culturas humanas se acumulaban o evolucionaban con el tiempo, pero ahora sabemos que las culturas animales también pueden hacer esto. Entonces, si los animales tienen culturas que evolucionan, ¿qué es lo especial de la cultura humana que nos diferencia de otros animales?

Cultura a tu gusto

La clave para los autores del artículo estaba en la flexibilidad de nuestra cultura: “La forma en que los animales piensan sobre lo que hacen limita la forma en que sus culturas pueden evolucionar”. Los investigadores sostienen que al resto de animales les cuesta mucho imaginar secuencias de acciones muy elaboradas, cada una dividida en objetivos menores. Por ejemplo: si pretendo prepararme para un viaje tendré que afeitarme, ducharme, tal vez planchar ropa, hacer la maleta, poner mi alarma. A su vez, afeitarme requiere una serie de pasos: ponerme espuma, rasurar, aclarar el jabón, aplicar una loción para que no se irrite la piel…

Muchos animales pueden hacer acciones complejas, pero no se les da tan bien planificar y seguir series tan largas y detalladas. Aunque, para ser sinceros y a juzgar por la ansiedad que les produce a muchas personas preparase para un viaje largo, a nosotros tampoco se nos da tan bien como podríamos pensar por el ejemplo anterior. En cualquier caso, Morgan sostiene que “al igual que las culturas animales, hay limitaciones que estos sistemas encuentran y que detienen su evolución.”

Un mundo de posibilidades

Creo que la pregunta clave es qué es lo especial de la cultura humana, y tratamos de responderla comparando las culturas humanas con las culturas animales, con la epigenética y con los efectos parentales —tantos sistemas evolutivos como pudimos imaginar. Y al final concluimos que lo especial de la cultura humana es que […] puede acumularse, pero nunca tiene que detenerse, simplemente sigue adelante.”

Porque, efectivamente, el comportamiento de una población de animales cambia con el tiempo, ya sea porque se transmiten información de padres a hijos o porque el ambiente deja una huella epigenética en su ADN, sin modificar su información, pero alterando cómo se lee. La diferencia estaría entonces en que nuestra cultura tiene un potencial mucho mayor, una apertura ilimitada, pudiendo dar lugar a nuevos procesos complejos y detallados que desbloquean tecnologías sofisticadas e imbricados rituales.

Así que, al menos, desde la perspectiva de estos investigadores, la clave está clara y, de todos los rasgos distintivos de nuestra especie, la apertura ilimitada sería, posiblemente, el que nos hace más únicos o, al menos, el que nos hace más únicos en el sentido que nosotros consideramos relevante.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En realidad, la cuestión de qué nos hace únicos es más compleja y multifactorial. Posiblemente no podamos reducirla a una sola característica, pero la “apertura ilimitada” es, sin duda, un concepto diferenciador sobre el que vale la pena reflexionar.

REFERENCIAS (MLA):

  • Morgan, Thomas, y Marcus Feldman. "Human Culture Is Uniquely Open-Ended Rather Than Uniquely Cumulative." Nature Human Behaviour, vol. 8, 2024, doi:10.1038/s41562-024-02035-y.