Física
Crean lentillas para ver en la oscuridad y funcionan a través de los párpados
Investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China han diseñado lentillas que traducen la radiación infrarroja en luz visible y no requieren baterías
Sabíamos que el siglo XXI pondría nuestra disponibilidad mejoras tecnológicas que nos convertiría en una especie de superhumanos. Sabíamos que llegarían los exoesqueletos capaces de darnos superfuerza y que complejos ingenios traducirían nuestra actividad cerebral en algo reconocible por un ordenador. Lo que no esperábamos es que la ciencia ficción llegara en su versión más minimalista dotándonos de la capacidad de ver en la oscuridad simplemente con la ayuda de un par de lentillas. Dos lentes flexibles carentes de batería, pero con una tecnología nanoscópica de lo más ingeniosa.
Un avance que no era imposible, por supuesto, pero que, puestos a elucubrar, habríamos imaginado formas más farragosas de obtener la visión nocturna, como implantes en la retina o la edición genética. Tecnologías que no han alcanzado el grado de precisión necesario y que han dejado espacio para que las lentillas reclamen el nicho. En este caso, las lentillas han sido probadas con éxito en ratones y en humanos. Y, aunque no permiten ver con claridad en plena noche, sí que nos revela un tipo de luz que, para un ojo humano, es invisible: la infrarroja. Según los investigadores, este avance podría permitir enviar mensajes en la oscuridad, señales imperceptibles para otras personas que podrían ser claves en contextos de seguridad, rescate, cifrado o anti-falsificación.
El infrarrojo
Para ubicarnos, cabe recordar que la luz visible (los colores) son ondas de la llamada radiación electromagnética y que, si aumentamos la distancia entre los picos de esas ondas o si la reducimos (vamos, si cambiamos su frecuencia), dejarán de ser perceptibles para nuestro ojo, pero seguirán existiendo y transmitiendo energía. Eso es la radiación infrarroja, la ultravioleta, la radiación de microondas, las ondas de radio, los rayos gamma, los rayos X, etc. Simplemente luz invisibles para el ojo humano. Pues bien, si alargamos el tiempo que pasa entre la cresta de una onda y la siguiente, podemos pasar de la luz visible al infrarrojo cercano.
Nuestro ojo puede ver la luz con longitudes de onda (la distancia entre las crestas de sus ondas) de 400 a 700 nanómetros (siendo un nanómetro la millonésima parte de un milímetro). Justo por encima de la luz visible tenemos la infrarroja cercana, que va de los 800 nanómetros a los 1600. Dicho de otra forma: nos estamos perdiendo una enorme cantidad de información. Si quieres comprobarlo con un experimento sencillo, observa con tus ojos el led que corona casi cualquier mando a distancia. No verás que se ilumine mucho que pulses los botones… a no ser, claro, que lo veas a través de la cámara de tu teléfono. Está cámara capta longitudes de onda invisibles para nosotros y las convierte en otras entre 400 y 700 nanómetros. Y algo así es lo que ocurre con las lentillas.
Donde el ojo no llega
Como decíamos, la tecnología que hace posible esta conversión de luz invisible a luz visibles es nanométrica (de la escala de las longitudes de onda que hay que transformar, claro). Hablamos de nanotecnología. Las lentes contienen nanopartículas de una sustancia capaz de absorber la luz infrarroja y emitir luz visible. Para ser precisos, la luz infrarroja de unos 980 nanómetros la convierte en luz azul, la de 808 la convierte en luz verde y la de 1532 hace que emita luz roja. Este dispositivo no requiere ninguna fuente de energía aparte de la propia luz infrarroja que capta y, según han podido comprobar los investigadores, ni las nanopartículas, ni los polímeros flexibles utilizados para fabricar las lentillas son tóxicos.
No podemos esperarnos una nocturna como la de una cámara térmica, entre otras cosas porque las lentillas están tan cerca de la retina que reducen la resolución espacial de la imagen. Podemos imaginarlo, más bien, como manchas luminosas. Por otro lado, tampoco nos permite ver la radiación infrarroja que emiten los cuerpos en forma de calor, hacen falta intensidades mayores que, en los experimentos, se han conseguido mediante fuentes led de luz infrarroja. En el experimento, los ratones con lentillas preferían las cajas genuinamente oscuras a las iluminadas solo con luz infrarroja, sus pupilas se dilataban y las estructuras visuales de su cerebro se activaban ante la luz infrarroja.
Y, como son transparentes, lo que ven es una superposición de la luz visible normal y la transformada por las lentillas. Por ese motivo, para hacer más perceptible la infrarroja (más capaz de atravesar objetos), los investigadores recomendaron a sus sujetos que cerraran los párpados, privándoles así de la mayoría de luz visible y aislando los estímulos debidos a la luz infrarroja. No obstante, como decíamos antes, la proximidad de estas lentillas a la retina pone a la resolución que podrán obtener futuras versiones de esta tecnología, por lo que los investigadores están diseñando gafas con estas nanopartículas que tal vez sean menos futuristas, pero permitirán enviar mensajes más definidos.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Ahora mismo, esta tecnología permite enviar pulsos de luz y poco más, pero con el conocimiento adecuado, desbloquea la posibilidad de comunicarse mediante código morse a través de un nuevo canal invisible para quien carezca de estas lentillas o una tecnología similar.
REFERENCIAS (MLA):
- Ma, Yuqian, et al. “Near-Infrared Spatiotemporal Color Vision in Humans Enabled by Upconversion Contact Lenses.” Cell, vol. 188, no. 10, 22 May 2025, https://www.cell.com/cell/fulltext/S0092-8674(25)00454-4. DOI: 10.1016/j.cell.2025.04.019.