
Geología
Encuentran una "Proto-Tierra" en las profundidades de nuestro planeta
Un eco químico de la Tierra primigenia, de hace 4.500 millones de años y anterior al impacto que formó la Luna, ha sido descubierto en rocas procedentes del manto profundo

La historia de nuestro planeta, tal y como la conocíamos, necesita un nuevo capítulo. Durante décadas, la ciencia asumió que la Tierra, tras el cataclismo que dio origen a la Luna hace 4.500 millones de años, era una masa fundida y completamente homogénea. La teoría del gran impacto describía un planeta completamente reiniciado por la violencia cósmica, un mundo cuya memoria geológica había sido borrada para siempre. Sin embargo, un nuevo descubrimiento ha demostrado que algo sobrevivió a aquella hecatombe. Este tipo de colisiones no fueron un hecho aislado, ya que la Tierra primitiva sufrió un brutal bombardeo que decidió su destino y el de otros planetas del sistema solar.
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De hecho, en las profundidades del manto terrestre han perdurado vestigios de un mundo anterior, ocultos a la vista durante eones. La colisión con Tea, un cuerpo errante del tamaño de Marte, no logró fundir y mezclar por completo la composición de la «proto-Tierra» original, como se creía hasta ahora. Este hallazgo demuestra que fragmentos del planeta primigenio han permanecido guarecidos en las capas más profundas, resistiendo el proceso de homogeneización que se daba por sentado.
La clave de este vuelco en la geología planetaria ha sido una anomalía química, una firma nunca antes vista en el isótopo potasio-40 que ha funcionado como una huella dactilar de ese mundo perdido, tal y como han publicado en ScienceAlert. Esta composición isotópica, ajena a cualquier otra muestra terrestre conocida, delata el origen de las rocas como una reliquia geológica inesperada, una auténtica cápsula del tiempo que nos transporta a los albores de nuestro sistema solar. Esta no es la única teoría geológica reciente que mira hacia el cosmos para encontrar respuestas, pues otro estudio sugiere que el verdadero origen de los continentes podría estar en la Vía Láctea, y no en procesos exclusivamente terrestres.
Una investigación con pruebas de tres continentes
En este sentido, las rocas que han permitido esta revelación proceden de lugares tan distantes como Groenlandia, Canadá y Hawái. A pesar de la distancia geográfica que las separa, todas comparten un origen común: son material que ha emergido desde las capas más profundas del planeta, actuando como mensajeros de un pasado remoto que creíamos irrecuperable.
Asimismo, para confirmar que esta peculiaridad química no era una simple anomalía, los científicos emplearon complejas simulaciones por ordenador. Los modelos corroboraron que la composición isotópica detectada encajaba a la perfección con la que habría tenido la Tierra antes del gran impacto, aportando un respaldo computacional crucial a una hipótesis que, de otro modo, habría sido difícil de sostener.
Por todo ello, el hallazgo obliga a replantearse los modelos sobre la formación de nuestro mundo y abre la puerta a un nuevo paradigma científico. Sugiere, además, que el catálogo de meteoritos que manejamos es, en realidad, una referencia incompleta para entender la composición original del sistema solar. La historia geológica de la Tierra demuestra ser, una vez más, mucho más compleja y fascinante de lo que se pensaba.
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