Francia

Sarkozy: del Elíseo a la soledad de una celda de nueve metros en la prisión de la Santé

La celda individual de Sarkozy dispone de una cama, un escritorio, estantes, lavabo, inodoro y una pequeña ducha

Former French President Nicolas Sarkozy and his wife Carla Bruni-Sarkozy leave their home Tuesday, Oct. 21, 2025 in Paris as Nicolas Sarkozy heads to prison to serve time for a criminal conspiracy to finance his 2007 election campaign with funds from Libya. (AP Photo/Thibault Camus)
France Sarkozy PrisonASSOCIATED PRESSAgencia AP

uien un día fue inquilino en el lujoso Palacio del Elíseo, entre banquetes, alfombras rojas y muebles de diseño, hoy duerme en una celda de nueve metros. El contraste debe ser, sin duda, un golpe al hígado.

Nicolas Sarkozy ingresó el pasado martes en la prisión de la Santé, situada en el barrio de Montparnasse de París, condenado a cumplir cinco años de encierro por el delito de asociación para delinquir, entre acusaciones de financiación ilícita por parte del fallecido dictador libio Muamar Gadafi de su campaña de las presidenciales de 2007, en la que venció a la socialista Ségolène Royal.

A su llegada a la prisión, Sarkozy fue sometido a los procedimientos habituales: registro de huellas, foto, control médico y asignación de celda. Como era de esperarse, el ex presidente fue ubicado en el «ala de personas vulnerables», una sección especial reservada a reclusos que requieren medidas de seguridad reforzadas, como expolicías, jueces o figuras públicas. Los guardias prefieren otro nombre que juega entre el glamour y la ironía: «el barrio VIP».

La celda individual de Sarkozy dispone de una cama, un escritorio, estantes, lavabo, inodoro y una pequeña ducha privada, un lujo poco común en las cárceles francesas. El día comienza a las siete de la mañana, con un ritmo casi militar: la llamada a despertar por parte de los funcionarios para el recuento de prisioneros. Desayuna café con pan y mantequilla, como el resto de los reclusos.

El resto del día lo dedica a leer, escribir y hacer ejercicios ligeros. Tiene derecho a una hora diaria de paseo en solitario en un pequeño patio interior. Los almuerzos y las cenas se sirven en su celda, y las llamadas telefónicas están limitadas y supervisadas. Puede recibir la visita de su esposa, Carla Bruni, así como de sus abogados, en una sala especial separada por un vidrio de seguridad.

Prisión de la Santé
Prisión de la SantéA. CruzLA RAZÓN

El ministro francés del Interior, Laurent Nuñez, confirmó haber autorizado un dispositivo de aislamiento para Sarkozy, que corresponde a su estatus de antiguo presidente de la República, y que lo protege de las fuertes amenazas que ya ha recibido dentro de la cárcel. Esta semana, circuló en redes sociales un vídeo grabado en el interior de la prisión de La Santé, en el que tres presos profieren gritos, insultos y amenazas de muerte contra el exmandatario. Los tres se encuentran bajo custodia especial. También fue ordenada una requisa de los móviles.

Sarkozy permanece, entonces, en aislamiento absoluto y no tiene contacto con otros internos. Cualquier interacción podría dar lugar a una agresión. Dos policías han sido asignados a las celdas contiguas para garantizar su protección, una medida que ha sido criticada por aquellos que denuncian la sobrepoblación carcelaria. En La Santé, la tasa de ocupación de las 757 celdas es de 191%, es decir, casi el doble. Las celdas que estaban destinadas a albergar a una sola persona, ahora – con la instalación de literas– albergan dos.

Según fuentes de la prisión, Sarkozy solicitó ingresar con tres libros: El Conde de Montecristo, una biografía de Jesucristo y un ensayo sobre liderazgo político. Su cotidianidad se compone de aislamiento y lecturas. Pero sobre todo, de una soledad que se aleja totalmente de la hiperactividad política y mediática que marcó su vida durante décadas.

Cada desplazamiento dentro del penal –ya sea para una revisión médica o una visita familiar– sigue un protocolo especial de seguridad, diseñado en conjunto por los ministerios de Interior y de Justicia. Sin embargo, este último asegura que al expresidente no se le ofrecen condiciones preferenciales: «Debe estar protegido, no privilegiado», declaró un portavoz oficial. Pero más allá de las declaraciones que buscan reafirmar la célebre «égalité» francesa, el encarcelamiento de Sarkozy supone un desafío tanto logístico como simbólico para la administración penitenciaria, que debe hacer auténticos malabares para mantener el equilibrio entre la seguridad y la normalidad.

En ese tenso contexto, el propio ministro de Justicia, Gérald Darmanin, ha anunciado su intención de visitar a Sarkozy en la cárcel. Las reacciones adversas no se han hecho esperar. Rémy Heitz, fiscal general del Tribunal de Casación, afirmó que una visita del ministro podría «atentar contra la independencia de los magistrados».

Se estima que el exinquilino del Elíseo permanecerá «un mínimo de tres semanas a un mes» en prisión, según indicó su abogado, Christophe Ingrain, a las puertas de la Santé, el día de su ingreso.

El Tribunal de Apelación de París dispone de dos meses para pronunciarse sobre la solicitud de libertad provisional presentada por su defensa. Durante ese tiempo, el expresidente asegura que escribirá las primeras páginas de su próximo libro, donde relatará sus días en prisión y su proceso judicial, que sigue considerando injusto.