Naturaleza

Estas medidas podrían ayudar a que los animales se extingan 5 veces más despacio

Un nuevo estudio analiza cómo afectan los espacios naturales protegidos a la pérdida de biodiversidad

Los monos aulladores (Alouatta) incluyen más de una docena de especies, y varias de ellas están en situación de vulnerabilidad o en peligro de extinción
Los monos aulladores (Alouatta) incluyen más de una docena de especies, y varias de ellas están en situación de vulnerabilidad o en peligro de extinción Marylin Veiman EcheverriaEurekalert

Las especies se extinguen, así funciona la naturaleza, sin embargo, algo está acelerando el proceso. El ritmo al que estamos perdiendo especies es 22 veces más rápido de lo normal. Para hacernos una idea, es como si nos gastáramos el sueldo de todo un año en apenas medio mes. Esa es la crisis de la biodiversidad de la que tan poco se habla, otro de los peligros medioambientales que queda oculto a la sombra del cambio climático, porque, aunque ambos están relacionados, no son lo mismo. La mala noticia es que no existe una fórmula mágica para detener la extinción de especies, pero un nuevo estudio del Centro de Investigación Ambiental del Smithsonian (SERC) y Conservation International, han encontrado las claves para algunas especies se extingan 5 veces más despacio que, siguiendo nuestro símil, sería como si en lugar de en 15 días, gastáramos el mismo dinero en dos meses y medio. Y eso es todo un cambio.

Para este estudio, el equipo de investigadores ha rastreado la evolución de 2239 especies de vertebrados a lo largo del tiempo, comparando cómo evolucionaban sus poblaciones en zonas naturales protegidas comparadas con lugares desprotegidos. Porque, aunque pueda parecer evidente, el ecologismo está cargado de buenas intenciones que, a veces, tienen muy poco impacto en el mundo real. Aunque es de esperar que un área suficientemente protegida marque la diferencia en la conservación de especies, la cuestión es qué significa “suficientemente protegida” y si nuestra legislación está a la altura. Y es que tal vez nuestras medidas son insuficientes y contribuyen negativamente a nuestra calidad de vida sin beneficiar realmente al medio ambiente. Por suerte, los resultados de este estudio son más halagüeños y han podido identificar qué estamos haciendo bien (y qué mal).

Más zonas y más conexiones

Algunas conclusiones son bastante predecibles, pero la evidencia científica nunca está de más. Por ejemplo: cuantos más espacios naturales logremos proteger más ralentizaremos la pérdida de especies. Sobre todo, con las especies más pequeñas, ya que, para una superficie concreta protegida, habrá más individuos de pequeño tamaño que grandes mamíferos, por ejemplo. De hecho, según el estudio, las aves y los anfibios fueron los vertebrados que más se beneficiaron de estas medidas; las primeras porque su principal amenaza suele ser la pérdida de hábitats, los segundos, posiblemente, porque padecen las infecciones de hongos que minan sus poblaciones son aún más frecuentes cuando el entorno es estresante.

Otro detalle menos obvio es que no solo necesitamos una mayor superficie de zonas protegidas, sino que estas, a ser posibles, deben estar interconectadas. Los animales se desplazan y, aunque vivan en lugares seguros, si han de abandonarlos para acceder a otro entorno protegido, se exponen a riesgos que podríamos evitar creando corredores biológicos. Por supuesto, no podemos permitirnos que la superficie total del planeta pase a estar protegida, necesitamos espacio para cultivos, ganado, residencias y otras tantas cosas. Ahí es donde entran las medidas más flexibles, permitiendo combinar estas zonas especialmente protegidas con otras que solo restrinjan parcialmente la actividad humana.

La meta 30x30

Tras los famosos objetivos 20-20-20, llegan los 30x30, que no son 900, sino la intención de declarar áreas naturales protegidas el 30% de la superficie terrestre y acuática antes de 2030. Nos quedan algo menos de 7 años para cumplir este complejísimo proyecto de High Ambition Coalition for Nature and People. Y aunque no lo logremos, lo bueno es que tiene trampa. Apuntar a las estrellas para llegar a la Luna es una estrategia muy frecuente en este tipo de ámbitos y, aunque efectivamente nuestro bienestar dependerá de cuán lejos seamos capaces de llevar estas medidas de conservación, cada paso que demos será positivo. Porque si estamos perdiendo especies 22 veces más rápido de lo que deberíamos, ralentizar esta pérdida un factor de 5 no será suficiente, seguiremos perdiendo biodiversidad por encima de nuestras posibilidades.

Sin embargo, al ritmo actual, algunos ecosistemas perderán la mitad de sus especies en tan solo 40 años. Esos mismos lugares, si estuvieran protegidos, tardarían 170 años en perder el 50% de su biodiversidad. Es una diferencia sustancia, desde luego, un margen de tiempo durante el que, claramente, perderemos algunas especies, pero otras aguantarán lo suficiente para que tomemos más medidas y, tal vez, encontremos la forma de frenar, incluso más, esta hemorragia biológica que padece nuestro planeta y de la que, sin duda, nosotros somos los principales causantes.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque normalmente relacionamos “biodiversidad” con “número de especies”, es un término mucho más complejo. Por ejemplo, lo distintos que sean entre sí los individuos de una misma especie también determinará la biodiversidad de un ecosistema. Por ejemplo, la pérdida de variedades de vegetales a través de la agricultura es un problema para la biodiversidad. Aunque planten especies muy diferentes entre sí, ya que las plantas de una misma especie se homogeneizan, como si fueran parientes cercanos porque, con el tiempo, las hemos seleccionado por su rendimiento.

REFERENCIAS (MLA):

  • Justin Nowakowski, et al. Protected areas slow declines unevenly across the tetrapod tree of life. Nature. 10.1038/s41586-023-06562-y