Pandemia

“Nuestro estudio indica que es más probable que el SARS-CoV-2 tenga origen en un laboratorio”

Hablamos con los autores de un estudio que afirma que el virus responsable de la pandemia de Covid no sería de origen natural. Y también con expertos que señalan dudas sobre los resultados.

Ilustración del SARS-CoV-2
Ilustración del SARS-CoV-2CSIC

El origen del coronavirus 2 (SARS-CoV-2) ha sido objeto de polémica. La mayoría de los estudios han se han centrado en un origen zoonótico (proveniente de un animal), pero faltan pruebas definitivas, como la que aportaría un huésped animal intermediario.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó dos investigaciones sobre el origen y publicó un informe en marzo de 2020 y otro un año después. En ambos la conclusión es que existen cuatro posibles orígenes: “introducción zoonótica (posible a probable), a través de un huésped intermediario (probable a muy probable), a través de los productos de la cadena de frío (posible), y un incidente de laboratorio (extremadamente improbable)”.

Para intentar responder definitivamente a esta pregunta, un equipo de científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, liderados por Xin Chen y Raina MacIntyre, utilizó una herramienta de análisis de riesgos para diferenciar epidemias naturales y no naturales: la versión modificada de Grunow-Finke (mGFT). Esta califica 11 criterios para proporcionar una probabilidad de origen natural o no natural. Los autores utilizaron estudios previos como fuente de evaluación y, los resultados, publicados en Risk Analysis, señalan que hay un 68% de probabilidad de que se trate de un virus no natural.

“Esta evaluación de riesgos – señala el estudio -no puede probar el origen del SARS-CoV-2, pero la puntuación obtenida indica una mayor probabilidad de un origen no natural que natural del SARS-CoV-2”.

Hemos podido hablar con MacIntyre y le hemos consultado el grado de fiabilidad del método utilizado para llegar a esta conclusión. “Existen herramientas establecidas para analizar los orígenes de las epidemias (utilizadas en contextos militares), pero pocas personas en salud pública o virología las conocen – nos explica MacIntyre por correo electrónico -. La herramienta de Grunow-Finke sigue siendo la más utilizada. El GFT se prueba, se entrena y se cita en libros de texto de medicina militar, incluso en los EE. UU. Existe cierto grado de subjetividad al evaluar los criterios, pero las probabilidades generales que proporcionan son razonablemente confiables”.

Una de las grandes dificultades a la hora de determinar el origen del virus responsable de la Covid, es que los virus diseñados genéticamente son muy difíciles de detectar. “No existe ninguna herramienta técnica que permita identificar de forma inequívoca un virus sintético de uno natural – nos confirma en conversación telefónica Patricia Pérez-Ramírez, investigadora en virus y vacunas del Centro Nacional de Biotecnología -. Es verdad que muchos organismos modificados genéticamente en un laboratorio, por ejemplo, los virus, tienen incorporadas secuencias artificiales que permiten identificarlos de aquellos en la naturaleza. Pero pueden existir virus que solo tengan incorporadas secuencias que existen en la naturaleza y no es posible distinguirlos”.

Pese a ello, MacIntyre señala que “una preimpresión de 2022 sugirió que, basándose en los sitios de reconocimiento de endonucleasas de restricción, el SARS-COV-2 podría haberse creado utilizando genética inversa, pero nadie vio esta posibilidad en los dos años anteriores. Los detalles de la propuesta DEFUSE para crear virus diseñados similares al SARS, que se descubrieron más tarde, mostraron una intención de utilizar genética inversa muy similar a la descrita en la preimpresión de 2022”. Hay que aclarar que una preimpresión, como la mencionada por MacIntyre no constituye un estudio científico que haya sido revisado por pares, solo una publicación científica cuyos resultados deben poder replicarse.

Pese a ello está el alto porcentaje sería una prueba de la fiabilidad del estudio… ¿O no tanto? Adrián Lázaro Frías, doctor de Biología Molecular del Centro nacional de Biotecnología, destaca que “el método utilizado es una herramienta con un punto de partida segado y subjetivo. El estudio, en el apartado de Metodología, señala que dos investigadores (supuestamente independientes, pero no describen qué criterios utilizan para seleccionarlos) puntúan 11 criterios que componen el total, y otros dos lo revisan. Pero el punto de partida es subjetivo, ¿Solo dos investigadores? De hecho, hay un estudio, también publicado en Risk Analysis que utiliza la misma metodología y reconoce que es una herramienta subjetiva”.

Otro detalle, lo que a nuestros ojos es una probabilidad alta, como más de dos tercios (el 68% en este caso), no es algo tan significativo. “Realmente no es una probabilidad alta – añade Pérez-Ramírez -. Tampoco en el estudio hablan de la fortaleza de los datos utilizados, es decir cuan probable es que sean ciertos. Es una valoración que, si bien es objetiva, también es arbitraria, ya que son personas las que les dan los puntos, no son datos medibles mediante un experimento o una técnica. Además, lo realizan dos investigadores, lo cual es un número bastante bajo. Al aumentar el número de investigadores esto cambiaría: al aumentar las muestras el experimento es más robusto. En este artículo lo más importante es la respuesta de organismos, como que la OMS que desmientan o clarifiquen ciertas cosas”.