Evolución

Una sencilla regla podría explicar qué dinosaurios volaban y cuáles no

El descubrimiento, basado en el análisis de cientos de especies de aves, podría ayudar a distinguir qué dinosaurios tenían capacidad de vuelo y cuáles no.

Entre finales del siglo XIX y principios del XXI, el Archaeopteryx fue generalmente aceptado por los paleontólogos como el ave más antigua conocida. El Archaeopteryx vivió en el Jurásico Tardío, hace unos 150 millones de años, en lo que hoy es el sur de Alemania. Las especies más grandes podían alcanzar los 0,5 m de longitud. A pesar de su pequeño tamaño, sus amplias alas y su supuesta capacidad para volar o planear, el Archaeopteryx tenía más en común con otros pequeños dinosaurios mesozoico...
Entre finales del siglo XIX y principios del XXI, el Archaeopteryx fue generalmente aceptado por los paleontólogos como el ave más antigua conocida. El Archaeopteryx vivió en el Jurásico Tardío, hace unos 150 millones de años, en lo que hoy es el sur de Alemania. Las especies más grandes podían alcanzar los 0,5 m de longitud. A pesar de su pequeño tamaño, sus amplias alas y su supuesta capacidad para volar o planear, el Archaeopteryx tenía más en común con otros pequeños dinosaurios mesozoicos que con las aves modernas.UnexpectedDinoLessonWikimedia Commons

Un nuevo estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences muestra una regla anatómica muy simple que permite distinguir a las aves actuales que pueden volar de las que no. Esta regla, basada en el número y la forma de las plumas presentes en las alas permite discriminar entre aves voladoras y no voladoras. Aunque la regla pueda parecer trivial, ya que se pueden distinguir ambas clases de aves únicamente observando su comportamiento, lo más interesante es que esta misma regla se puede utilizar en los fósiles de dinosaurios. Aplicándola a distintos fósiles han podido encontrar las características que permitirían el vuelo en especímenes que datan de hace entre 120 y 160 millones de años. Gracias a esta regla, los paleontólogos cuentan con una herramienta más para comprender cuáles fueron los inicios del vuelo en vertebrados emplumados.

Ornitólogos en busca del vuelo

Como dice el refranero popular ‘Ave que vuela, a la cazuela’, aunque es mucho más probable que los caldos que se consumen durante estas épocas frías del año sean de un ave no voladora, como la gallina. El refrán hace referencia a tiempos de escasez, donde lo único se podía consumir era aquello que buenamente se encontraba en el campo. Palomas, gorriones, jilgueros, y cualquier avecilla que cometiese el error de posarse a un tiro de piedra podía acabar formando parte del próximo guiso. El refrán también pone de manifiesto una de las habilidades más características de las aves, el vuelo. Pero como hemos nombrado, existen muchas aves que no pueden volar , si no que se han especializado en otros ámbitos que no requieren surcar los cielos, como las gallinas, los avestruces o los pingüinos.

Jingmai O’Connor y Yosef Kiat, investigadores en el museo Field de Chicago, probablemente no conozcan el refranero español, pero son unos expertos ornitólogos cuyo campo de estudio se centra en la anatomía y la evolución de las aves. Concretamente, ambos investigadores están tratando de averiguar cómo algunos dinosaurios llegaron a transformarse en las aves actuales y, sobre todo, cuándo aprendieron a volar. Para ello, se han dedicado a estudiar las diferencias anatómicas entre las aves voladoras y las no voladoras, y han descubierto una posible regla para entender qué dinosaurios tenían la capacidad de vuelo gracias a la forma y el número de plumas de sus alas.

Contando plumas antes del vuelo

Durante el estudio, Kiat analizó concienzudamente las plumas de todos los órdenes de aves que hay en la actualidad. Para ello, estudió muestras en distintos museos de un total de 346 especies representativas. Al analizar las alas y las disposición de las plumas en todas las especies de aves voladoras, pudo observar que siempre se repetía el mismo patrón. Las aves voladoras presentas plumas asimétricas y entre 9 y 11 plumas primarias. Estas son las que se encuentran en la zona más alejada del cuerpo, en el extremo del ala. En las no voladoras, en cambio, el número de plumas primarias es mucho más variable, desde 0 en los emús, hasta más de 40 en los pingüinos. Esta regla aparentemente simple para distinguir entre aves voladoras y no voladoras ha pasado desapercibida por la comunidad científicahasta ahora, y podría ayudar a distinguir qué dinosaurios emplumados podrían volar hace más de 65 millones de años.

Los investigadores aplicaron esta regla a al menos 65 fósiles que representan a 35 especies de dinosaurios emplumados, así como a aves extintas, para averiguar si podrían volar. Uno de los primeros fósiles que examinaron fue Archaeopteryx, ya que, con 150 millones de años, fue durante mucho tiempo considerado el ave más antigua. El análisis de las extremidades y de las impresiones de plumas fosilizadas permitieron observar que sí, cumplen con la regla que les permitía volar, pero no era el único.

Dinosaurios voladores y no tanto

El microrraptor, un diminuto dinosaurio no emparentado con las aves, también cumple la regla del vuelo, lo que indica que no sólo los dinosaurios avianos podrían volar. Esta revelación ayudaría a esclarecer algunas de las polémicas de la paleontología y zanjar ciertas dudas en el comportamiento de las especies. Por ejemplo, al examinar el Caudipteryx, un oviraptosaurio de una longitud estimada de 1 metro y un peso de unos 6-7 kg, encontraron que es poco probable que pudiese volar. A pesar de presentar 9 plumas primarias, la simetría de las plumas y la proporción de las alas con respecto al cuerpo, aseguran los investigadores, le impediría levantar el vuelo. Este dinosaurio lleva tiempo siendo objeto de debate debido a que se trata de un dinosaurio no aviano, pero que presenta muchas de las características relacionadas con las aves que complican su clasificación.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Todavía queda por estudiar si los dinosaurios voladores aparecieron antes o después de las aves, y si especies similares al Caudipteryx evolucionaron, al igual que los avestruces, a partir de dinosaurios que podían volar. De momento, los investigadores van a seguir aplicando esta regla para tratar de encontrar relaciones entre distintas especies de dinosaurios y, así, conseguir comprender cuándo los terópodos levantaron el vuelo.

Referencias (MLA):

  • Functional constraints on the number and shape of flight feathers