Paleontología

Este fósil podría reescribir los últimos 100 años de estudios sobre evolución de las aves

El estudio del fósil de un cráneo que data de hace 66 millones de años muestra rasgos más cercanos a las aves actuales de lo esperado

Reconstrucción artística de la última ave dentada conocida, Janavis finalidens
Reconstrucción artística de la última ave dentada conocida, Janavis finalidensPhillip KrzeminskiCreative Commons

Es imposible viajar atrás en el tiempo, por ello, para satisfacer una imperiosa necesidad de conocimiento, la humanidad ha desarrollado métodos alternativos que permiten estudiar la vida de hace millones de años. Para comprender la ecología de las eras pasadas, los investigadores requieren de artefactos que muestren cómo era la flora y la fauna. Así, pueden tratar de comprender el mundo antiguo y la evolución que ha ido sufriendo incesantemente hasta la actualidad. Las ventanas al pasado que más datos aportan son los fósiles; restos biológicos petrificados que quedaron sepultados bajo masas de tierra mucho antes de que apareciesen los primeros homínidos. Dichos fósiles han sido expuestos durante millones de años a un lentísimo proceso de intercambio de sus elementos originales por otros más estables como silicio o hierro, lo que ha permitido mantener sus estructuras hasta nuestros días. Una vez formados, y con cierto componente de azar de por medio, los movimientos del terreno provocan su afloramiento hasta la superficie, donde el ojo experto de los paleontólogos puede distinguirlos de las rocas comunes.

Aves pequeñas en tierras de gigantes

Cuando se nombra el final del cretácico suelen venir a la mente los enormes dinosaurios que poblaban La Tierra. Sin embargo, en aquella época también existían pequeñas aves, insectos, peces y otros vertebrados e invertebrados que cumplían su papel en los ecosistemas. El registro fósil de estos pequeños animales esconde secretos que ayudan a estudiar la evolución y en qué momento de la historia aparecieron rasgos que siguen hoy en día, como el pico móvil en las aves.

En 1867, Thomas Huxley dividió todas las aves en dos grupos según la disposición de los huesos de su paladar, y esta clasificación se ha mantenido hasta nuestros días. Huxley observó que las aves podían tener estos huesos fusionados en uno solo o dividido en diferentes segmentos unidos por un cartílago móvil; y así se han clasificado las aproximadamente 11.000 especies de aves que existen en la actualidad. Las aves que tienen el paladar fusionado se denominan paleognatos o “mandíbulas antiguas” e incluye avestruces, emús y otras especies cercanas, mientras que el resto se clasifican en el grupo de los neognatos o “mandíbulas modernas”.

Cuando lo antiguo es lo moderno

Tradicionalmente, y como indica el nombre, se ha asumido que las aves con la “mandíbula moderna” habían aparecido posteriormente, ya que parece más compleja y adaptada a ciertos comportamientos como la construcción de nidos. Además, la mayoría de las muestras fósiles encontradas hasta la fecha poseían la “mandíbula antigua”, con el paladar unido. Investigaciones posteriores teorizaban que el los neognatos debieron aparecer tras la extinción masiva del final del periodo cretácico hace 66 millones de años. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Cambridge y del Natuurhistorisch Museum Maastricht recientemente publicada en Nature parece estar removiendo los cimientos de estos estudios de más de 100 años.

Utilizando técnicas de tomografía computarizada, el equipo de Cambridge identificó huesos del paladar de una nueva especie de ave antigua y de gran tamaño que poseía dientes, a la que llamaron Janavis finalidens. Tras analizar detenidamente los restos que se encontraban dentro de una roca del tamaño de una naranja, los investigadores observaron que la disposición de los huesos del paladar mostraba que el espécimen poseía un pico móvil y hábil, casi indistinguible del de la mayoría de las aves modernas. El fósil ha sido encontrado en dos partes que han encajado digitalmente y se trata de un hueso hueco que probablemente estuviese lleno de aire cuando el animal estaba vivo, como sucede en la actualidad para permitir el vuelo a los pájaros.

La evolución no deja de sorprender

Este descubrimiento significa que la clasificación propuesta hace más de 100 años podría sufrir variaciones y que el nombre “mandíbula antigua” y “mandíbula moderna” puede no ser el más adecuado. Entre las conclusiones que se pueden extraer de este artículo es que existe una alta probabilidad de que los cráneos de avestruces, emús y sus parientes evolucionaron “hacia atrás”, volviendo a una condición más primitiva después de que surgieran las aves modernas.

Los investigadores afirman que, aunque este descubrimiento no significa que haya que volver a trazar todo el árbol evolutivo de las aves, sí que reescribe nuestra comprensión de una característica clave de las aves modernas.

QUE NO TE LA CUELEN

  • Los fósiles muestran una pequeña fracción de todas las especies que han recorrido La Tierra. Hay estudios que intentan responder la pregunta de si quedará registro fósil de las especies que están extinguiéndose hoy en día. De los animales que se encuentran amenazados, se estima que únicamente el 9% de las especies llegarán a convertir en fósil a algún individuos y, de aquellos que no se encuentran amenazados, únicamente un 20%. Por tanto, a partir de estos porcentajes, los paleontólogos del futuro recrearán los ecosistemas actuales. Sería interesante ver cuán acertados estarán.

REFERENCIAS (MLA)