Brexit

El «brexit» reparte indignación y enfado a españoles en el RU y a los británicos aquí

Los españoles en el Reino Unido se encuentran preocupados por la inseguridad de su situación y los británicos de Alicante indignados y avergonzados de sus políticos

Los británicos Samantha Hull y Darren Parmenter, concejales del Ayuntamiento de San Fulgencio (Alicante) en el equipo de gobierno del alcalde José Sempere (c)
Los británicos Samantha Hull y Darren Parmenter, concejales del Ayuntamiento de San Fulgencio (Alicante) en el equipo de gobierno del alcalde José Sempere (c)MORELLEFE

Silvia, desde Newport (Gales), colabora con un lobby preocupado por los derechos ciudadanos tras el «brexit», Álvaro ayuda desde Londres a un grupo que busca una Europa más democrática, Samantha y Darren son concejales en un municipio alicantina, San Fulgencio, en el que los británicos son mayoría. Sorprendidos y enfadados por el «brexit», los cuatro tienen en común el activismo político en sus respectivos países de acogida y coinciden en que alguien tiene que preocuparse por las consecuencias que la salida del Reino Unido de la UE va a tener en las vidas de las personas. Dicen que una de las experiencias más estresantes en la vida es una mudanza. Otra podría ser el «brexit». Silvia González ha padecido ambas.

La primera, hace cuatro años y medio, cuando su «amor por la cultura británica» le llevó a instalarse con su marido en la ciudad de Newport, al sur de Gales; la segunda está resultando «agotadora», porque la salida de su admirado Reino Unido de la UE no se ha cerrado aún y presenta enormes incertidumbre para los extranjeros.

Silvia cambió en 2015 un puesto de funcionaria por otro empleo público en el Ayuntamiento de Newport, en territorio «brexit», donde la mayoría de sus vecinos votaron a favor de este divorcio.

Recuerda que la campaña del referéndum de 2016 fue «tensa», con tonos xenófobos al final, pero reconoce que no se esperaba la victoria de los «brexiteros». Al día siguiente, fue un shock.

En concreto, un «brexit» sin acuerdo, salvaje, podría mandar al limbo el estatus legal en el Reino Unido de unos tres millones de europeos.

Esa cifra da nombre a «The3Million», una asociación que surgió hace tres años en un pub, durante una reunión de personas preocupadas porque el asunto de los derechos ciudadanos no ocupaba un lugar prominente ni en los medios ni en la agenda política de las negociaciones entre Londres y Bruselas.

El objetivo es garantizar derechos y, aunque ha habido avances, el proceso es muy lento.

De momento, el acuerdo de salida pactado por el primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, con la UE -pendiente de ratificación- prevé que aquellos que lleven más de cinco años en el país podrán obtener el «estatus de asentamiento permanente» o la doble nacionalidad. El resto deberá solicitar el «estatus de pre-asentamiento» a través de un proceso relativamente fácil.

«The3Million» sigue pidiendo un documento vinculante, un tratado legal internacional que blinde el asunto de los derechos ciudadanos.

Álvaro Alonso, madrileño de 56 años, pone nombres a esos políticos que no calcularon las consecuencias: Johnson, dice, llenó de mentiras la campaña del referéndum; El eurófobo Nigel Farage fue un «payaso haciendo payasadas»; y el entonces «premier» David Cameron abandonó el barco a las primeras de cambio.

Álvaro, enfermero y doctorado en Política Sanitaria y Salud Pública, vive en Londres desde 2018 y trabaja como consultor «freelance» de los Gobiernos de Omán y Timor Oriental a través de la Organización Mundial de la Salud. Llegó a la capital después de pasar cuatro años en Liverpool. Allí, en el norte de Inglaterra, le pilló el comienzo de este lío, un proceso que, inicialmente, le causó «shock y tristeza», tras constatar que el 52 por cien del electorado británico votó a favor. «Vas andando por la calle y piensas: esta gente no me quiere aquí porque soy un inmigrante».

Alcaldes y ediles británicos

Tampoco tienen mejor opinión de los políticos británicos la mayoría de sus compatriotas que viven en España. Las falsedades oídas antes del referéndum de junio de 2016, por ejemplo sobre el dinero que se dejaría de enviar a Bruselas, han hecho que los británicos de San Fulgencio (Alicante), el municipio de España con mayor número de británicos empadronados, ya no tengan confianza en los políticos ingleses y duden de todo lo que les oyen decir por televisión. «Hay tristeza y la gente piensa ‘¿qué hemos hecho?’”, según Darren Parmenter, londinense de 58 años y concejal delegado de Relaciones Internacionales y Turismo del pueblo, que prefiere pensar que los que han votado brexit lo han hecho con mala información, desconociendo las consecuencias y sin darse cuenta de que automáticamente nosotros mismos pasamos a ser inmigrantes aquí».

Muchos de estos compatriotas se sienten atrapados en España ya que si dejan de disfrutar de la Sanidad pública, no podrán pagar un seguro privado y se verán forzados a regresar a su país, pero sin poder comprar allí una casa porque el precio en el Reino Unido se ha disparado.

«Between a rock and a hard place» o «entre la espada y la pared» están buena parte de estos nuevos alicantinos, que en su día apostaron por trasladar su vida a España sin intuir que podrían pasar a ser no comunitarios, en palabras de Samantha Hull, la concejala de Fiestas y Asuntos Sociales de San Fulgencio, una inglesa de 49 años originaria de Birmingham.

La mayor parte de la colonia local son pensionistas que pasan muchas horas al día relajadamente en asociaciones, clubes de actividades y bares, «y allí no paran de darle vueltas a los rumores que circulan, muchos de ellos muy lejos de la realidad. Eso hace que estén muy preocupados y que lleguen a sentir vergüenza de lo que ocurre. Muchos piensan que el Reino Unido era un país importante en el mundo pero que, desde el referéndum, se ha convertido en una broma (UK has become a joke!)».

Así, indignados, enfadados y avergonzados con los políticos del Reino Unido por empujar a su país lejos de la UE, viven el brexit los británicos del municipio.

Situado al sur de una provincia que alberga a uno de cada cuatro británicos en España, en San Fulgencio viven más ingleses que españoles (unos 3.000 por 2.800 en un censo de 7.900) y en sus calles predomina la lengua de Shakespeare, sobre todo en urbanizaciones como la gigantesca y laberíntica La Marina-Oasis.

Parmenter y Hull formaron parte de la candidatura del PSOE que se hizo con el triunfo en las últimas elecciones -en buena parte gracias a los votos de la colonia británica-, encabezada por José Sempere.

El posible regreso a su país de una parte de los vecinos inquieta a Sempere, que destaca la riqueza económica y cultural que aporta esta colonia.