Pandemia
Personas sin trabajo por la covid, nuevo perfil de atendidos en Casa Caridad
La entidad ha atendido a 2.500 personas en el primer año de la pandemia
Casa Caridad ha atendido a más de 2.500 personas en el primer año de pandemia, un periodo durante el cual ha cambiado el perfil de los usuarios que acuden a sus instalaciones: personas que han perdido sus contratos precarios por la crisis económica derivada de la pandemia y no disponen de ingresos.
La entidad quiere reivindicar como el Día de Casa Caridad el 6 de marzo, fecha en la que se constituyó la Asociación en 1906, y que la ciudad “se vuelque” con una institución que se creó gracias a la solidaridad de los valencianos y que lleva abierta 115 años, más de 40.000 días.
Según informa la entidad, con la llegada de la pandemia hace casi un año y la consecuente crisis que ha dejado, “las personas en situación de sin hogar se han convertido en el foco de mayor vulnerabilidad.”
Durante el último año de pandemia, la Asociación Valenciana de Caridad ha atendido de manera personalizada a más de 2.500 personas poniendo sus los recursos a disposición de los más vulnerables.
“Con la llegada de la covid-19 la atención en Casa Caridad tuvo que cambiar para poder adecuarse a la realidad que vivimos y dar solución efectiva a nuestros usuarios y a sus nuevas necesidades, y así lo hemos hecho”, explica Luis Miralles, presidente de la entidad.
Así, se han adaptado los servicios de comedor a la situación epidemiológica del momento o, ante la falta de ingresos de muchas personas, se han otorgado ayudas económicas a familias para hacer frente a alquileres, facturas u otros trámites, explica Guadalupe Ferrer, gerente de la ONG.
“Con estas nuevas medidas estamos ayudando a que las personas sigan teniendo una casa o habitación sin necesidad de acudir a los albergues sociales. Es una línea de prevención para que las personas continúen manteniendo sus hogares”, indica Ferrer.
Cambia el perfil de los usuarios
Según Miralles, la pérdida de empleo durante los primeros meses de pandemia, la situación de ERTE, la imposibilidad de encontrar nuevos trabajos o las dificultades para percibir rentas sociales ha generado que el perfil de la pobreza valenciana haya cambiado hacía unos rasgos más normalizados.
Son “personas con contratos precarios que los han perdido por la crisis económica derivada de la pandemia y que no lo vuelven a recuperar, o familias que cuentan con recursos habitacionales pero que no pueden pagar el alquiler, las facturas o la alimentación”.
Según Miralles, “son gente que antes no necesitaban ningún tipo de recurso pero que ahora, por la pérdida de ingresos o en caso de tenerlos son insuficientes para llevar una vida digna, se han visto abocados a acudir a las ONGs”.
La Asociación prevé que esta situación pueda continuar en los próximos meses.
Por otra parte, el perfil femenino se mantiene como uno de los colectivos al alza año tras año, llegando al 36 por ciento durante el 2020, dato que preocupa a la entidad, según indica la responsable de Trabajo Social, Cristina Sánchez.
Según Sánchez, “la precariedad del mercado laboral, las responsabilidades familiares, la dificultad de acceder a una vivienda y la mayor vulnerabilidad hacen que mujeres que ahora están en nuestros albergues necesiten una atención especializada”.
Procedencia de los usuarios
El 44 por ciento de las personas alojadas en el albergue de Pechina son españoles, la mitad de ellos valencianos, un porcentaje que ha crecido con respecto a años anteriores.
Además, desde la entidad advierten del aumento, en los últimos meses, de personas mayores de 65 años que son derivados a Casa Caridad.
Por lo que se refiere a personas extranjeras, en ambos albergues el 24 por ciento de los usuarios proceden de Latinoamérica, especialmente de Colombia y Venezuela.
En estos últimos meses, Casa Caridad ha adaptado sus instalaciones y servicios ante las nuevas necesidades derivadas de la situación de la pandemia.
Al cierre del comedor social -reservado a uso exclusivo de los albergados- se ofreció la alternativa de los kits de alimentos con un reparto semanal que beneficia a 600 personas.
Además, se ha reformado el comedor para favorecer la seguridad, separándolo en dos estancias: uno para albergados y otro para usuarios que llegan desde la calle.
A esto se suma la remodelación en albergues en los que se han habilitado espacios de aislamiento y las medidas higiénicas recomendadas para garantizar la seguridad, y que las Escuelas Infantiles han modificado sus protocolos de funcionamiento para adaptarse a necesidades.
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