Agricultura

El drama de la apicultura tras el incendio de Bejís: “Es increíble que haya alguna abeja viva”

Un apicultor explica los efectos devastadores del fuego, el remate a un sector que reivindica su importancia contra el cambio climático

Un paisaje arrasado, es la nueva y triste postal de Bejís (Castellón) tras el incendio que ha calcinado más de 19.000 hectáreas. Javier Molins, abre una de las 155 colmenas que tenía en una de las zonas quemadas en esta localidad castellonense, epicentro del fuego. Ahora solo le quedan 16.

Abre una de estas. La colmena está carbonizada, pero dentro hay abejas vivas. «Es increíble que hayan sobrevivido». Aunque quizás, no puedan pasar el invierno. Con mucho cuidado y sin ningún tipo de miedo, este apicultor destapa la colmena. Hay abejas vivas. Dentro no hay polen y se están alimentando de la poca miel que tienen de reserva. «¿Cómo van tener polen si no queda ninguna flor?»

No pueden ni picar, pero siguen moviéndose. Todo gracias a la abeja reina que ha sobrevivido, una “súper madre” que podrían recuperar este asentamiento. “Las alas las tiene jóvenes. Hará lo imposible por sacar hijos”. Javier Molins también redoblará sus esfuerzos.

Al lado de la colmena con ejemplares vivos, las que han muerto se cogen a puñados. Es el resultado de un incendio devastador que, en este caso, pone en peligro a un ecosistema del que se conoce su importancia, pero para cuya protección se podría hacer muchísimo más.

Molins explica que no podrá retomar la actividad hasta que no reciba el dinero del seguro. Solo entonces podrá comprar más abejas o cajas, aunque cuenta con la ayuda de sus compañeros del sector. «Los enjambres tardan dos años en hacerse colmenas, si las floraciones acompañan, habrá que esperar este tiempo para sacar miel».

Molins no vive de esta actividad, es «jobista»- así se denomina a los que desarrollan de esta manera la apicultura- y se enfrenta a muchas dificultades.

«Al cambio climático, las subidas de los precios del gasoil y de los productos apícolas se suma una crisis sanitaria producida por las enfermedades a las abejas».

Se trata de un ácaro llamado “varroa destructor” y otros como “nosema cerana». Además, las abejas tienen que pelear por competir a la «avispa velunita y asiática» que, asegura, pronto se extenderá por toda España. «El sector pasa por un mal momento. Es un infierno». Además, se importan mieles de otros países por su bajo precio.

Molins recuerda que la abeja hace un beneficio al medio ambiente polinizando las flores, una labor indispensable para todos los seres vivos, también para que «el homo sapiens pueda alimentarse».

Es su lucha y la de la asociación a la que pertenece y en la que encuentra apoyo en estos momentos. La Asociación Defensa Sanitaria Apícola hace una llamada de auxilio. Advierte de que en estos meses de sequía intensa, con calor extremo continuado e incendios salvajes, la apicultura y muchos ecosistemas “han entrado en bancarrota”.

Denuncian que han muerto millones de animales y miles de colmenas en las cerca de 300.000 hectáreas calcinadas en los grandes incendios forestalesque han convertido muchos ecosistemas en un mar de cenizas al borde del colapso y con la biodiversidad bajo mínimos. “La apicultura es una víctima más de esos incendios salvajes y también es una herramienta, a través de la polinización, a tener en cuenta en cualquier plan de recuperación eficaz en esas zonas ultradegradadas”.