
Gastronomía
Casa de Pescadores, el nuevo restaurante con alma marinera en El Cabanyal
El local abre este miércoles en el barrio valenciano

La vida diaria en los barrios valencianos de El Cabanyal o la Malvarrosa se desarrollaba en el siglo pasado y antes en casas bajas y humildes. Las familias convivían con los aperos marineros, las barcas y las redes de pesca a pocos metros de las playas por las que paseaban Sorolla y Blasco Ibáñez.
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Aquel estilo de vida s ha ido despareciendo por el progreso y la transformación de la sociedad pero no faltan románticos que quieren recuperar la memoria de aquellos años y sobre todo la memoria de las mesas y cocinas de nuestros antepasados.
De eso va en principio el nacimiento de Casa de Pescadores que inaugura esta semana en El Cabanyal. Un bar y restaurante de varios ambientes, reconstruido sobre una antigua casa de pescadores, con techos altos, vigas de madera, ladrillos a la vista y patio interior y sobre una carpintería de pequeñas barcas de pesca. La esencia marinera se ve reforzada con la combinación de elementos originales como remos, anclas y herramientas de astillero, combinadas junto a las lámparas artesanales y el mobiliario que le fue encargado a Francesc Rifé, Premio Nacional de Interiorismo 2025, formando un conjunto en donde se combina la tradición con el diseño innovador.
Aunque Casa de Pescadores tiene entrada por dos calles, la fachada de José Ballester mira directamente a la playa del Cabanyal en primera línea, mientras que la otra, la del bar y la parrilla es la antigua casa y taller de carpintería de barcos de pesca, que ha sido restaurado respetando su estructura original. De ahí que destaquen las maquetas de embarcaciones construidas allí mismo, junto a otros objetos rescatados de varias casas similares del barrio.
Dos estancias para un proyecto cuyo restaurante abrirá solo a mediodía, mientras que el bar lo hará también para cenas y que pretende que el alma marinera del barrio sigua viva en cada rincón, en cada mesa y en cada receta.
¿Y quiénes son ellos?
Detrás de un proyecto de restauración de tal envergadura no podía estar cualquiera por lo arriesgado y ambicioso de la inversión. De ahí que se hayan unido dos firmas de solvencia para levantarlo: el Grupo Mercabanyal y Jugando con Fuego, ambos con varios establecimientos a pleno rendimiento. Casa de Pescadores contará con la dirección culinaria del equipo del restaurante Flama, bajo la asesoría de Edu Espejo y con Marcos Moreno al frente del servicio diario. Según lo previsto, el establecimiento revalorizará la oferta hostelera del barrio marinero.
¿Qué se come?
El nuevo restaurante reivindica la cocina honesta, basada en el producto de mar y el recetario tradicional, según afirman sus responsables. El hecho de que Espejo y Moreno se pongan tras el fogón es ya un aval de calidad, pues ambos son conocidos por el buen tratamiento de los pescados, mariscos y el resto de la despensa local. Ahora bien, a la hora de comer, el espacio se divide en tres ambientes bien diferenciados con ofertas gastronómicas distintas: el bar tradicional, la parrilla y el restaurante.
En el primero, una gran barra central preside el local, y en ella se sirven tapas clásicas, como ensaladilla con capellán a la llama, bravas, sepia con mahonesa, calamar relleno de "blanquet i alls tendres" o tellinas con tomate. Estos platos conviven con el producto de lonja expuesto a diario, pues la oferta tendrá gran dependencia de lo que ese día hayan traído los barcos de pesca. “El que llega pronto elige”, subraya José Miralles, en lo que supone una apuesta por la frescura del producto, en un homenaje y en recuerdo de los merenderos playeros de los 70, “donde se comía el pescado en todas sus versiones".
Su intención es que la cocina del bar se complete con una oferta de guisos tradicionales, como el "cap i pota", el rabo de toro "Victoria" o la lengua de ternera guisada, sin olvidar la línea de ibéricos, conservas y salazones, reflejo de la cultura marinera más auténtica.
Si saltamos al espacio contiguo, la intención es que, en la parrilla del restaurante, el ambiente se vuelve más sobrio y elegante y se trabaje con una carta reducida y producto de temporada, cocinado al momento sobre las brasas. En palabras del chef Edu Espejo, “tendremos conejo, codorniz, chuletillas y, por supuesto, pescado de lonja”. Comprarán al día, marcarán los pesos y los precios en la pizarra, “y cuando se acabe, se ha acabado”, como en las casas de comidas, donde se servía cocina sencilla, directa, sin artificios, con el sabor del fuego y el mar”.
La propuesta del restaurante se completa con un menú a mesa puesta, sin carta, donde los comensales podrán disfrutar de tres entrantes y un segundo, a elegir entre arroz, carne o pescado a la brasa.
“Queremos cuidar al comensal, que no sienta la urgencia de los turnos. Estamos en un espacio pensado para alargar la sobremesa. Aquí, la prisa no existe”, afirma Hugo Cerverón. Allá van. Que lo disfruten.
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