Cambio climático

La DANA ya enseñó su cara hace cinco años en la Vega Baja, Alicante

La comarca del sur de la Comunidad Valenciana quedó totalmente devastada por un episodio de lluvias torrenciales

Se prohibe la llegada andando de voluntarios a los municipios afectados por la DANA
Se prohibe la llegada andando de voluntarios a los municipios afectados por la DANAAgencia EFE

Septiembre de 2019, los días 11, 12 y 13 para ser exactos, originaron en la Vega Baja, al sur de la provincia de Alicante, un trauma -palabra que en griego significa herida- colectivo. Hasta entonces se llamaba gota fríaa lo que -en esos días aciagos, una comarca con 27 municipios resultó totalmente anegada por la lluvia- hoy se llama DANA, acrónimo de depresión aislada en niveles altos. El fenómeno meteorológico de entonces fue tan virulento como el del martes pasado en la provincia de Valencia y, en cuatro palabras, se caracteriza porque cae una gran cantidad de agua por metro cuadrado en pocas horas.

La huella emocional que dejó la DANA de 2019 ni mucho menos se ha borrado y ante un aviso de lluvias torrenciales se activa el mecanismo del miedo en la población; hay 211 kilómetros entre Orihuela, considerada la capital de la comarca, y Valencia ciudad, y algunos más entre ese territorio fronterizo que es la Vega Baja, en el límite con Murcia, y la denominada zona cero de la DANA de Valencia.

No son distancia, sin duda, para que la comarca se haya volcado literalmente a la hora de recoger y enviar ayuda a quienes pasan ahora por la misma catástrofe que ellos pasaron hace cinco años, y con la violencia del río Segura cuando se rompió por la lluvia, y destruyó casas, empresas, huertos, carreteras. Las imágenes de pueblos enteros anegados por el agua dieron la vuelta al mundo, a través de los medios de comunicación.

Efectos del cambio climático

Entonces como ahora es el cambio climático es el responsable de un fenómeno meteorológico extremo como es una DANA, y en la Vega Baja llegó a llover más de 400 litros por metro cuadrado en 24 horas. En la comarca fallecieron cinco personas, 4.000 fueron personas evacuadas de sus casas o quedaron incomunicadas, 80 carreteras fueron cortadas, y cientos de miles de hectáreas de cultivo arrasadas. Además de que 25 municipios sufrieron daños severos en infraestructuras, según los datos de Cruz Roja.

Las pérdidas económicas supusieron 1.300 millones de euros, según el informe de la Fundación Aon España de 2021.

Preguntas sin respuesta

Y se originó una reflexión sobre por qué se produjo una catástrofe natural del tal calibre, con interrogantes aún por resolver como son la falta de capacidad del río para evacuar caudales superiores a 400 metros cúbicos por segundo; la necesidad de laminación de ramblas; la incapacidad de la red de drenaje para llevar a la desembocadura las aguas desbordadas; la inadecuación de alguno de los espigones de la desembocadura o la planificación urbanística, según la asociación Segura Transparente.

Y el trauma se revive en cuanto la Agencia Estatal de Meteorología, Aemet, lanza un aviso de lluvia e incluso con independencia del color que sea. «No podemos olvidar un episodio de lluvias como ese», explica Isabel Canales, «vimos huertos enteros anegados por la lluvia, carreteras destrozadas y los coches de un concesionario flotando en el agua como si fuera una piscina»

Es inevitable, por tanto, que cinco años después se active el mecanismo del miedo en una comarca que murió y tuvo que reconstruirse, es decir, que volver a nacer.

El domingo por la mañana empezó a llover en Almoradí -considerado la zona cero de la DANA de 2019- y en otros municipios y la alerta era naranja. «Mi hijo -agrega Isabel- de 12 años al subir al coche para ir de Almoradí a San Fulgencio me ha preguntado si llevábamos los móviles con suficiente batería dado que, al ver el cielo gris tirando a negro, tenía miedo de que una tromba de agua nos impidiera llegar a nuestro destino».

Puntos negros

Si algo quedó claro en 2019, es que, al margen de la fuerza del propio Segura, los barrancos que confluyen en el río sufren una gran presión urbanística, según remarca la citada asociación. Como ejemplo, en la rambla de Abanilla, que en el episodio de lluvias, superó los 1.000 metros cúbicos de agua por segundo y arrasó lo que encontró a su paso entre Benferri y Orihuela, como las instalaciones del polígono industrial Puente Alto, en Orihuela.

Se puede vivir con miedo, sin duda, con miedo al cielo, a la lluvia, a que otra DANA golpee de nuevo una comarca y una provincia, la de Alicante, marcada por un trauma colectivo. Y, mientras, los municipios de la Vega Baja, como informan sus ayuntamientos, miran, y asisten, la vecina Valencia que aún sigue en plena conmoción por un fenómeno meteorológico como la DANA del martes pasado.