Televisión
La enésima revolución de À Punt para lograr el favor de la audiencia
El regreso de los toros, cambios en la parrilla y oferta en castellano marcan la nueva era de la corporación
À Punt quiere ser Canal 9. O intentarlo. O volver a tener el favor del público. Que el nueve del mando a distancia esté ocupado por la televisión autonómica. O que el fútbol se escuche a través de sus ondas. En su corta y azarosa vida desde que el anterior Gobierno del Botànic reabrió la radiotelevisión pública valenciana lo ha intentado todo -o casi todo- para reconectar con los espectadores. Porque las audiencias de À Punt no son buenas. No lo han sido nunca. Hay programas que llegan incluso a contabilizar el cero por ciento de cuota de pantalla. Es más, en 2024, cerró el año con una media de 2,6 por ciento de audiencia en la televisión y unos 55.000 oyentes en la radio. Ni recuperando formatos como L’Alqueria Blanca, que tan buenos rendimientos le dieron a Canal 9 los domingos por la noche, ni a rostros tan reconocibles como Ximo Rovira, el ente público ha conseguido el éxito. Sólo en momentos como la trágica dana o en la retransmisión de eventos festivos y tradicionales, la cadena alcanza cifras con las que parece puede competir con el resto de propuestas de la parrilla. Así que los responsables del ente han vuelto a revolucionar el día a día tanto de la televisión como de la radio de À Punt.
Eso ha pasado tras contar con un nuevo presidente de la Corporación Audiovisual de la Comunitat Valenciana (CACVSA), la empresa pública creada recientemente con el mandato de renovar la radiotelevisión pública valenciana. El elegido el pasado enero fue Vicente Ordaz, periodista de profesión, quien en su comparecencia en Les Corts ya dio algunas de las claves de los cambios. Ordaz abrió la puerta a introducir el castellano en la oferta audiovisual aunque respetando el 90 por ciento en valenciano y anunció la desaparición de programas de radio como Podriem fer-ho millor y Territori sonor que han sido sustituidos en la última semana. El nuevo presidente lo tenía claro: À Punt «no engancha a los valencianos y sin audiencia no hay servicio público». De ahí que los últimos tiempos hayan sido, precisamente, tiempos de cambios, tanto en los programas como en los responsables de la parrilla.
El más significativo, y el que en los últimos días ha suscitado más polémica, es el regreso de los toros a la radio valenciana. El programa Terra de bous, conducido por José Germán Estela, se emitirá a las 18 horas todas las tardes. Toda una declaración de intenciones que da pistas de la nueva hoja de ruta para À Punt, tanto en las ondas como en la pequeña pantalla.
La intención es clara: tener audiencia. Por eso, la revolución también ha llegado a la parrilla televisiva, que desde hace unas semanas ha cambiado su programación. La decisión principal: el programa Bona vesprada, un formato presentado por el propio Rovira junto con Álex Blanquer que busca atraer al espectador con un programa que se define a sí como «una ventana de actualidad, servicio público, entretenimiento, historias humanas, fiestas y sociedad». Pero Bona vesprada lo tiene fácil. Los antecedentes así lo señalan. Porque esa franja es muy complicada para À Punt. El formato compite con los otros magazines de las cadenas estatales.
Su estreno también provocó un cambio en la parrilla matinal. El programa La via verda logró ampliar su horario. La cita con el medio ambiente que presenta Mathies Muñoz precede a Alta tensió, un concurso que tampoco brilla en espectadores. La oferta sigue en las mañanas con el telediario NTC Migdia, el concurso Atrapa’m si pots y nuevos capítulos de La Cuina de Morera. Otra revolución para, de nuevo, lograr la confianza de los valencianos.
Y si la parrilla ha dado un vuelco, también ha habido cambios en el organigrama de À Punt. Sorpresivo ha sido el nombramiento de Paco Picó como nuevo director de contenidos y programación. Ligado a la casa desde hace años, tiene una larga trayectoria en el mundo audiovisual. Tendrá en su mano ese objetivo casi obsesivo de que mejorar el escaso "share" que tiene la cadena y que la convierte en la televisión autonómica menos vista de España. Pero además, en el contexto de todos estos cambios, con el regreso de los toros a la radio valenciana, las nuevas incorporaciones y la apertura del castellano en la emisión, también se ha producido una llamativa dimisión de uno de los miembros del Consejo de Administración, Alfonso Gil, quien se marchó por motivos personales apenas una semana después de que Ordaz presentara en el Parlamento valenciano su hoja de ruta.
À Punt tiene un presupuesto anual de 78 millones de euros, un montante inferior que el de otras televisiones autonómicas. Ahora encara una etapa en la que anhela el afecto de los valencianos.