Las historias tras la DANA

Las heroínas de la residencia de Benetússer, una semana después

Gracias a su preparación, las trabajadoras lograron poner a salvo a una treintena de ancianos. «Cuando pasó todo, ellos ya dormían»

Fachada de la residencia para mayores de Benetússer, donde aún son visibles los efectos de la DANA
Fachada de la residencia para mayores de Benetússer, donde aún son visibles los efectos de la DANALa Razón

Si algo ha dejado la devastadora DANA que ha asolado a gran parte de la provincia de Valencia, son historias. La vida de miles de personas que se han visto truncadas de una u otra forma, ya sea por la trágica pérdida de un familiar, por algo más material o por la solidaridad que ha demostrado estos días el pueblo valenciano. Miles y miles de relatos se han podido escuchar en menos de una semana en la comarca de l’Horta, y entre tanta devastación, también hay espacio para la esperanza y la celebración. Buena cuenta de ello pueden dar las trabajadoras de la residencia de mayores de Benetússer, en plena calle Mayor, cuya preparación y coordinación permitió poner a salvo a los 27 internos sin alterar su estado, sin provocar miedo y sin que se enteraran de lo que ocurría a apenas unos metros de ellos. «Cuando pasó todo, ellos ya habían cenado y estaban durmiendo».

Los ojos de Natalia Martínez, directora del centro de mayores, son un reflejo del orgullo y admiración que siente por su personal. Brillan de emoción al pensar en lo que hubiese ocurrido, de no ser por la rápida actuación de las trabajadoras, quienes mantuvieron la calma en todo momento. Es por ello que repite una y otra vez que son «heroínas», porque si no fuera por ellas, hoy su vida sería completamente diferente. «Se me pone la piel de gallina todavía de pensarlo».

Natalia insiste en que son ellas, sus compañeras y su rápida actuación, las que merecen todo el reconocimiento. «Ante la previsión de lluvias, y al notar cómo se iba de vez en cuando la luz, decidieron adelantar el horario de cena de los residentes».

Una actuación que, además, se sumó al traslado, uno por uno, del piso de abajo a la planta superior, donde están las habitaciones. «Sabiendo cómo hay que actuar en estos casos, desconectaron el ascensor, y llevaron uno a uno a los residentes escaleras arriba. Insisto, son unas heroínas».

En la misma puerta de entrada todavía ayer, una semana después de la tormenta, podía verse acumulado el fango, los coches empotrados entre ellos, y los enseres destrozados sacados a la calle desde el interior. Voluntarios llegados de distintos puntos de Valencia colaboran en la limpieza y desescombro, y muestran su agradecimiento a uno de los lugares erigidos como emblema de resistencia. «Queremos dar las gracias a los familiares y voluntarios que han venido a limpiar el centro. El famoso concepto de ‘resiliencia’ es algo que caracteriza a este pueblo, y tenemos que dar gracias de que estamos vivos, que podemos contar nuestra historia». Además, comparan lo ocurrido con la pandemia, aunque incide en que ahora «los familiares pueden venir a verlos. Los primeros días no teníamos manera de contactar con ellos, porque no había cobertura».

Francis, recepcionista de la residencia, fue una de esas cinco heroínas que tomaron las riendas del centro en una situación límite. «Hemos tenido muchos simulacros con diferentes maneras de actuación ante diferentes casos. Evidentemente ninguno ha sido de una inundación de este tipo», asevera. «Sabíamos que lo primero que teníamos que hacer era bloquear el ascensor para que ningún residente lo utilizara. Lo hicimos todo con mucha calma, les dimos la cena, la medicación, y los subimos uno a uno a las habitaciones en el piso superior».

Agradece, además, la colaboración de uno de los familiares de los residentes, cuya aparición consideran que «fue un milagro» porque les ayudó a subir a los mayores que van en silla de ruedas. «Con la riada, tuvo que quedarse a pasar la noche aquí, porque no había manera de salir a la calle».

Una vez puestos a salvo, las trabajadoras bajaron rápidamente a la planta inferior y comenzaron a intentar salvar todo el mobiliario. «Ropa de cama, mesas, sillas... subimos a la planta superior todo lo que consideramos importante».

Finalmente, recuerda cómo una vez estaban todos los mayores acostados, empezaron a pensar en sus propias familias y amigos. «En ese momento intentamos hablar con ellos, pero no teníamos cobertura. Era algo que iba y venía».

La «suerte», según Natalia, también les ha llegado gracias a la ubicación del centro. Explica que el canal de desagüe del agua hizo que no subiera a niveles más altos. «Cuando venimos andando desde otros puntos vemos toda la devastación que hay alrededor. Podría decir que somos unos privilegiados dentro de todo lo que ha pasado, porque podríamos estar ahora lamentado víctimas tanto de personal como de residentes», relata sin poder evitar que se le quiebre la voz.

Realojan a 150 personas por daños en las residencias

No todos los centros residenciales han tenido la suerte del de Benetússer. Un total de 126 centros han quedado afectados por la riada que golpeó la provincia de Valencia, lo que ha obligado a dar atención a 8.198 personas, y realojar a unas 150.

La Vicepresidencia y Consejería de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda de la Comunidad Valenciana ha atendido a las personas mayores, menores y personas con discapacidad en centros afectados en las comarcas Ribera Alta, Ribera Baja, Camp de Turia, Hoya de Buñol, Los Serranos y, sobre todo, Utiel-Requena y Horta Sud. En Paiporta, 95 residentes fueron trasladados a otras residencias, mientras que en Catarroja, por los problemas del edificio, 20 personas fueron reubicadas.