Desapariciones

Desaparecidos durante el confinamiento

Desde que se decretó el estado de alarma se han interpuesto 659 denuncias por desaparición. Son un 81% menos que el año pasado, pero ¿cómo se ha perdido la pista de estas personas cuando toda España estaba en casa?

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Que decreten el estado de alarma y tengamos que estar en casa no significa que nos encierren con llave». Así explica Joaquín Amills, presidente de la asociación SOS Desaparecidos, las 659 denuncias que se han interpuesto en España desde que se decretara el estado de alarma; es decir, cuando casi toda España estaba encerrada en casa. En la asociación, que ayuda a las familias que atraviesan este complicado proceso (más duro aún en tiempos de coronavirus) asegura que el confinamiento es un arma de doble filo a la hora de buscar a personas desaparecidas. «Aunque policialmente se investigue, la familia no puede salir a la calle a buscar, no se pueden organizar batidas vecinales ni voluntarios de Protección Civil dedicados a ello. Toda esa parte la tienes bloqueada». Sin embargo, el hecho de que haya tan poca gente en la calle, sobre todo antes de entrar en las fases de desescalada, ha sido positivo a la hora de encontrar a algunas personas estas últimas semanas. «Hemos recibido llamadas que nos decían que mientras estaban paseando al perro han visto a tal persona y se han fijado en ella porque no había nadie más en la calle, algo que no ocurriría en circunstancias normales. La colaboración ciudadana en ese sentido está siendo impecable», asegura Amills. Desde el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), dependiente del Ministerio del Interior, aclaran que «cuando hablamos de desapariciones, integramos en una misma problemática situaciones muy heterogéneas: simples rupturas de vínculos familiares, pérdidas de contacto por tiempo relativamente breve de menores o mayores con problemas neurodegenerativos, accidentes laborales y, en algunos casos extremos, algún tipo de actividad criminal». Jaime Cerceda es el director de este organismo creado hace solo tres años para coordinar todas las alertas por desaparición independientemente del cuerpo policial que recoja la denuncia y asegura que la mayoría de los casos se resuelven: «De las 659 denuncias recibidas, solo 149 permanecen activas y, con el tiempo, la mayoría se irán resolviendo porque las estadísticas que manejamos demuestran que en torno al 1% quedan latentes durante periodos muy prolongados de tiempo». Estas menos de 700 denuncias interpuestas entre el 16 de marzo y el 4 de mayo de este año contrastan con las que se pusieron durante el mismo periodo de 2019: nada menos que 3.456 denuncias, lo que supone un 81% menos.

La prioridad: los menores

Cerceda, sostiene que las circunstancias que estamos viviendo «reduce considerablemente los riesgos de que se produzca una desaparición» y reconoce que el confinamiento «ha facilitado la labor de encontrar a mayores desorientados o a menores de edad». Así, aunque las denuncias han disminuido en todas las franjas de edad, la más significativa es la de menores de 13 años, donde las denuncias han caído un 97%, y las desapariciones de chicos de entre 13 y 17 años, también se han reducido muchísimo: un 83%. Esta franja de edad (de 13 a 17) suele ser la que siempre acumula mayor número de denuncias y la que más preocupa a los investigadores por tratarse de menores, aunque entre las razones abundan motivos triviales como enfados en casa o muestras de rebeldía. Amills explica que «les dan cobijo amigos mayores de edad, vecinos o familiares enfrentados con los padres... hay de todo», pero recuerda que acoger a un menor en estas circunstancias puede ser constitutivo de delito y que «lo que en un principio es algo voluntario puede dejar de serlo: se han dado casos de adolescentes manipulados por personas con antecedentes. Y no deja de ser un menor: cuantos más días fugado, mayor es el riesgo». La mayoría, eso sí, suelen aparecer a los pocos días. Es el caso de Kiara Abigail (16 años) y Ana Rosa Hernández (17 años), desaparecidas durante el estado de alarma en Torrejón y Bormujos (Sevilla) respectivamente y que esta semana ya han sido localizadas. También esta semana la Guardia Civil pudo encontrar en Orense a otra persona mientras «realizaba una labor tan común como pasear a su perro», explican desde el CNDES.

Las excepciones que confirman la regla

Cerceda asegura que, menos la atención personal y los cursos formativos presenciales, ellos sí pueden seguir llevando con normalidad el resto de sus funciones: generación de avisos a la población, gestión de la base de datos de desaparecidos y atención a las familias. Este último punto es un aspecto señalado con cierta crítica por la Fundación Quien Sabe Donde, presidida por el mítico periodista que dirigió el programa homónimo, Paco Lobatón. «Hay excepciones como el caso de Diana Quer o el niño Gabriel que confirman la regla contraria: el contacto inicial con las familias suele diluirse con el paso del tiempo». Su experiencia dice que los cuerpos policiales no cuentan con «suficientes recursos especializados: no es cuestión de cantidad sino de calidad», sobre todo para los casos sin resolver de larga duración, donde es imprescindible una «nueva mirada» para que la investigación no quede en el temido punto muerto. «Hace falta más gente dedicada exclusivamente a esta tarea y con una formación específica. Hay policías con grandes capacidades pero en general falta gente más preparada».

Desde la fundación reclaman que haya un representante de cada cuerpo policial en el CNDES, que sea este organismo oficial quien ponga «el sello» a los carteles de desaparecidos que se difunden (Lobatón ha contado hasta siete fórmulas diferentes de cartelería) y que sus integrantes no cambien con tanta frecuencia como hasta ahora porque eso afecta al trato con las familias: «Sin una atención continuada, están abocadas al naufragio y ellas son muy agradecidas, es algo que he constatado con el tiempo: agradecen enormemente una llamada y cualquier iniciativa».

Precisamente para acompañarles en esta travesía, aún más angosta durante el encierro forzoso por el dichoso Covid-19, Lobatón ha creado «Diarios de ausencias», un formato de videollamadas con familiares de desaparecidos para tratar de paliar estos días «esa sensación de encierro, de vida detenida» y que se pueden ver desde su web. «Decimos: confinados, pero no callados. Todos lo estamos pasando mal pero ahora podemos ver algo de esperanza en las fases de desescalada. Ellos no. Diría que son el colectivo que más ha sufrido porque tienen la sensación de que las investigaciones se han detenido».

Desde el CNDES aseguran que cada año se interponen unas 20.000 denuncias por desaparición pero la inmensa mayoría se resuelven. De hecho, a principios de este año había 5.529 activas, algunas de las cuales se remontan a la década de los años 60. A pesar del tiempo transcurrido, Cereceda aseguran que «las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad siguen buscando a todos los desaparecidos».

3 años sin Francisca Cadenas

Precisamente ayer se cumplieron tres años de la desaparición de Francisca Cadenas, una mujer de 59 años natural de Hornachos (Badajoz) a la que se perdió la pista el 9 de mayo de 2017. Este año no podrán hacer el homenaje anual en la plaza del pueblo por las restricciones del confinamiento y su hijo, José Antonio Meneses, quiere pensar que los investigadores siguen trabajando pero cuestiona ante Lobatón “por qué en algunas desapariciones se emplea todo y no en mi familia. Parece que hay un cierto privilegio”. Él tuvo que salir del pueblo para tener “una buena salud mental” y poder seguir adelante con su vida. Con respecto a la investigación del caso de su madre, Meneses entiende que “tenga que ser lo más hermética posible pero el contacto periódico con la familia, la cercanía y saber que no dejan nada en el tintero deberían mantenerlo porque es esencial para darle una estabilidad mental a la familia, independientemente de que luego se resuelva o no el caso”, cuenta en “Diarios de ausencias”.

Localizada el martes tras 4 años desaparecida

Lorena Piteira desapareció el 1 de noviembre de 2016 en Lugo y es una de las personas que ha podido ser localizada en estos días de confinamiento. La Policía dio con ella el pasado martes. Dos años después de su desaparición se detectaron «movimientos» de ella en Santiago de Compostela y Camarillas (A Coruña) pero no fue hasta esta semana cuando las autoridades la localizaron. Este caso podría tratarse uno de esos en los que, según el director del CNDES, hay «ruptura de vínculos familiares por distintos motivos». En cuanto se pone la denuncia, ellos la tratan como una más y si localizan a la persona, «verifican su situación y la persona decide si quiere volver a contactar a su familia o no, pero en todo caso evitándoles la angustia que pudieran tener por su estado». Cuando denunciaron su desaparición, la familia comentó que Lorena podía estar «influenciada por algún movimiento simpatizante de las ciencias ocultas y la meditación».