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“Jo Jo Rabbit”: El niño que tenía a Hitler de amigo invisible

El director más visto de Nueva Zelanda utiliza estratégicamente la inteligencia del humor para crear un original relato sobre la amistad imaginaria de un niño con Hitler que le ha valido 6 nominaciones a los Oscar

La propuesta cinematográfica de «Jo Jo Rabbit», dirigida por el neozelandés Taika Waititi es un filme un tanto inusual sobre la Alemania nazi. A pesar de la profusión de ejemplos que históricamente han retratado desde perspectivas dispares el periodo histórico del nazismo, el humor rara vez ha sido la vía principal de representación. Sin embargo en esta ocasión Waititi se sirve de la ironía y la acidez para estructurar una comedia negra que relata la historia de un niño de diez años que descubre que su madre está ocultando a una chica judía en bajo su mismo techo. Él mismo la ha descrito como una sátira contra el odio. Y ese punto satírico se introduce en la trama a través del amigo imaginario del joven protagonista: Adolf Hitler. El filme ha conseguido 6 nominaciones a los Oscar entre las que figuran la candidatura a Mejor Película, Mejor Guión Adaptado y Mejor Actriz Secundaria para Scarlett Johansson. Waititi se ha convertido en los últimos años en uno de los directores favoritos de Hollywood y sus películas «Boy» (2010) y «Hunt for the Wilder People» (2016), son las más vistas en su Nueva Zelanda natal. En EE.UU también arrasó con «Thor: Ragnarok» en 2017 y ahora prepara la secuela «Thor: Love And Thunder», protagonizada por Chris Hemsworth. Su faceta interpretativa tampoco ha desmerecido sus logros como cineasta y ha participado como actor en cintas como «Green Lantern», o más recientemente «Vengadores Endgame». El neozelandés sabe alternar películas palomiteras de las buenas con filmes de calidad más autoral, por lo que de momento parece tener ganado el beneplácito de crítica y público.

–¿Cómo describiría al personaje principal del filme «Jo Jo Rabbit»?

–Por donde comienzo… Jo Jo Rabbit es un niño cuya vida transcurre durante los inicios de la Alemania nazi. Como todos los chavales que viven en el territorio germano de las Juventudes Hitlerianas durante esta época su pretensión es convertirse en el mejor nazi posible.

–Jo Jo tiene una amigo imaginario un tanto particular…

–Spoiler (risas). Sí, cierto, Jo Jo Rabbit tiene a Hitler como amigo imaginario, al que yo doy vida (risas). Un polinesio judío de Nueva Zelanda llamado Taika Waititi.

–El filme se llama «Jo Jo Rabbit», y Jo Jo se hace amigo de una niña judía. ¿Le costó convencer al estudio para poder hacer este filme?

–Básicamente me dijeron que si quería hacer la película tenía que ser yo el que interpretara a Hitler. Al principio pensé que era una verdadera locura que yo le diera vida, pero al final me convencieron. De la única forma que tenía sentido interpretarlo era pensando que este Hitler viene al fin y al cabo de la cabeza de un niño que no para de pensar. Que por alguna razón, su imaginación refleja a un Führer que al final del día es una persona bastante auténtica, un hombre con la mente de un niño de diez años.

–¿Cuándo escribió el guión?

–En el año 2011 y comenzamos a hacerlo en el 2017. Durante ese lapso de tiempo mucha gente me decía que estaba loco por querer mezclar el humor con los nazis. Han pasado 80 años desde que Charlie Chaplin estrenara «El gran dictador» y pienso que desde entonces prácticamente nadie ha hecho algo similar. Ya tocaba.

–Hay gente que ha encontrado el filme un tanto controvertido.

–Uno no le pude tener miedo a una película de estas características. No quiero tener la sensación de que necesito defenderme o justificarme. Teniendo en cuenta el resurgimiento del movimiento neonazi en algunas partes del mundo que alguien encuentre «controvertido» un filme sobre un niño que tiene como amigo imaginario a Hitler me parece un tanto exagerado.

–¿Cómo fue el proceso de tener que transformarse en Hitler?

–Una puñetera pesadilla (risas). Estábamos rodando en Europa en verano y hacía un calor tremendo. Pensé en algún que otro momento que se me iba a ir la cabeza (risas). Cuando tu cuerpo está carente de ciertas vitaminas, adquieres un carácter un tanto agrio. Y todo esto era solo viéndome pintado de blanco, sin haberme puesto todavía el traje. No podía estar al sol porque me pongo morenísimo en cinco minutos. Además me tenían que poner este producto químico en el pelo para alisarlo y teñirlo de negro porque lo tengo plagado de canas.

–El personaje que interpreta Scarlett Johansson es el de una madre que interactúa con su hijo evitando que lo que está ocurriendo a su alrededor le afecte. ¿Te inspiraste en algún otro personaje cinematográfico?

–Creo que el personaje de Scarlett tiene un poco de Roberto Benigni en «La vida es bella». Mi intención es que el espectador se enamore de ella, que la vea como el fundamento sólido de la película. El resto de los personajes van corriendo como pollos sin cabeza y su único objetivo es mantener a su hijo a salvo del caos.

La paradójica querencia del führer por los niños

El 20 de abril de 1945 cumplió Hitler 56 años. Su última fotografía al aire libre le muestra en el jardín de la Cancillería condecorando a niños de las Juventudes Hitlerianas distinguidos en los primeros choques de la batalla del Oder contra los soviéticos; incluso acarició a alguno de los más pequeños. En la inmensa colección fotográfica que de él se conserva aparece centenares de veces rodeado de niños, recibiendo a niños, saludando a niños si se los encontraba de paseo o si le esperaban al borde de la carretera alpina hacia Obersalzberg para verle pasar en su coche… Tras la victoria sobre Polonia, pasó las fiestas de Navidad en los Alpes y sugirió a su amante Eva Braun que invitara a Göbbels, Bormann y Speer, con sus esposas e hijos, «pues adoraba las gracias de los niños» y aquellas alegres fiestas los colmó de atenciones y regalos. Un jardinero de la Cancillería opinaba en 1939 que el Führer era «un hombre sincero y hogareño... Ama a los niños y a los perros». Con los que más disfrutó fue con los Göbbels, con los que pasó varias Navidades durante la guerra presentándose en su casa cargado de regalos. Los niños de Göbbels también le visitaban en sus cumpleaños, obsequiándole con sus manualidades, como ocurrió, incluso, el último cumpleaños de 1945. Sin embargo Hitler no tuvo hijos, al menos que se sepa. Cuando Eva Braun le sugirió que tuvieran hijos él se negó: «¡Nada de niños, nada de nacimientos clandestinos o ilegítimos».
David SOLAR